Unos cuantos años

Ayer estuve con Bélgica, festejando su cumpleaños. De camino a casa me puse a pensar en la cantidad de años que hace que la conozco, y en la cantidad de cosas que hemos compartido, casi casi como los años que cumplió ayer. Tengo un puñado de recuerdos, ¿te acuerdas tu?
– El primer día de clase, con dos coletas, llorando porque no querías entrar y quedarte.
– La pared de un patio por el que nos tirábamos juguetes, y por el que hablábamos.
– Cuando te mudaste a Tamogán.
– Un corte de pelo, después de la comunión, parecíamos dos chicazos.
– Un “Spectrum ZX” de 32 kb, y nuestras primeras incursiones en este mundo.
– La fiesta del Cotillo, desde 1984-2004, compartiendo casi tabique.
– La llegada al instituto, y nuestro único y no definitivo distanciamiento.
– Tus novios, (chica, asúmelo, siempre tenías novios).
– La búsqueda de residencia en Las Palmas.
– El primer día en la Universidad.
– Tu temblor de manos en el primer día fuera de casa.
– El subir mi maleta tres pisos por la escalera de la residencia.
– Tu primer examen de Estadística (que lo evaluaste con un 2; y en el que la calificación real fue un 8).
– La lipotimia de Dunia, que casi cuadró con un ataque de pánico tuyo.
– Un sábado por la mañana, con la música hip-hop del vecino del segundo.
– Un cumpleaños que no te lo hicieron pasar muy bien.
– El exámen para hacerte funcionaria.
– Tus sospechas de Diciembre que se cumplieron en Enero.
– Cuando se casó Mónica, que casi no llegamos.
– Tus esfuerzos por mantener esa “chispita” encendida, cuando sabes que siempre se acaba apagando…
Chacha!! de cuántas cosas me acuerdo. Me doy cuenta de que han pasado los años y nosotras seguimos aquí, más o menos en el mismo sitio. Me pregunto cómo seremos dentro de otros tantos años como los que han pasado, ¿Buscamos un agujerito por donde poder mirar?.
De nuevo: ¡Feliz Cumpleaños!

Con una menos

Pues sí. La historia viene de atrás.
Cuando yo era adolescente… no, no tan atrás.
Hace algunos años un dentista me dijo que tarde o temprano iba a tener problemas con mis muelas del juicio. Bien, estas dichosas muelitas (que dicho sea de paso, no sé para que salen, están tan atrás que no cumplen con su tarea de masticar los alimentos, porque la comida nunca, nunca llega allí, siempre se acaba antes; y cuando salen, que no es en todos los casos, cómo duelen las puñeteras!!), llevan algún tiempo dándome la lata. Y yo que soy un poco brutita, pues me he ido aguantando las molestias, las infecciones, los dolorcillos…
Este sábado pasado, una de ellas (lado superior izquierdo) decidió deshacerse de una parte, como quien se despoja de algo viejo. Noté en mi boca, como arena, piedritas… Quedé horrorizada al darme cuenta lo que podía ser. Intenté tocar la muela restante con la lengua, imposible, no me llega tan atrás, así que a lo bruto, espejito, boca muy abierta y unos pocos juegos malabares… Sí, me falta un trozo!!!!
Así que a esperar al lunes a pedir cita. Cita concedida para el miércoles.
Miércoles a medio día: Tu turno, el dentista Rodrigo te está esperando.
Para mi sorpresa, Rodrigo es muy guapo y jóven, y yo con la cara medio hinchada, sin nada de maquillaje, y con un humor….
Me acuesto en ese sillón (potro de torturas), y con una simple mirada me dice: Sí, está mal, pero si quieres te la saco ahora.
Mi primer impulso fue salir corriendo, total aguantar puedo hacerlo un poco más, pero al intentar incorporarme, me dí cuenta de que algo me sujetaba, primero era la mano del tal Rodrigo haciendo leve presión sobre mi hombro, y lo segundo una cadenita que me habían colocado para que no se me cayera ese baberito de papel que te ponen al sentarte.
Estaba atrapada!. Así que me limite a sonreir, entonando un: Bueno, si es la única opción.
Cuatro minutos más tarde ya la había sacado de mi boca, y me la enseñaba todo orgulloso.
Mi cabeza solo pensaba: ¡Por Dios! quítame eso de delante.
Ayer y hoy, todo el día a líquidos, cosa que me viene de cine.
Una menos! y creo que de juicio también!. (Tengo alguna otra cosilla que hacerme en la boca, no sé, seguro que alguna caries tendré, prepárate Rodrigo, que ahora voy a desplegar mis encantos)

Volví a a la vida

Ayer, a las 9:15pm volví a la vida.
Lo hice escuchando música, buena música que solo hacen unos pocos.
Empecé escuchando canciones sueltas de un disco llamado “Bolsillos”. El teatro estaba repleto, hubo overbooking, y había gente que estaba incluso de pie.
El escenario estaba cuidado en extremo. La decoración era sobria, pero suficiente para hacer de aquel espacio, un sitio lleno de calidez.
Pedro entró, se sentó, y tocando su guitarra, fue capaz de hacerme volver de un sitio lejano, donde habito desde hace casi 10 meses. Estaba solo, con camiseta de color gris igual que los pantalones, de calzado unas AllStar de color negro. Empezó a tocar, empezó a cantar. Entre canción y canción nos regalaba sus pensamientos, sus reflexiones. Fue increíble escuchar en directo “Daniela” (Marcos dónde estás???, cómo te echo de menos!!!), y “El marido de la peluquera” (Nicole, siempre te brindaré esta canción, da igual el tiempo o la distancia). La voz de Pedro es tranquila, sosegada. No hace muchos giros, pero es agradable a los oídos, es capaz de embriagarte, y dejarte en un estado como hipnótico.
Y es que ya no puedo negar lo que me atrae este mundo, esta vida; lo capaz que puedo ser para resolver pequeños detalles que hacen posible un espectáculo de luz y de sonido como el que viví anoche.
El concierto en general estuvo muy bien, salvando pequeños de detalles que no comparto y que pueden incluso molestarme un poco (los móviles encendidos, la gente tan cazurra, y la demagogia, lo siento pero no me gusta el apláuso fácil).
Aún así, hoy le doy gracias a todo lo que Pedro trajo en sus Bolsillos, porque me hicieron volver al mundo de los vivos donde quiero estar, donde quiero vivir.

Necesito…

El fin de semana ya se acabó, y ya estoy de nuevo en este cuarto que dice ser mi oficina. La mesa está llena de papeles, de vales, de albaranes…
Pero yo no estoy aquí, yo sigo en mi camita, acurrucada entre las mantas, teniendo en mis brazos un perrito de color azul. Trufo está acostado a mi lado, y dormita como yo.
Porque hoy necesito aislarme del mundo. Necesito que alguien venga y me diga cosas como “mira que eres tonta”, o “chiquititaaaa”, con ese acento tan peculiar.
Hoy necesito mimos, cariños, atenciones….
Sé que hay más de uno/a, que estaría dispuesta a dármelos, pero soy tan tonta como para no pedirlos. Al único que me atrevo a hacerlo, parece que tampoco puede acceder a mis peticiones, y aunque está al otro lado del teléfono, tengo la sensación de que tampoco está, y que como yo, está aislado del mundo, puede que su cuerpo esté escuchando mis desdichas, pero estoy segura de que él realmente está acurrucado entre las sábanas de un piso de abajo, que suele ser húmedo y solitario.

Las cinco del viernes

1.¿Cuál es el mejor hotel en el que has estado?
Sofitel Chicago O’Hare. Hace menos de un mes. Un sobresaliente en todo!.

2. ¿El mejor restaurante?
Supongo que el Fabiola, en Fuerteventura. Las cantidades son lo mejor, hechas a medida de mi cuerpo 😉 El postre exquisito.

3. ¿La playa mas increible?
Piedra-Playa, El Cotillo, Fuerteventura. Llegar, poner la toalla, no ver a casi nadie durante el rato que estás ahí, y olvidarte del mundo.

4. ¿El viaje mas recomendable?
A Madrid con las tres locas que forman mi familia postiza. Aunque con ellas, es recomendable hasta ir al bar de Pablo a comernos una ensalada.

5. ¿La puesta de sol mas impresionante?
En el muelle del Cotillo, o detrás del Castillo en Piedra Playa.

Me acabo de dar cuenta contestando esto, que todo lo que realmente me gusta lo tengo aqui, pero he de irme lejos para poder necesitarlo y valorarlo.

Reencuentros

Hoy he leído esto.
E inevitablemente me he sentido identificada. Porque hubo una época en mi vida en que compartí un montón de cosas con un amigo. Un té, yo con leche él con limón. Un montón de horas en clase, el almuerzo en el aparcamiento de Teleco, con la banda sonora de la SER que nos daba su coche, muchas charlas…. Y luego llegó su novia, que más tarde fue su mujer
… Y luego trabajamos, durante dos años, juntos en la misma oficina de proyectos, situación que me permitió seguir viéndolo a diario. Meses más tarde nació su nena, que pude conocer cuando tenía casi un año. Me imaginaba, cuando estábamos en Teleco que esta niña podría ser una cuasi-sobrina… Finalmente, ha sido una desconocida más.
Como yo lo soy para su mujer. La única diferencia es que ella ha decido concentrar en mi persona todos sus miedos, todos sus odios, todos sus celos…
Resultado: Hace casi un año que no veo a mi amigo. Hace casi dos meses que no hablo con él. Y me he dado cuenta hoy, de que la esperanza de que nos encontremos, pasa casi por encima de un divorcio…
Extraño sus historias, sus reflexiones, sus comentarios…. su acento y su forma de hablar.
Extraño a sus hermanos cuando se reían de mi, al llamar por teléfono.
Extraño escuchar la cadena SER con él, y comentar todo lo que oíamos.
Extraño incluso los exámenes de dibujo, organización, resistencia, mecánica….
Extraño su comprensión, su mirada de aliento, y su ” si es que soy un cacho de pan con ojos”; “corre más que zapatillas”, o “¿qué mas quieres?: pan, plátanos y perras p’al cine???”..
Extraño mirar sus ojeras cuando trabajaba de noche.
Extraño poder consultarle cualquier cosa que se me ocurriera.
Extraño no contarle mis cosas, mis miedos, mis risas….
Le extraño sobre todo, porque él me enseñó y demostró que la amistad sincera y de corazón entre un hombre y una mujer es posible.
Me da rabia pensar que toda esta situación es producto de unos celos enfermos, padecidos por una persona que no quiere dedicar dos minutos de su vida a analizar si quiera, si pudiera estar equivocada.

Lavaensa: Buenos días!

De 07:00 am a 15:00 pm, cada día, entre otras cosas, he de contestar al teléfono.
Y no entiendo una cosa, si yo digo:
-Lavaensa, buenos días.
¿Ustedes entienden Parada de Taxis?, o ¿Asociación de Taxistas?, o ¿Transporte de algún tipo??.
Porque resulta que en algún lado por ahí, el teléfono de mi oficina consta como parada de taxis, y claro la gente llama reclamando un servicio. Pero yo respondo, alto y claro:
-LAVAENSA, buenos días; y el interlocutor me responde:
-Oiga, venga a la calle tal el número cual!. A lo que yo respondo:
-No, mire, esto no es la parada de taxis.
La mayor parte de las veces me encuentro con contestaciones como:
-¿Cómo que eso no es la parada de taxis, si me acaban de dar el número? (con una voz bastante impertinente); a lo que mi aguijón de escorpión se me pone a punto para contestar:
-Pues se lo han dado mal, y esto no es la parada te taxis, y no tengo ni idea del número.
La voz al otro lado sigue siendo borde, y me dice:
-Pues a mi me acaban de dar el número.
Respuesta: -Señora, que le digo que esto no es y que se lo han dado mal!!!! Y haga el favor de colgar que me está ocupando la línea, con la de llamadas importantes que recibo yo al día en esta oficina!!!.
Cuelgo. Cuelga.
Dos minutos más tarde, suena el teléfono, el mismo número. Contesto:
-Lavaensa, buenos días!.
-Oye, eso no es la parada de taxis???.
-No señora, este número no es.
Dos minutos más tarde, suena el teléfono, el mismo número. Contesto:
-Lavaensa, buenos días!.
-Parada??.
-No, está equivocada.
Dos minutos más tarde, suena el teléfono, el mismo número. Contesto:
-Sí?
-Mire, puede venir un taxi a la calle tal, al número tal?.
-Sí señora, espere en la calle, que ya sale para allá.
Y es que llega un momento en que me desquicio.