Ayer, una lagrima se echó a volar
Y en tu barriguita se empezó a pintar
Un espacio nuevo entre tu piel y el mar
Ayer todo superó la realidad
Nada era mentira todo era verdad
Hojas secas te cubrían los pies
Ayer no habían más palabras que decir
De tu ombligo yo era un aprendiz
De tu cariñito el hombre más feliz
Ayer/Gian Marco
Ayer después de unas compras aceleradas con mi mamá, me quedé en el supermercado, porque ya me cansé de ver cómo llora la nevera, y oir el eco de los armarios de la cocina. Cuando estoy yo sola, estos ruidos me hacen compañía, pero estando acompañada, deduzco que esos sonidos son más bien de queja, de la necesidad de llenar los estómagos.
Me quedé en el super como digo, lista en mano, ojos avizores.. y venga a llenar el cesto. Tengo que decir que a mi me gusta mirar las cosas con cierto detenimiento, comparar los precios.. Mi radar de detección del menor precio se pone en marcha rápidamente, y encuentro siempre el producto que mejor se adapta a mi bolsillo. Me gusta hacer la compra sola.
Cuando ya estaba en la cola de la caja, llamada telefónica:
– Ya estoy. Sales ya?.
Y quince minutos más tarde ya estaba en el coche de camino a casa. En esa breve espera se cruzó un pensamiento por mi cabeza: El escenario es distinto pero los sentimientos, y las sensaciones son las mismas.
Unas horas más tarde, ya tenía organizados todos los menús de la semana, y la comida del día siguiente (hoy) al fuego. Mientras repasaba mentalmente las tareas marcadas, de nuevo el leve pensamiento anterior vuelve a aparecer, ahora con más fuerza para que realmente le preste atención.
Y sí. Sólo cambia el escenario, que a día de hoy, me gusta. Todo lo demás es igual, y me siento tranquila. Por casi primera vez desde que estoy aquí, sentí esta tranquilidad que da tener las cosas encauzadas, la seguridad de que ya no vendrán más cambios inesperados, que es posible que cambien algunas cosillas, pero que definitivamente mi vida no va a ser muy diferente de lo que es ahora.. Qué le voy a hacer, soy un animal de costumbres, y la intuición de la posible rutina, me da la tranquilidad que necesito para afrontar los cambios que se den.
Imagino esos ecos acompasando tu voz. Los quejidos de tu nevera haciendo comparsa de tu risa de hielitos diminutos…
Y mientras, yo apresto los oídos… me ves?
envidia de la buena, esa tranquilidad es la que quiero encontrar yo…ya voy en camino pasate la receta jijiji.. Saluditos