La primera vez que crucé el charco, fue por un hobby.
Hace casi 20 años de ese primer viaje, y todavía lo recuerdo como uno de los mejores de mi vida. Luego está Dubai, pero eso es otra historia.
Toda la vida crecí con el sueño de ir a EEUU, ya sabes de qué generación soy, y Hollywood hizo muy bien su trabajo conmigo. Crecí fascinada por los rascacielos, los taxis amarillos, y el glamour de ir con un vaso bebiendo por la calle. No me juzgues.
La vida pasó y yo tenía ya un cuarto de siglo y no encontraba ni la excusa ni la compañía adecuada para montarme en un avión enorme y cruzar el Atlántico, pero, la cosa cambió con una película, ¿cómo no?
A finales de los 90 se estrenó en España la película de Winona Ryder: Donde reside el amor, y la película bien y bla bla bla… pero lo importante de esa película era aquella tremenda colcha hecha de un montón de trocitos por un grupo de mujeres. Si hace tiempo que me lees, sabes que muevo las manos cada día, y que me flipan casi todas las manualidades, pero en mi corazón, mi amor eterno es el patchwork. Desde ese primer momento que lo ví en aquella película. Afortunadamente, internet estaba ya empezando a formar parte de nuestras vidas, y la información llegaba con cierta facilidad.
Mi amiga MaryCarmen me acompañó en este delirio que me dio por los retales y el acolchado. Nos pusimos como locas a buscar materiales, técnicas, incluso clases. Y las encontramos. De esos meses hicimos la rutina de juntarnos los viernes por la tarde con nuestros cachitos de telas. Y con esto como excusa nos fuimos a Chicago, unos cuantos años más tarde.
Ese fue el primer viaje de patchwork que hicimos. ¡Cómo lo disfrutamos! Llegar a aquella feria enorme llena de telas, técnicas, muestras… era el paraíso. Cuatro años seguidos nos subimos al avión para irnos a nuestra Disneylandia particular.
Desde esos años, cada vez que viajo, procuro visitar una tienda de patchwork o de lanas. Algo que no es fácil, porque nada tiene que ver viajar con personas que tienen los mismos intereses que tu, a hacerlo con gente que todo lo que a ti te emociona le suena a chino.
Mi técnica estos meses está siendo la del 50/50. A mi compañera de viaje, a.k.a. mi heredera, le interesa el manga y todo lo que lleva aparejado, así que el trato es: una tienda manga, una tienda de lanas. Por el momento bien. Veremos si pongo en práctica la segunda fase de mi misión, que es engancharla a mover las manos, para poder ir juntas a las ferias, que es lo que mola de verdad. Ahora me aguanta una tienda, para soportar una feria de varios días, necesita de más pasión.
De momento, le enseño patrones que sé que le van a gustar, y que me pide que le teja, o le cosa… en un par de meses le propondré que lo haga ella misma. A ver cómo me va. Me voy a emplear a fondo con ello, porque las ganas que tengo yo de ir a una feria de mis pasiones, se me están acumulando.
Tu vente a Barcelona con unos días de antelación para que tu mariposita nos conozca lo suficiente y ellas ya se trazan plan alternativo mientras nosotras vemos lanas