Hace un rato que he venido a subir las fotos al blog, para escribir el post. Mientras se cargaban, me he puesto en la tele con Emma. Ella está jugando con sus legos, y yo me he puesto a hacer zapping. He encontrado la peli Un pequeño cambio. Recuerdo perfectamente cuando se estrenó.
Septiembre del 2010, sin ilusiones, sin esperanza y con un corazón hecho añicos….
Cuando se estrenó la película, lo último que quería, era verla. En aquel momento de mi vida, era lo más cruel que podía ver.
Recuerdo perfectamente mis sentimientos cuando salí de aquella consulta médica en la que la doctora, muy amablemente eso sí, dio una patada a todas mis esperanzas e ilusiones.
Y sin la posibilidad de huir, ni de esconderme en MiNorte, ni de meterme en mi caparazón de mejillón.
Me pasé los siguientes meses, comiendo como una autómata, trabajando, tejiendo, viviendo sin vivir.
Solo tenía que esperar. Solo tenía que dejarme llevar por la inercia de los caminos del destino.
¡Ay! Mira que a veces la vida es puñetera, y graciosa, y tiene unos giros que ni en el mejor guión cinematográfico.
Y aquí estamos, casi cinco años después, con todo recompuesto, con las ilusiones en perfecto estado y casi todos los deseos cumplidos. Anda que no tiene guasa ni nada la cosa.
Quién me iba a decir a mí en aquel momento, que hoy estaría pasando frío en una casa que es hogar, con Emma a mi alrededor, cantando esta canción en bucle infinito e incluso haciendo la performance?.
Ahora miro a aquella Violeta del pasado y me dan ganas de abrazarla con un ea ea ea.. y decirle: no te apures, que todo esto va a pasar y te espera un futuro super chachi piruli. Hubiera sido la caña, y me hubiera ahorrado un montón de malas noches. Pero la vida es así, no tiene atajos.
Con todos estos pensamientos aglutinados en la cabeza, casi no le he prestado atención a la película.
Entre la película que no he visto, los recuerdos que me ha traído y ver a Emma por todo el pasillo entonando el love is an open dooooooooor, llevo una tarde de lo más divertida.
En otro orden de cosas, esta semana la empecé con un montón de listas de esas que me encanta hacer y que terminan en la papelera cada domingo, sin demasiados cambios. Esta semana, he cumplido y casi he podido tachar todo lo que tenía para hacer.
He terminado un encargo para una de las compañeras del cole de Emma, que viene a ser la sobrina política del Gurú, así que casi es de la familia. Gorro, manoplas y cuello inventado.
Todo lo he hecho con lana Katia Merino Classic. Un ovillo y un poco más he gastado.
El cuello está hecho con 33 puntos en montaje provisional, y con punto brioche.
A los 70cm, he desmontado el montaje provisional y he hecho un Grafting.
También he terminado el 3 color cowl. Lo he hecho con ovillos que tenía en casa, en mi propósito de seguir rebajando stash. El color gris en un ovillo de Katia Laine Nylon, el color oscuro son tres fibras de Habu (una merino, una de acero, y la otra es una fibra de noséqué, las tres hebras son finísimas). Y la de color rojo, es una Stop Bambini.. Y con esto, casi cinco ovillos menos.
El cuello es fácil de hacer, entretenido, y creo que le voy a dar mucho uso, ya que este frío parece que no se va a ir próximamente.
Ayer, y siguiendo con mi objetivo de este año para los viernes = Patchwork, seguí con los cojines del salón. Ya tengo dos completos. Faltan aún otros dos, que para cuando los termine, ya tendré que poner a lavar éstos.
Pero da igual, otro de los objetivos de este año es no estresarme por nada, ni por nadie tampoco.
Y ya de último, y para rematar con redoble la semana, estamos entrando sin freno en los carnavales. Sí, esas fiestas que me gustan tanto.. A medida que Emma crece, hay cosas que no voy a poder evitar, y una de ellas van a ser los Carnavales.
De momento en el cole, nos han mandado a hacer un antifaz. Yo, que soy alérgica a la purpurina. Voy a tener que ir a terapia para superar los próximos años.
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Angel Food Cake o bizcocho de roscón
Hace ya mucho tiempo que vengo con el ojo puesto en el Angel Food Cake. Este fin de semana, y previendo que no íbamos a tener mucha vida en el exterior, pensé que sería el momento propicio para hornearlo.
Tengo que decir, que ya hice un primer intento en Navidades, y que el resultado de dicho experimento fue un bizcocho muy esponjoso, un poco engorroso de hacer y totalmente incomestible.
Probarlo era un viaje directo a una subida de azúcar, fueras o no diabético. Horrible, terrible.
Me enfadé, claro. Primero con el blog de donde saqué la receta, y segundo conmigo, por no hacerme caso.
Desde que ví las cantidades de los ingredientes me parecieron un disparate, pero como el blog es uno de esos reputados, y famosos de la blogosfera, pues ahí que seguí yo, cual borrega, con las instrucciones al pie de la letra.
Después de tan desastroso experimento, no me quedaron ganas ningunas de repetir, pero dentro de mí, tenía una espinita clavada.
Como casi todo lo que tiene que ver conmigo, he dejado pasar el tiempo, y me puse a reposar yo y la receta. Hasta este fin de semana.
Lo primero que hice fue un trabajo de investigación de recetas, y me quedé finalmente con esta.
Yo no usé el molde específico para este bizcocho. El precio que vale me pareció elevado para no saber si ni siquiera me gustará el resultado. Lo hice en una quequera normal, y una vez sacado del horno, le di la vuelta al molde y lo dejé apoyado en su parte central, sobre una lata de aceitunas.
En cuanto a los ingredientes, puse lo que me pedía la receta exceptuando el sobre de gasificante rojo y azul, y lo que le puse fue un sobre de cremor tártaro.
Tengo que decir que me quedó perfecto. El merengue se montó sin problemas, y el sabor es estupendo.
A Emma le ha parecido uno de los mejores bizcochos de los que he hecho, y ahora todo el día me dice: tienes bizcocho de roscón?.
Acompañamos nuestro Angel Food Cake, con unas infusiones. Emma se ha aficionado a tomarse una también cuando por las tardes, yo me preparo un té.
Y, ahora ya sí, con la espinita sacada, sigo con mis rutinas diarias.
Entre ellas salir a caminar por las mañanas cuando dejo a Emma en el cole, me he limpiado las gafas de ver y con ello, estoy recuperando la capacidad de asombrarme con cada nimiedad que nos rodea.
Un cielo calimoso, o un cielo azul. Todo tiene su belleza, solo tienes que ser capaz de mirar.
La mejor manera de sobrevivir a este Enero, es con flores
Todos los propósitos que tenía para con el blog, para este año, han ido desapareciendo a medida que iba aumentando el frío.
El frío, el viento, y la oscuridad típica y propia de esta época del año, junto con la promesa del año de quitarme personas más pronto que tarde, me han ido sumiendo en un estado próximo a la catatonia. Voy como un autómata todo el día, incapaz de poner las neuronas a pensar y sacar la lista que tan bien confeccioné el pasado mes de Diciembre. Yo no sé por qué no hibernamos, sería una solución perfecta.
Hay días que llegan noticias, que de pronto son malas. Que las sientes como una jarra de hielos en la cara, y que te llevan con pase directo a la fase de la negación. Pero respiras, y aflojas los puños, y los dientes. Y llega la frustración. Que también pasa. Y antes de que llegue la pena, decido intentar ver el vaso medio lleno, si es que en medio de todo esto, puede haber algo bueno. Y la única conclusión es que el tiempo puede que sea un regalo. Y que este tiempo sea un buen momento para asumir, para volver a ver, y para hacer trinchera y poder ayudar a los que lo van a pasar peor cuando el tiempo venga a cumplir su promesa. Y no hace falta que el lazo sea directo para sentirlo mucho, sobre todo por los que se van a quedar huérfanos, aunque hace rato que hayan pasado ya los cuarenta. Y sigo así, divagando, con las manos frías, y en estado autómata.
En un momento de iluminación, he aprovechado el impulso del pensamiento intentando buscar una solución rápida y eficaz, para despertarme de este atontamiento general que padezco.
Y de pronto he parado la vista en las orquideas. Como si me estuvieran mandando mensajes, nada subliminales.
Cinco orquideas, todas floreciendo. Esto es una señal. La vida sigue, la vida sigue su curso. La naturaleza sigue haciéndonos los mejores regalos.
Hace menos de un mes han abierto un vivero cerquísima de casa. Tan cerca que podría ir andando, que además es recomendable, así no me vuelvo loca cogiendo flores, que luego no puedo cargarlas.
Tiene de todo. Flores, árboles, arbustos, cactus.. y sobre todo vida. Es innegable el efecto reparador que tienen las plantas.
Así que me ha parecido la mejor manera para sobrevivir a lo que queda de invierno. He comprado petunias, pensamientos, y algunos bulbos. Ya en casa he vuelto a trasplantar el aguacatero y he arreglado las brincas que estaban saliendo asilvestradas en una de las jardineras.
Y como si fuera magia, parece que toda la energía de la casa se hubiera cambiado.
Me han dado ganas de encender los fogones y todo.
Garbanzos picantes con arroz fue el menú de ayer. Muy sencillo y muy gustoso. Llevo haciendo esta receta hace más de 10 años. Estas cantidades son para dos platos.
En el caldero se pone un poco de mantequilla a derretir con un chorrito de aceite de oliva, y se ponen dos ajos machacados, una guindilla (o más, dependiendo del gusto), unos trocitos de jengibre fresco también machacado, media cebolla grande picada, y también sal. Se deja sofreír bien, moviéndolo de vez en cuando. Cuando la cebolla está transparente se añaden dos cucharaditas de cilantro molido, y una de cúrcuma. Se rehoga un poco, y se añaden tres tomates pelados y cortados pequeñito. Se deja pochar a fuego medio durante unos 10 minutos. Dándoles vueltas. Pasado ese tiempo se echan los garbanzos cocidos. Yo usé unos que tenía guisados, pero se puede hacer también con un bote, con los garbanzos escurridos. Se añade el zumo de medio limón, y dos cucharadas de postre de garam masala. Si tiene poco caldo, se puede añadir un poco de agua. Se baja el fuego y se deja cocer durante 15 minutos, vigilando de que no se queden secos. A la hora de servir, se le pone un poco de cilantro fresco picado por encima, y el libro también aconseja servirlo con granadas.
Para este frío es un plato estupendo.
Y para el postpandrial, el mejor pasatiempo estos días están siendo los poemas de los hermanos Abu-Tahoun y de Diego Ojeda. Casi podría decir que han sido el mejor regalo de estas Navidades.
Superar los 2 minutos críticos
Hace unas semanas mi admirado Ibán Yarza, tuvo a bien compartirnos su receta del Roscón de Reyes, en el programa de David de Jorge (RobinFood). Fue el empujoncito que me faltaba para intentarlo.
He hecho dos pruebas, una el domingo pasado y la otra hoy mismo.
He seguido la receta y el procedimiento al pie de la letra, con solo una diferencia entre pruebas.
La primera prueba la hice a mano, y con fermentación corta a temperatura ambiente. Esto es, que amasé con mis manitas, y respeté los tiempos de levado en la cocina.
La segunda, la hice en Thermomix, siguiendo el mismo orden. Amasando en velocidad espiga, y con 3 minutos de tiempo. Respetando también los tiempos de espera. La única diferencia, es que después del boleado y formado, puse el roscón en la bandeja de horno con la forma definitiva, lo tapé y lo dejé toda la noche en la nevera. Esta mañana, bien temprano, y haciendo un simulacro de lo que será mañana por la noche, calenté el horno y pa’dentro.
Realmente las diferencias entre una y otra forma no son sustanciales, al menos no en el sabor.
La gran diferencia es la comodidad de no ensuciarte las manos, y no tener que pasar por esos dos minutos críticos.
Al principio mezclas con la cuchara todos los ingredientes, menos el azúcar y la mantequilla. Añades el azúcar y aquello empieza a descontrolarse. La masa se vuelve pringosa, aunque sigue siendo manejable. El colmo viene al añadir la mantequilla. Ahí ya no hay forma de manejar la masa, se pega a todo. ¿Por qué estoy yo tan incómoda con esta masa pringosa entre manos, si en la tele a Ibán y a David, se les ve tan sonrientes y a gusto?. Y ahí, te invade una sensación de esto no está bien, lo mejor será hacerlo desaparecer. Cruza por tu pensamiento la idea de tirar la masa deforme y pegajosa a la basura, a la voz de ¿qué necesidad tengo yo de meterme en estos jaleos, si un roscón vale 5€?.
Dos minutos críticos, como cuando colocas por primera vez el bastidor en tu quilt para acolchar, y no sabes dónde poner las manos, ni como tirar de la aguja, y te vas poniendo nerviosa, y no termina de salir.. y parece que el tiempo no pasa y la cosa no mejora.. Pero si no tiras la toalla, de pronto, y como magia, la sensación de incomodidad empieza a mitigar, y las puntadas empiezan a salir parejas.. Y cuando te has dado cuenta, han pasado cinco minutos, y ya has acolchado un pequeño trozo. Te separas del bastidor y admiras el trabajo. Sí, ha merecido la pena soportar y superar esos dos minutos críticos, porque el resultado lo merece.
Lo mismo pasa cuando comienzas a tejer con cinco agujas, la hebra a la izquierda. No sabes dónde poner los dedos, y ya no recuerdas ni por dónde tenías que meter la aguja. Maldices el momento en que decidiste hacer calcetines, ¿para qué?, si los hay preciosos a unos pocos euros.. Pero aguantas, y sigues empeñada en domesticar tus falanges para que consigan terminar una vuelta entera. Y cuando te vienes a dar cuenta, llevas tejiendo un buen rato, y ya tienes cierta velocidad, y el calcetín empieza a tener forma.
Dos minutos. En muchas situaciones hay que aguantar estoicamente esos dos minutos, porque el resultado bien merece la pena.
Apretas los dientes, y esperas, y sigues. Dos minutos críticos. Y la crisis habrá pasado.
Este es mi primer propósito de año nuevo. Darle a todo, al menos, ese margen de tiempo.
Final de Adviento (III)
Primera semana de vacaciones de Emma. Ha sido como el día de la marmota. Cada uno de los siete días de esta semana, al despertarse, me ha dicho: hoy es (inserte aquí el día de la semana correspondiente), vamos al cole!!
Como una radio despertador, que no admite alterar sus rutinas diarias.
Cada día hemos pasado los primeros 15 minutos, yo explicándole que está de vacaciones y no hay cole, y ella erre que erre con “que llegamos tarde, vamos al cole”.
Menos mal que se le olvida, y sale de la cama, y desayuna, y se pone a ver la tele. Como a las dos horas, vuelve a caer en la cuenta de que es (inserte aquí el día de la semana correspondiente) y no está en el colegio.. Y vuelta a empezar. Sí, muy día de la marmota, esta primera semana.
Meanwhile, hemos seguido con nuestras actividades de Adviento: hemos horneado galletas, stollen, tarta de queso, y panes varios. Hemos colgado las estrellas de dry clay que hicimos la primera semana.
Asamos un pollo con todos los frutos secos que nos sobraron del stollen, y que va a formar parte de las recetas improvisadas que te hacen salivar durante toda la hora que el pollo está en el horno.
Hicimos una cena de primos, hermanos, ahijados, que Emma no disfrutó, pero que yo sí.
Y mucho. Era la primera vez que organizaba algo con Emma dormida. Un grupo selecto y reducido en el que se cuentan mis dos hermanas (una ahijada), una prima-comadre, dos primos segundos (uno compadre, otro ahijado). Dimos buena cuenta de un foie-grass traído directamente desde Francia, una morcilla de Burgos, unos buenos tomates de Tiscamanita, y un pan de un kilo, amasado con estas manitas. Así como una botella de vino conejero. Reímos, hablamos bajito, y chismeamos. Y que viva el chisme, qué sería de una cena sin chisme!.
La Nochebuena la pasamos en casa de mis padres, con una buena parte de la familia. 22 personas sentadas en una mesa enorme que mi padre montó. Y la Navidad, y como viene siendo habitual, la celebramos comiendo sobras de la noche anterior, dormitando en el sofá, y yendo a visitar el Belén Gigante que hacen en mi pueblo.
Gracias a las lluvias de este mes, el Belén está verde, muchísimo, y es una maravilla pasear por toda el montaje, con frío (está siendo un diciembre bastante frío para lo que suele darse aquí), y ataviadas para la ocasión, estrenando los regalos que trajo Papá Noel.
Y así terminamos toda nuestra actividad de Adviento. Ha sido fantástico y muy divertido ir sacando cada día un papelito y ver qué teníamos que hacer. He sacado una foto cada día de nuestra actividad, y he ido escribiendo pequeñas notas, en los mismos papelitos, sobre cada día. Se me ha ocurrido la idea de montar un álbum de fotos con estas 24 actividades, para tenerlo de recuerdo. Ni que decir tiene, que el año que viene habrá más.
Lana, algodón jerseys y picores
He terminado mi primer Lopapeysa. Y digo primer, porque estoy segura de que habrá más. Para mí, para Emma, para todos.. Bueno no, para todos no.
No recuerdo cuando fue que descubrí este tipo de jerseys, pero supe que tenía que intentarlo.
Encontré algunos patrones en la página de Lopi. Y me decidí por uno de los más sencillos. Aunque tenía claro que no lo dejaría en chaleco, sino en jersey.
Pedí la lana exacta que marcaba el patrón, allá por el 2011, y cuando la recibí, hice: pufffssss.
La lana me pareció áspera, tosca, ruda.. Y pensé, ¿cómo voy a tejer ésto? y lo que era más preocupante ¿cómo me lo voy a poner?. Tenía claro que esta lana, aparte de proporcionarte un estupendo exfoliado, podía llegar a producir urticaria. Seguro.
Y me quedé desinflada y sin jersey.
Pasó el tiempo. Llegamos al 2014, y se juntaron dos importantes factores: Mi propósito de no comprar más lana, y mis ganas de tejer (que no ponerme) un Lopapeysa. Así que sin pensarlo mucho más, lo monté.
Empecé a tejer, hasta que llegué al canesú. Monté las mangas por separado, y me dispuse a unir todas las piezas para empezar a tejer la parte divertida del patrón.
En ese momento, caí en la cuenta de que no tenía suficiente lana de base. ¡Qué raro que a mi me pase esto!!
Segundo desinfle: puuuuffffsssssssssss
Lo aparqué. Más o menos dos meses. Esta semana me dispuse a buscar soluciones: o comprar un solo ovillo, o volver a darle una vuelta para ver si podía encontrar una solución.
Deshice unas cuantas vueltas de las mangas y del cuerpo, y empecé a tejer el fair isle. Este video me ayudó mucho a dejar las hebras en su sitio, a no apretar ni a dejar demasiada lana en medio. Ya he probado esta técnica varias veces, y veo la mejora conforme aumenta la práctica. Y ahora tengo ganas de volver a tejer el PaperDolls de nuevo, o deshacer el mio, que no está del todo de mi gusto.
Y así, tejedora in extremis, again, terminé mi jersey. Y oye, ahora no lo encuentro tan picoso.
Tanto así, me lo he puesto, y al verlo Emma ha dicho: ¿Y el mío?. Así que me parece que tengo claro cuál será mi próximo proyecto.
Mientras, y como la envidia es muy fea, se ha puesto el jersey de búhos que le hice el año pasado, que ya le queda mucho mejor, y nos hemos lanzado al frío majorero.
De camino, hemos pasado por casa del tío mecánico-agricultor, y traemos una bolsa de algodón. Del de verdad, llenito de semillas, y perfecto para practicar limpieza, cardado, e hilado y que en medio de todo el proceso no pierda su suavidad.
Ahora toca averiguar cómo se hace para no dejarlo inútil y picoso.
Actividades de Adviento (II) y una receta de toda la vida
Seguimos con nuestra frenética actividad de Adviento.
Pusimos los copos de nieve, hechos con ganchillo, con este patrón super divertido de hacer, y muy rápidos. Una vez colocados, no nos quedó otro remedio que ponernos un gorro y un buen jersey y asomarnos a la calle a ver qué tal habían quedado.
A la pregunta de ¿por qué debemos ponernos un gorro Emma?, la respuesta era rápida y lógica: mamá está nevando. ¡Claro! a veces mi lógica se va de vacaciones.
Pintamos piñas, pintamos más copos, para recordar cuándo fueron nuestras primeras Navidades.
En el cole, la clase de Emma está haciendo un Belén, cada niño ha tenido que hacer una figurita de plastilina. La nuestra ha sido una oveja. Yo creo que la profe de Emma ya me va conociendo. Se nos ha quedado un poco Trancas-Barrancas. Pero, ahí está.
Y aunque andamos metidas de lleno en estas fechas, que parece que el tiempo se detiene, mi pipa de aguacate, me sigue recordando que todo sigue marchando, que el tiempo sigue pasando. Casi 5 meses después ahí está: casi 40 cm y unas hojitas.
Hicimos truchas. ¡Ay! las truchas. En esta cabeza asociativa que tengo, la Navidad viene aparejada a las truchas de batata, al encendido del árbol y al anuncio del turrón del Almendro. Es la primera vez que las preparo en casa, y tengo que decir que ha sido una experiencia tremendamente grata, olorosa y gustosamente hablando.
Esta es mi receta super particular. Puse en remojo las pasas en Anís del Mono, (y un chupito para la cocinera, fundamental para que todo salga bien). Y a hervir, una batata pelada y cortada en trozos, con la ralladura de un limón y un palo de canela. Cuando la batata está blandita, la casa huele a Navidad y el Anís te va dando ese puntito de ganas de cantar y bailar. En este momento es buenísima idea poner los villancicos de Michael Bubble. Se escurre y se machaca la batata, y se le añade, un buen puñado de almendras y las pasas remojadas. Yo compré las almendras ya molidas del Mercachona, y las pasas las corté con el cuchillo.
Se mezcla todo, y le añadí dos nueces de mantequilla. Una vez que la pasta está bien mezclada (tipo puré de papa), se le va añadiendo azúcar. Esto es super personal, ya que depende del gusto la cantidad. Yo no le echo mucho, que no me gusta el empalague.
Y finalmente, se añade canela molida, y ralladura de limón.
Se mezcla un poquito más, y ya está el relleno listo. Es importante apartar niñas de tres años que son rápidas con la cuchara, y que si te descuidas, se comen parte del relleno.
Las grandes maestras trucheras, hacen la masa de harina y demás, pero aquí nos gusta más comer que amasar, así que masa de obleas (tipo empanadillas) y a rellenar se ha dicho. Se fríen en abundante aceite caliente y si se puede, esperar a que se enfríen.
Casi lo más difícil.
Todavía quedan.. ¿Quién quiere una trucha?
Actividades en Adviento
Esta semana he inaugurado Diciembre haciendo trabajo de campo. Me he dado un paseo con botas, chaleco reflectante y casco, por la parte norte de la isla.
El paseo me ha venido estupendamente para ver lo mucho que la tierra aprecia la lluvia que ha caído, y con tan solo dos buenos chubascos, todo empieza a brotar.
De tal forma, que parece que las semillas vienen en la lluvia.
La verdad, es que hacía tiempo que no me calzaba las botas, y lo echaba de menos, para qué negarlo.
Es cierto que después de dos años en el Mirador, acabé hartita del barro, el hormigón y el casco, pero en este punto, he llegado a extrañarlo bastante.
El trabajo me llevó hasta la montaña de Tindaya. Hay que verla de frente, estar en su tierra, y poder apreciar la energía que desprende. Pocas palabras y muchas sensaciones me guardo de todas las visitas que le he hecho. Visita obligatoria en cuanto Emma crezca un poco.
Y de vuelta a casa, a poner por escrito el trabajo de campo. Ha resultado bastante llevadero, realmente. Sobre todo, porque la entrega del trabajo, viene aparejada a la palabra vacaciones. Así que me he pasado la semana, trabajando deprisa y con furia, con tal de terminar. Y por fin acabé, me falta la entrega física, pero prácticamente puedo considerar que estoy de vacaciones.
Hecho que he aprovechado para organizar un Calendario de Actividades de Adviento, o debería decir un Calendario de Adviento de Actividades??. Anyway, de lo que va la cosa, es que dentro de nuestro Calendario de Adviento de calcetines, además de los bombones de rigor, he metido una actividad para hacer cada día.
Las actividades me las he sacado de la manga, unas tienen toda la lógica del mundo en estos días, otras son lógicas para mí. La cuestión es que le he explicado a Emma de qué iba todo el asunto del Calendario. Lo del bombón lo entendió a la primera, y trata de liarme y comerse el suyo y el mío. Y lo de las actividades, pensé que no se iba a enterar de mucho, pero gran error por mi parte. Cada día me levanto a la voz de: mamá hoy es (inserte aquí el día de la semana que toque), qué nos toca hacer hoy???.
O sea, que creo que lo de las actividades también lo entendió bastante bien. Si yo pensaba que me encantaba la Navidad, tengo que reconocer que a Emma no le encanta: le entusiasma.
De momento hemos hecho copos de nieve, hemos leído todos los cuentos de invierno que tenemos, hemos terminado el Belén, hemos hecho estrellas de dry clay, hemos invitado a las tías a desayunar, hemos puesto el árbol de Navidad, y hemos colocado los copos de nieve en las ventanas. Nos quedan todavía muchos días de absoluta diversión.
Que llueva que llueva…
Aún seguimos con resaca de tormenta. El fin de semana pasado, nuestras islas se llenaron de lluvia, y de frío.
Supongo que esto es algo normal y esperable en la época del año en la que nos encontramos. Pero cuando se vive en una isla, pseudodesértica, la lluvia en sí, es un hecho extraordinario, que llena a los majoreros de alegría.
Esta lluvia fue de esas que aquí se le dice: lluvia parejita. Es una lluvia tranquila, que dura un buen rato, que no destroza, y que llena las gavias de la isla. La lluvia que esperan los agricultores, y también la que espera la tierra, que está ávida de humedad y como premio, en las próximas semanas nos regalará laderas verdes, y trastones verdes también.
Por eso, aquí la lluvia de esta forma se vive con alegría, con regocijo, y con fiesta.
Emma sigue con sus catarro intermitente, así que esta primera lluvia de otoño la hemos vivido desde detrás del cristal. Observando como corría el agua por la carretera, cómo se iban haciendo los charcos cada vez más grandes, y poniendo atención a ver si oíamos algún trueno.
De paso aprovechamos para hacer la primera actividad que se propone desde el cole: adornar un árbol de Navidad.
Lo hemos rellenado con unos mini-pompones que me traje de EEUU, allá por el 2006 y que dormían en un cajón, junto a otro montón de materiales y utensilios a los que poco a poco le daremos uso. En estos momentos me cae muy bien la Violeta consumista y previsora que hay en mí, y a la que le daba libertad para hacer y deshacer en mis visitas a los Estates. Qué cantidad de cosas que he ido acumulando y que ahora me vienen estupendamente para hacer estas actividades o pasar estos fines de semana de obligada reclusión en casa.
La segunda actividad que propuso esta vez el AMPA del colegio es un Nacimiento. Pinterest ha sido mi gran aliado en esta ocasión, y aquí estamos dándole a la brocha para hacer nuestra propia versión del Nacimiento en un cartón de huevos.
Yo hubiera pasado todo el fin de semana en medio de estas dos cosas. Pegando un poco, dejando secar, pintando otro poco… alargándolas todo lo posible. Sin embargo, aquí mi ayudante, es amante de los trabajos rápidos que se acaban pronto. Como hoy leí en el blog de Glaramknits, la paciencia no son virtudes propias de los tres años, así que supongo que actividades como estas nos ayudarán a cultivarla un poco. Tengo que ir buscando también los caminos propicios para ir curando el orgullo, la rebeldía… Y si pudiera ir acumulando dosis de paciencia para mí, también seria muy útil.
Y después de una mañana de trabajo, hay que llenar las barrigas. La crema de verdura es siempre un plato apropiado para estos días de fresco. El descubrimiento de esta semana es el queso fresco granulado del Lidl (cottage cheese). En las sopas, cremas, o caldos, queda espectacular. Otra novedad de esta crema, es que la he hecho de calabaza, pero en lugar de meterla en la crema en crudo, la he asado primero. Cada día estoy mas convencida de que podría vivir, sin muchas cosas, pero no sin mi horno!
Y por fin, uno de mis bordados de este otoño ya tiene sitio. Para que no se me olvide. Para que no se nos olvide.
Un nuevo juguete y la noche blanca
Fue este verano, cuando empecé mi aventura lanera. Fue también en esos días cuando dos de mis amigos canariones estaban por MiNorte pasando unos días.
Mi amigo Luthier, me preguntó por el proceso de hilado. Yo encontré el momento super propicio para soltar una de mis arengas favoritas sobre el lavado, cardado y finalmente hilado de la lana.
Mi amigo, Luthier e Ingeniero, me preguntó por el huso. Le enseñé el mío, y le expliqué los problemas que tenía cuando hilaba. La deformación profesional, nos llevó en seguida a hablar de centros de gravedad, aceleración centrípeta, y descripción de trayectorias.. Yo no sé en qué momento la palabra rueca salió en la conversación. Y la descripción de rueca eléctrica, tampoco.
Lo siguiente que recuerdo, es a mi amigo buscando en Google.
Una semana más tarde, yo seguía peleándome con mi huso descentrado, y mi lana de pelo corto. Fue entonces cuando me llegó un mail con unos planos, que no supe interpretar bien, más que nada porque me quedé petrificada de la sorpresa.
Unos días más tarde, recibí un whatsapp, diciéndome que el proceso había comenzado, pero que iríamos de la revolución industrial hacia atrás en el tiempo.
Hace quince días, mis amigos volvieron a Fuerte, y me trajeron este maravilloso juguete.
Es una rueca eléctrica. Construída y diseñada completamente por mi amigo Luthier-Ingeniero.
Yo estoy tan tan contenta, que no paro de mirarla. He hilado, muy poquito, porque el tiempo no me acompaña. Necesito una mañana entera con un termo de dos litros de té, música, y una gran bolsa de lana preparada para hilar. Y hasta ahora, la combinación de factores no es la adecuada.
De momento la miro, la toco, y compruebo todos sus mecanismos. Sigo maravillada con ella.
En los ratos que me quedan libres, entre la contemplación de mi rueca eléctrica, y la obligada rutina, trato de hacer listas y organizar mis must do, con mi hobbies, y no encuentro la forma de la conciliación perfecta. La lista de hobbies es alarmantemente larga, y cada día tengo la sensación de que crece. Esta capacidad mía hacia la dispersión es digna de estudio.
Y como en medio de todo, también hay que coger aire, y respirar, y salir a la calle, y bailar.. La semana pasada aprovechamos la Noche Blanca capitalina para asistir a nuestro primer Mapping Graffiti. Fue muy divertido y de cierta manera hipnotizador.