Mañana, los canarios celebraremos el Día de Canarias. Celebramos el aniversario de la primera sesión del Parlamento de Canarias. Y no deja de resultarme curioso.
Estamos de resaca electoral.
Espérate, que voy a intentar no meterme en un jardín, pero si me callo, me salen subtítulos, como dice el meme.
Esta tierra, no es una tierra cualquiera. Es la mía. Me acoge, me reconoce, me sustenta y me duele.
Y lo que ha pasado estos últimos cuatro años, entre pandemia, volcán, y todo lo demás, han hecho que sintamos que vivimos en un auténtico esperpento. Cosa que no es nada extraño cuando los señores y señoras que se sientan en el Parlamento se empeñan, principalmente, en seguir ordeñando una cabra que por edad y rendimiento, ha de retirarse.
Venimos diciéndolo hace rato, pero claro, nosotros no nos sentamos en el Parlamento, aunque se supone que somos nosotros los que hemos decidido (ay que chiste) quiénes sí han de hacerlo.
Una vez cogen el acta, y algunos la medalla, se olvidan de quién los puso ahí y a condición de qué. Y vuelta a lo mismo: seguir ordeñando a la pobre cabra que ya no quiere dar más leche.
Seguiré diciendo No a la saturación, a la masificación, al ruido, a la improvisación de proyectos, al despilfarro de recursos. Ya no somos cuatro gatos los que lo decimos así, abiertamente. Quiero vivir aquí, en mi casa, en esta tierra, que me reconoce cuando la miro.
Voy a seguir diciendo ustedes, guagua, balde, gaveta, sapato y grasias. Y voy a seguir saliendo de casa a saludar al vecino, que conozco hace 30 años.
Ojalá la resaca pase y me devuelva la alegría e ilusión con la que ayer dejé mi papeleta en la urna.