El 9 de enero de este año, intentando parecerme a Isabel Allende, me senté delante del ordenador, a reconectar con Sonia, Pedro y Tía Enriqueta.
Desde noviembre del año anterior, fui acumulando notas y datos, que creí importantes para continuar.
Así que cuando me senté, tenía algunas palabras sueltas, y algunas ideas. No era la hoja totalmente en blanco.
Durante un montón de mañanas, acompañadas por Raúl Ornelas y su Manual de lo Prohibido, me senté delante del ordenador. Unos días me salían 1500 palabras, otros, no llegaba ni a 400… Algunos días dejaba la mesa con tal motivación que sentía que iba levitando por el día… Otros, sentía un peso terrible en las espaldas, que casi no me dejaba avanzar.
Y así me puse en el final de mayo. Yo tenía una planificación perfectamente organizada, y empecé a ver que los días se me iban acercando, y yo no había llegado ni a la mitad de mi objetivo de palabras.
En ese momento, me dispuse a derribar una terrible creencia que tenía incrustada en mi cabeza. Hasta ahora, escribía 1500 palabras, aprox. Porque era lo que me salía en la hora que tenía para escribir. Así lo hice para el Manual de Adviento y el Manual de Primavera. Durante la escritura de estos dos libros, yo tenía un chorro de cosas más a las que prestar atención. Este año, por circunstancias varias, no tenía tantas cosas a las que atender, sin embargo, yo seguía escribiendo solo una hora al día. Mira tu si es limitación.
Cuando me di cuenta de esto, me senté delante del ordenador, sin reloj y sin objetivos palabriles. Y se hizo la magia. Unos días 3000 palabras, otros hasta casi el doble.
Fulminé la creencia y me descubrí frente a otras muchas posibilidades de desarrollar la misión que me había puesto por delante.
A finales de junio, pude decirme aquello de misión cumplida. Punto y final al manuscrito, tal y como había previsto en mi planificación.
De ahí corrección, ilustración, revisión, maquetación, revisión y finalmente impresión.
Y aquí está. El manual de verano es ya un libro físico o digital. Para gozo mío y disfrute de ustedes.