La energía de las cosas

Estos días, en MiNorte, estamos en casa de mis padres. Esta casa tiene ya la friolera de 30 años, y se ha ido componiendo en parte, con las cosas se han ido quitando de otros sitios. Es decir, la vajilla por ejemplo está compuesta con los platos que han ido quedando huérfanos de la primera vajilla de mamá, de la vajilla de abuela Eulogia, de abuela Teresa.. Y lo mismo pasa con los cubiertos, calderos, bandejas, etc.. Mamá en el momento en que habitamos la casa, equipó la cocina con todo nuevo, pero con el pasar de los años, y los devenires de la vida, la casa se ha ido recomponiendo con cosas de varios sitios. Y con ello, con la historia de la familia. Puede que me encante darle un toque de cuento y de magia a todo, o puede simplemente que en realidad así sea, pero es aquí, más que en ningún otro sitio, donde siento mis raíces.
En cualquier rincón del pueblo, veo a mis familiares, los que están y los que nos han dejado, incluso a aquellos a los que ni siquiera conocí.
Aunque estos días el pueblo se llena de turistas, aquí está también toda una parte de mi familia, y tanto los días como las tardes-noches, la casa es un paseo de gente que viene, que va, que pasa a saludar. Y es divertido, porque se recupera esa sensación de cercanía, y de vida de pueblo. Mi tío agricultor-ganadero, viene casi cada día, se toma un café, y nos trae leche, huevos, higos, tunos, moras… Otro de mis tíos, también viene, se toma otro café, y nos trae una bicuda recién pescada. Otro, nos llama por teléfono, y nos manda a que bajemos a su casa a buscar unas salemas, que las está terminando de arreglar..
Cada noche veo a mi madre hervir la leche de cabra que trae mi tío, y que solo comen ella y padre (para mí esa leche es demasiado fuerte), y veo cómo mi madre quita la enorme capa de nata que queda en la superficie. Recordaba haber visto en el blog de La vida a lo ancho, unas galletas de nata, así que allí que me fui a ver cómo eran esas galletas. Después de dos hervores de leche, he logrado reunir 200gr de nata, y siguiendo la receta de dicho blog, y después de un rato de divertido amasado con Emma, teníamos 60 galletas. No tenía cortapastas, así que improvisamos las galletas haciendo bolitas que luego aplastamos para darle forma redonda. He intentado buscar información en la familia, por si alguna de mis abuelas las hacía, pero por aquí no recuerdan comerlas de chicos.
Ahora cuando vienen las visitas y se toman el café les saco el tarro de las galletas, y la verdad, se les nota en la cara lo buenas que están.
Y mientras en mi cabeza recompongo o imagino la vida de mis antepasados, pongo las manos en piloto automático. Mi ten stitch blanket está a punto de ser terminada. He gastado unos 13 ovillos enteros y unos 8 medios ovillos. Le he dado un buen bajón a mi stash, y me ha quedado una manta la mar de gustosa para el próximo invierno. Es cuadrada y mide unos 1.30m, perfecta para el sillón. Al mismo tiempo he retomado mis rosetas, por fin termino la número 7, que llevaba olvidada en la caja como dos meses. Y la número 8 ya está en camino.
Y así con la nevera llena de alimentos frescos, recién cogidos o recolectados, las manos ocupadas y la cabeza en pleno movimiento, imaginando cómo podía ser la vida que llevó aquí mi padre, con sus hermanos, con sus tíos, con sus padres, no entiendo la urgencia que nos dio a todos por alejarnos de pueblo. ¿Será cuestión de la edad, o de la madurez?. Porque ahora mis tíos y casi mis padres, pasan más tiempo aquí que en otro sitio, y yo que siempre he tenido esta casa de fin de semana, empiezo a sentir la urgencia por alargar la estancia.

Agosto o el mes en calma

Agosto es sinónimo de fiesta, tranquilidad, playa, sol, vacaciones.. Aunque para mí, Agosto es igual a MiNorte. Y desde hace tres años, también es sinónimo de celebración.
Emma llegó deprisa un cinco de agosto, con casi urgencia. Se suponía que debería haber nacido a finales de mes, cuando estuviéramos recogiendo nuestras bolsas y volviendo a la rutina y al comienzo de curso. Pero ella, imaginándose lo que pasaba fuera, se adelantó. Ya desde pequeña, tenía muy claro dónde quería estar.
Hoy en día, en cuanto nos subimos al coche, pregunta: Nos vamos al norte?. Su destino favorito es siempre el mismo.
Este año, celebramos su cumple un par de días antes. A mí, nunca me han motivado las fiestas de cumpleaños, la verdad. Pero ésta, es una de tantas cosas que he tenido que ir puliendo. Tengo claro que yo nunca voy a hacer una de esas fiestas super organizadas y detallistas.. Simplemente no soy así, y no me salen. Mi motivación es que Emma sople una vela, y se reúna con unos cuantos amiguitos y jueguen. Salten, corran, griten, exploten globos.. Aquí no hay límites. Y de eso hubo mucho.
Luego, nos quedamos la familia, degustando un asado de cordero, del que no me dio tiempo ni a sacar fotos. Me encanta asar una pata de cordero. Simple, fácil y siempre sabrosa.
Fue la primera vez en el año, que Emma estuvo despierta hasta más allá de la media noche. Algo que acusó al día siguiente, lo que hizo que también por primera vez este año, durmiera una siesta en mis brazos.
Nuestros días están marcados por tres momentos importantes: el vermú a medio día, la playa después de comer, y el café de media tarde.
Hace como un mes que decidí unirme al vermú que proponía AllColorsAreBeautiful, aunque por una cosa u otra, no fueron “grandes vermús”. Ahora en la terraza de mamá, con una niña que se entretiene sola y bastante rato, yo saco el kindle y la brisita de MiNorte me refresca, son momentos casi perfectos.
En la playa, hemos dado un avance importante: estoy llevando el kindle, y mientras Emma construye y destruye, puedo seguir leyendo otro rato más.
Al volver de la playa, aún con los bikinis mojados, y ensalitradas, preparamos frapuchinos. Afición que he extendido al Patrón, que a la voz de: esta tarde no hay golosineo??, se prepara para recibir su frappé.
De estos días, lo más destacable es lo bien que se lo pasa Emma aquí. Y la diferencia tan grande que hay entre la niña de dos años del año pasado y la que acaba de cumplir tres. Cada día es más independiente, cada día es más habladora, y cada día me suelta cada ocurrencia que unas veces me deja con la boca abierta, y otras con los ojos a cuadros.

Un poquito de bricolaje

Suele sucederme, que en cuanto llega Julio, me visto de vacaciones, aunque tenga un montón de obligaciones esperándome a cada vuelta de día. Pero es que el calor, esta temperatura tan ideal, que por fin me permite estar sin tener que taparme los brazos, solo me anima a salir a la arena y a meterme en remojo. Y el resto del tiempo lo paso bebiendo té con hielo, y soñando con los mil bordados que me gustaría hacer.
Paso como puedo por el día, intentando llegar a todas mis obligaciones, y deseando que  poder sentarme en la orilla de la playa con la pala y el cubo, y dejar pasar las horas con Emma.
Y cuando llega la noche, me pongo una infusión fría, y me siento a ver cualquier capítulo de la serie que esté siguiendo. Que en este momento son House of Cards, y Leftovers, y saco la aguja, y me dedico a dar puntadas o a hacer cruces.
El lunes pasado, viendo que ya estaba terminando otro bordado, me decidí a hacer inventario de todo lo que tengo hecho. Revisando el blog de Cova-Libre, quedé maravillada con su solución para no enmarcar y terminar haciendo cuadros de todo lo que se borda.
Rebuscando en mis cajones, encontré estas dos cajas de puros palmeros, de hace no sé cuantos años. Ni siquiera huelen a tabaco.
Las lijé con un papel de esmeril del 00. Las limpié bien con trapito y las pinté primero por dentro, y luego por fuera. Le dí dos manos a cada una y de cada color. La pintura es acrílica al agua, y la granate y la vainilla es satinada, la azul es brillante. Aunque en realidad las dos parecen igual.
Planché muy bien los bordados escogidos, y lo almidoné un poco.
Corté una pieza de cartón blanco del que suelo usar para los trabajos de scrapbooking, y con cinta de doble cara, pegué primero una capa finita de guata, y de ahí el bordado en sí.
Y ya con el cartón forrado con el bordado, lo pegué a la caja, también con cinta de doble cara.
La caja granate, será una caja donde guarde cosas relacionadas con Emma, cosas que en algún momento ella tendrá junto con el diario que le escribo. El bordado, no podría estar mejor escogido. Hay muchas cosas que me gustaría enseñarle a Emma, pero hay una que sobresale del resto: ser independiente, y creer en sí misma. Una veces le harán falta arcoiris y unicornios para llegar a donde ella quiera, otras veces alas, y otras veces lo conseguirá solo andando. Pero lo fundamental, es que ella sepa que va a poder llegar, donde quiera, como quiera. Y que no necesitará bastones, apéndices, ni mochilas, y que la que de verdad cuenta, es ella.
Cuando le enseñé el dibujo bordado, le entusiasmó. Le expliqué que lo pondríamos en la tapa de una caja, y con los ojos muy abiertos me dijo: ¿una caja para tesoros?.
El segundo bordado es de Little House of Needleworks  bordado en un lino Belfast, teñido con té de chocolate. Está guardado desde diciembre. Aún no tengo claro que uso le daré a esta segunda caja. Aunque eso no me preocupa en absoluto, las cajas son siempre útiles, siempre hay grandes y pequeños tesoros que se pueden guardar en ellas.

Simply Life

Domingo de nuevo. Los domingos tengo la norma de no hacer nada por obligación. El trabajo, las tareas domésticas, las obligaciones, todas las dejo en standby hasta el lunes. Nada va a pasar por ello. Y a lo único a lo que me obligo es a dejar pasar el día, con tranquilidad y sin estreses. Pasar el día haciendo lo que realmente me apetece, y disfrutando de dejar la mente en blanco.
Para estos días tengo ciertas rutinas, que voy cambiando dependiendo de la estación en la que estemos.
Hoy, me he levantado temprano, por propio gusto. Al despertarme aún no eran las ocho, y sintiendo el cuerpo y la mente descansada me he puesto en pie. Al pensar en el desayuno en caído en la cuenta de que no teníamos pan. Hace ya cierto tiempo que no compro ningún tipo de pan. Antes compraba el típico pan de molde para bocadillos, pero desde que probé esta receta de pan de molde, ya ni eso. He puesto a trabajar a mi querida maquinita y para cuando Emma se despertó, el pan estaba listo. El desayuno dominical, se convierte en un rato que pasa despacio, y que me permite comer tranquila, leyendo incluso.
Después del desayuno, y recoger mínimamente la cocina. Emma se ha puesto a jugar con su último puzzle, que la tiene totalmente enganchada. A mí me llama la atención lo rápido que le ha cogido el truquillo, y ya casi ni requiere mi ayuda para acomodar las piezas. Yo aprovecho el rato para tomarme un vaso de leche con hielos de té chai,  y alternando entre el ganchillo y la poesía..  Ay! la poesía!. Llega julio y a mí me entran unas ganas necesidades de leer poesía que no puedo controlar. Normalmente recurro a mis fijos, pero mi cartera se ha portado muy bien esta semana, y diligentemente me ha traído un libro de poesía sensacional: muchísimas gracias Rafa, me has arreglado Julio.
Seguimos en esa etapa en la que yo como modelo a imitar, tengo que vigilar cada mínimo detalle de movimiento. Emma es una auténtica “copiona”, y si yo leo, ella lee, si yo tejo ella juega, si yo no como fruta, ella tampoco…. Oh Damn!!
Esta semana casi al mismo tiempo que a mi me llegaba el Cicatrices, a ella le trajo nuestro librero esta nueva joya de Mónica Carretero. Hace mucho tiempo que la sigo en su blog, y me encantan sus ilustraciones. Este libro es precioso, ideal para la edad que tiene Emma (a puntito de cumplir los tres años) donde se fija mucho en mí, y en qué me pongo, al mismo tiempo que empieza a tener curiosidad e incluso opinión en lo que le pongo a ella. El libro tiene preciosos dibujos y pocas letras, ideal para este momento.
Como llevo diciendo algún tiempo, estas noches después de que Emma se duerme, y yo siento el silencio aprovecho para darle movimiento a las manos. Esta semana he hecho una auditoría de la cantidad de cosas que tengo a medias, que debo ir acabando, y a las que realmente me apetece meterle las agujas. Otra tradición de julio, es que me apetece siempre bordar, ya sea punto de cruz, o bordado en sí.
Me compré el libro de Marie Suárez cuando Cova decidió realizar un SAL sobre el libro. Y no me apunté. Quería dedicarle tiempo, y sabía que no era el momento. En la segunda edición del SAL no llegué a tiempo, pero ya tenía el libro. Intenté empezarlo sola, hace unos meses, y el resultado fue desastroso. Guardé todo en una cajita la mar de mona,  y a pasar el sueño de los justos. Anoche, y después de releer el blog de Cova, me entró como el gusanillo. Busqué la cajita, y me puse a leer y mirar. Me puse un nuevo capítulo de True Detective, y me puse a darle a la aguja. Está claro. Cada cosa tiene su momento, solo hay que estar atenta saber detectarlo.
Y esto, es parte de nuestro domingo. Y esto para mí es Simply Life. O Simple felicidad.

Alimentando barrigas ajenas, para digerir la frustración

Llega la noche, después de un día agitado entre escapes, frustraciones, y diálogos.
La misión pañal se está complicando por momentos. Y no puedo sino pararme y reflexionar. Realmente todo ha sido tan sumamente fácil en esta aventura de tres años y medio, que he perdido la objetividad en el asunto, y apenas una piedra en el camino y ya me creo que hemos perdido la batalla. Es como cuando era estudiante de bachiller, tan acostumbrada siempre al sobresaliente, que un notable me sentaba como un suspenso. Y es ahí donde me pierdo. Pierdo perspectiva. Pierdo visibilidad.
Se me hace muy difícil aceptar que lo que está condicionando toda esta etapa son mis expectativas, que se ven aceleradas por esas “condiciones” que se impone propone desde los colegios. La entrada inminente al cole, me está obligando a darme prisa en algo que debería ser mucho más lento. Y sin darme cuenta, voy dejando que nos comparen con otros, y también sin darme cuenta, mi seguridad en mi instinto maternal y en ella, empieza a tambalearse. Y ahí es donde se abre hueco la frustración, la inseguridad, incluso el miedo.
Esta semana pasada, fueron días de bloqueo. Y tuvo que caer la noche. Sentarme aquí mismo, empezar a devorar toda clase de artículos sobre pises, cacas, y pañales, y por fin desterrar toda la frustración que estaba haciendo campamento en mi consciente. Y pienso, y evalúo, y finalmente cambio de táctica.
Y llega la noche, y asoma la Luna. Y respiro hondo y me dedico a poner en movimiento mis manos. Con la obsesión el firme propósito de seguir rebajando stash, me pongo a ganchillear posavasos. Realmente este cometido de ir eliminando ovillos, si que va bien. La 10 stitch blanket va viento en popa. Rozando el metro por metro, y ya puedo taparme con ella mientras tejo. Mi stash de mississippi va llegando a su fin, así que estimo que la medida final será de  1,5m, cuadrada.
Me doy cuenta de que para mí, es necesario antes de meterme en la cama hacer dos cosas: tejer-ganchillear-coser-bordar, y leer un poco. Si hago estas dos cosas, siento que duermo descansada de cuerpo y mente, y me levanto de otro humor. Bueno, del humor esperado a las 5:30am.
El fin de semana lo pasamos más tranquilas, intentando respirar hondo, y aceptar que todo en la vida no responde a ciencia exacta, y que aunque las cosas no salen según nuestras expectativas, no tienen por qué salir mal.
Y como siempre la mejor manera de olvidar la frustración es meterse en la cocina. Estos días ando descubriendo nuevos sitios de recetas muy recomendables. He repetido varias veces esta ensalada de pimientos asados con ventresca de atún. Y aprovechando que los morales de mi tío el mecánico agricultor están en su máximo esplendor, ando comiendo moras en cualquier momento y de cualquier forma. Con yogur griego y avellanas es simplemente un manjar.
Ayer domingo, preparamos comida para cuatro, y nos metimos en el coche. Si hay algo que me guste más que cocinar, debe ser convidar con lo que he cocinado a la gente que quiero. Se me hace bastante difícil explicar por qué realmente es importante para mí este hecho. Pero la realidad es que siento una inmensa gratitud al sentarme en la mesa, con esas personas que están siempre por nuestro alrededor, y llenarles los platos de lo que quiera que se me haya ocurrido preparar ese día.
Con la barriguita llena, los ánimos sosegados, y un buen baño de mar, volvemos a casa. La semana empezando, y nosotras firmes y seguras en nuestros pasos.

10 años de evaluación continua.

Hoy he alargado el desayuno unos 15 minutos más de lo normal. Saboreando una tostada de  delicioso pan de molde casero, con pavo y raíces al horno, y el siempre presente café, mientras me deleité la vista con mi pequeño jardín de violetas.
Me he dado cuenta hoy, que justo el mes pasado, se cumplieron 10 años desde que escribo por aquí.
10 años… que se dice pronto.
Tantas letras, tantas canciones, tantos libros, tantos propósitos, tantas risas… tanta desilusión.
Todo está aquí, unas cosas a primera vista, otras entre líneas. Y como he dicho tantas veces: el tiempo dando vueltas… Ay! García Márquez y sus frases.. Pues sí el tiempo dando vueltas, la vida y sus ciclos.
Empecé este blog, pocas semanas antes de dejar Gran Canaria por primera vez, después de estar allí 11 años. Trabajé en una cantera, descubrí MiNorte, me descubrí yo, decidí con quien no quería compartir mi vida. Soñé con quien sería el amor de mi vida.
Y aquí estamos, con unas cuantas rayas más sobre esta piel de tigre. But still a tiger
Esta semana me he dado un buen bofetón de realidad. De esos que hacen que hasta te levantes unos centímetros del suelo, pierdas el equilibrio, y que sientas la angustia de que no sabes cómo y dónde vas a caer. Pero caes, y piensas: yacoñoquegolpe! Y abres mucho los ojos, y entiendes que tienes segundos para reubicarte, equilibrarte, y posicionarte para esperar otro golpe, pero que esta vez no haga que te tambalees.
ElPatrón dice: Afírmate! Y eso hice, y antes de que llegara el segundo golpe, enseñé los dientes. Como hacían mis perros, esos que estos días extraño tanto. Y fue suficiente para que pasaran dos cosas: que el segundo golpe no llegara, y para asumir que enseño muy poco los dientes.
Y aunque es una sensación extraña, eso de estar en guardia, he descubierto que es necesario. 
Y casi que han tenido que pasar estos 10 años, una ida, una vuelta, unos cuantos muertos en el armario, y finalmente ser responsable de otra personita, para asumirlo y no olvidarlo.
Hay lecciones de la vida que son de evaluación continua, y cuando menos te lo esperas, vas y casi suspendes.
Y lo realmente curioso, es que cuando vuelvo sobre mis letras, pero las que dejo olvidadas en papeles, que por momentos inundan los cajones, el deseo de hace 10 años, se parece bastante a lo que tengo hoy. Dentro de mi cabeza siempre ha estado bastante clara la idea de cómo quería vivir. 
Así que hoy, tengo una hoja en blanco en mi mesa, un edding azul, y la noche por delante para trazar el planning de cómo vivir los próximos 10 años. Sin olvidarme, de que en medio, la vida me va a seguir haciendo exámenes sorpresa.

La realidad que se versiona

Esta mañana cuando me he levantado, he descubierto que la orquídea que MyGirlfriend me trajo en noviembre del 2012, ha abierto por fin uno de sus capullos. Ha sido una extraña sorpresa, porque la última vez que tuvo flores, éstas eran de un rosa-morado intenso, sin embargo ahora tiene esas vetas extrañas, que dejan el color más difuminado, y ya no es tan rosa, ahora pareciera que tira más al rojo.
Y de pronto, me he cuestionado la realidad, tal vez lo que yo recuerdo no sea la real realidad, sino una adaptación de ella a través de mi recuerdo. Y se me han puesto los ojos en blanco, y he sentido un sudorcillo frío: y si todo fuera así? Y si realmente lo que recuerdo como real, solo sea una versión de la realidad distorsionada???
Y he puesto la cafetera, y he respirado hondo: demasiada profundidad para un domingo por la mañana, sin más aspiraciones que disfrutar de un rato de silencio antes de que Emma se despierte.
Pero Emma ha debido sentir el crujir de mis neuronas haciendo sinapsis, porque ha saltado de la cama como un gamo, a la voz de: mamá dónde estás??? es de día??
Pobre, tiene un ligero conflicto con el día y la noche, y puede que yo tenga la culpa. El éxito de mi cordura mental, reside en tener al menos unas horas diarias de absoluto silencio y soledad, para ello, es condición indispensable que Emma se duerma temprano. Ella misma decidió que no volvería a siestear, así que ahora soy yo la que no la dejo. Y a las ocho de la tarde, Emma está metida en la cama bostezando como una leona. Pero en estos días que el Sol se niega a irse tan pronto, me pregunta confundida: me voy a dormir? Es de noche?.. A lo que yo respondo, con un sí, es la hora de dormir. Y corro rauda a bajar las persianas, para crear ambiente. (Gracias Señor por las persianas).
Desde el jueves por la noche, Emma anda acatarrada, y aunque hoy teníamos preparada una excursión al norte para festejar el 40 aniversario de bodas de los abuelos, no nos ha quedado más remedio que quedarnos en casa.
Hemos desayunado. Nos hemos puesto a leer. Cada una su libro.
Y luego hemos preparado el almuerzo. Como no hemos podido ir a la costa, no hemos tenido otra opción que traer la costa a nosotras.
Nos hemos dado un buen festín a base de marisco al vapor, papitas sancochadas y huevo duro. Hasta un vino me he tomado. Cada día disfrutamos más de comer juntas. Cada día esta niña es más personita y menos bebé. Me ha ayudado a recoger la cocina, y estamos de sobremesa. Ella sigue con su libro, y yo estoy aquí, dándole a las teclas.
Y escuchando a Marwan, en bucle, sin sobresaltos, y con un absoluto disfrute. El tiempo.
El tiempo y la energía que desprenden las cosas.
Tengo un teléfono nuevo. Uno que tiene 35 años. Uno que alguien que me quiso mucho, usó prácticamente toda su vida. Y que ahora está aquí, conmigo. Y es innegable que la energía, todavía se desprende de él, aunque ya no suene. Y puede que a ojos de cualquiera no sea más que un trasto inútil, y sin embargo, a mi me ubica en una realidad, en la mía, en la de antes y en la de ahora.
Y puede que García Márquez tuviera razón: no importa cómo pasó, importa como lo recuerdes.

Morado, con moras y con verano

Ha llegado el verano, mi época preferida del año. Con calor, mucho calor, bochorno, y sobre todo playa. Playa a cualquier hora, y en cualquier momento.
En el bolso del coche, metemos el bañador, la toalla y la crema, y en cualquier momento en el que el calor no nos deja respirar, paramos el coche y nos remojamos: la suerte de vivir rodeados de agua.
Me encantan las celebraciones del cambio de estación. A nuestra manera también celebramos, porque aunque se empeñen en teñirnos de negro, y en plantearnos las cosas color hormiga, hay mucho que celebrar, y otra de las cosas, que me esfuerzo porque Emma entienda, es todo lo que tenemos que agradecer.
Agradecer lo que somos, lo que tenemos, de quien nos rodeamos, y de la salud con la que podemos disfrutar de todo lo anterior.
Es mucho más fácil agradecer si encontramos cosas bonitas en el día día. Y no hay nada mejor que las flores para que de pronto la vida te parezca hermosa. Flores en cualquier sitio, y de cualquier variedad. Quién dijo que los geranios eran sosos o vulgares? Que vivan los geranios! Como apunte para nuestro jardín deseado: al lado de los rosales, pondremos geranios.
Y como la cosa va de celebraciones, celebré el WWKIPD sola, y con poco público, pero lo importante es la intención. Vuelvo a tener un grupito de animadas tejedoras con las que reunirme, y aunque la cosa está en pañales, promete.. (Bea, esto va por tí, ya probé los cupcakes y aunque son mejorables, el sitio nos está invitando a tejer!!!).
Por fin terminé esta rebeca de restos. Aún es un poco grande para Emma, pero el verano le dará el estirón que le falta para que le quede bien. El modelo es un top down, básico, metiendo los restos de lanas sin orden ni concierto.  La verdad es que me ha gustado mucho el resultado final, aunque lleve en espera de darle el finiquito más de medio año.
Y como parece que los restos no se acaban, y mi propósito es ir eliminando stash, volví a montar la 10 stitch blanket. Una manita súper sencilla, y perfecta también para ir gastando restos. Ya ha crecido un poco más que en la foto, y puedo tachar dos ovillos del stash. Así que objetivo cumplido. Todavía me queda una bolsa, con al menos otros 7 ovillos de katia mississippi. Pareciera que en lugar de ir gastándose, se reproducen. Se me está ocurriendo meter en la misma bolsa, algún billete de 10€, a ver qué pasa..
Y para terminar, la mejor manera que encuentro siempre de agradecer es cocinar y agasajar a los que quiero. Me parece que dar de comer a quien quieres es la mejor forma de agradecer: cocinar y compartir lo que quiera que salga de tus fogones.
Nada es comparable a la comida hecha en casa. Esta semana pasada, Emma me sorprendió preguntándome por su cumpleaños, y diciéndome que quería una tarta con velas. Y que la tarta la hiciéramos en casa ella y yo. Como suponen, pupilas en forma de corazón para todo el día.
Así que para seguir celebrando que el verano ya está aquí, el tío mecánico-agricultor, se dejó caer en casa el domingo por la mañana, y nos dio una tarrina llena de moras de su finca, a cambio de un café y un ratito de charla. Encantadas de la vida, nos hicimos con la tarrina. Y lo primero que hicimos con ellas, después de darnos un buen atracón, fue este pastel de moras. Sencillo, y básico, a la par de sabroso. Me gusta mucho cocinar con lo que nos ofrece la tierra en cada momento. Tengo la idea de que lo que la tierra nos da, es lo que nuestros cuerpos necesitan.
Emma está muy pendiente estos días de todas las cosas que pasan en la cocina, y ahora que ya maneja la suya, ha decidido que es mucho más interesante trastear en la mía. Así que cada vez que me ve que me pongo a fregar o a cocinar, trae su silla y a la voz de “te acudo”, la planta cerca del muro y se sube en ella. El momento harina y amasar es casi magia para ella. Le encanta.
De cara a la semana que está por empezar, y que va a necesitar de toda nuestra energía para digerirla, preparamos también nudos de cardamomo. Buenos desayunos, implican  buenos días.
Otro apunte para la lista de deseos, a parte del jardín: una cocina grande, una terraza espaciosa, y que nos nos falten ni la familia ni los amigos, y los fines de semana improvisar y probar recetas.. Quién se apunta?

Por qué? y No quiero!!: El musical

Hoy estoy cansada. Terriblemente cansada.
Mi semana laboral ha sido difícil, dura, y estresante.
Y entonces llega el fin de semana, y me esperan las tareas domésticas habituales: limpiar, lavadoras, llenar la nevera, cocinar..
Y por en medio: Emma.
Emma está a tan solo dos meses de los tres años.
Se supone que lo de los “terrible two” estaría a punto de ser historia, pero no es lo que sospecho.
Lleva un mes, que cada una de las frases que dice, va acompañada de una coletilla, que según el momento es: por qué? o no quiero!.

– Emma recoge tu chupa: por qué?
– Porque no debe estar en el suelo: por qué?
– Porque luego te la echas a la boca y el suelo puede estar sucio: por qué?
– Porque no he limpiado aún: por qué?
– Porque estoy hablando contigo, recoge la chupa, por favor: no quiero!

Y así casi con cada conversación que tenemos a diario.
En cada una de estas circunstancias en las que estoy al borde del desplome, evoco las miles de madres en el mundo que han sobrevivido a este proceso, en especial, a la madre de Caillou. Esa señora que es la paciencia hecha dibujo animado. Pero hay días, como hoy, que el cansancio me puede.
Me he leído los libros de Carlos González, los de Rosa Jové, los de Laura Gutman… Pero en casa, ni tengo sustituto, ni tampoco tengo guía. Estamos ella y yo. Ella desarrollándose, yo lidiando con el proceso.
Esta tarde, una vez más, Emma ha tirado su chupa con el pañal, al suelo.
Le he dicho que lo recoja, pero después de una conversación similar a la de arriba, ha terminado de la misma manera. He tirado por el camino fácil, y la he chantajeado, aunque bueno, según Rosa Jové: hemos negociado.

– Emma si no recoges la chupa, lo haré yo, pero me la llevaré, y esta noche no habrá chupita. La quieres recoger tu?
– No quiero!
– Muy bien, yo me la llevo.

Seguido vamos a cenar. Y aunque Emma come bastante bien, ahora y para no desentonar con el resto de su comportamiento, ha decidido que la fruta y la verdura no estarán dentro de los alimentos que tiene pensado ingerir.
Le he servido una cena a base de pollo, fideos y zanahoria. Y ha ido escogiendo cada uno de los bocados que se ha comido de tal manera que ni por confusión se ha comido un trozo de zanahoria. Hemos estado “negociando” un buen rato, y no ha habido manera. He intentado usar la chupa como moneda de cambio para que se comiera aunque fuera un trozo de zanahoria. No ha habido forma.

Se ha ido a la cama. Sin chupa. Sin pañal.
Ha preferido pasar las ganas de la chupa, a ceder y comerse un trozo de zanahoria.
Ni siquiera ha hecho demasiada perrera. Me la ha pedido dos veces, le he recordado lo de la zanahoria, y nada. Se ha acostado y ya.

Me siento en una encrucijada. No sé si debo seguir firme, o debo dejar pasar todo este momento porque en el fondo está intentando reafirmarse, y no deja de ser una niña de casi tres años. Pero la firmeza de su orgullo, de seguir diciendo “no” a la zanahoria, me ha dejado en shock, y me hace pensar que tal vez no es tan chica, que tal vez debo seguir firme ante ella, aunque esté un poco cansada, y un mucho asustada.

Asimilando las lecciones que debo impartir

Estos días están pasando tantas cosas que me siento incapaz aún, de asimilar cada una de ellas.
Y no solo cosas fuera de nuestro íntimo entorno, entendiéndose por íntimo entorno nuestra casa y nuestras circunstancias.
He tenido que irme a mi rincón de pensar, para poner en orden las ideas, y también para intentar parar un poco esta montaña rusa de sentimientos que me tiene al borde del infarto de miocardio, y con la lágrima en el ojo de forma constante.
La semana pasada, y después de muchos mensajes cruzados, y muchas dosis de paciencia, recuperé una de las dos llaves que me arrebataron hace 24 años. De momento solo he podido recuperar una, la segunda no se sabe aún cuando podrá estar en mi poder.
Me hicieron falta un par de tilas para digerir el estado en que me encontré la casa. Sabía que estaría mal, pero no solo era mal físicamente, la sensación de “expolio” que sentí nada más entrar, me sigue acompañando estos días. He pasado varias noches en vela, dándole vueltas a un asunto que realmente está cerrado, y que no por mucho pensarlo más, va a cambiar. Aún así he tenido estos días la sensación de que algo se me estaba escapando. Y así era: he tenido que irme a MiNorte, a mi rincón de pensar, para poder entender qué era realmente lo que me estaba dejando atrás. Y lo que estaba pasando por alto era la enseñanza, esa que debo transmitirle a Emma a como de lugar. La diferencia entre ser bueno y bobo es tan tan pequeña, que si no estás muy atento pasa desapercibida, y  por eso hay que estar alerta, atenta y muy muy despierta. Por eso, la primera lección que este mes de Junio me trae para impartirle a Emma es esa misma: nunca dejes de luchar por lo que es tuyo. Tuyo de propiedad, y tuyo por derecho.
Y por esto también, el sábado salimos a la calle, en una manifestación sin precedentes en nuestra historia majorera, la causa hizo que la asistencia fuera de obligado cumplimiento. Porque esta isla también es nuestra, y porque la esperanza está llena de lucha contra las injusticias.
También esta semana hemos conocido por fin a la sobrina postiza, la hemos tenido en casa, en nuestros brazos. La emoción es difícil de contener. Y la felicidad se nos escapa por los poros.
Esta semana pasada también, por fin, se han publicado las listas de admisión escolar. Emma ya tiene colegio. Ahora tenemos tres largos (o no tanto) meses para asumir lo que viene. Estamos contentas, el cole que elegimos, nos eligió también a nosotras, así que todo como debe estar.