Rigidez mental y el horno encendido

Hace ya tiempo que me dí cuenta de que mi cerebro es poco dado a los cambios, y muy rígido para las rutinas.
Pueden ser cosas simples y sin mayor trascendencia, pero que alterarlas suponen un descoloque total de mi existencia.
Por ejemplo, siempre me siento en el mismo sitio en la mesa; las cosas en la nevera siempre están en la misma posición; abro los regalos buscando la cinta adhesiva, sin romper el papel; salgo de casa por la mañana a la misma hora (9:43). Cuando compro algo para ponerlo en casa, durante los primeros días lo voy moviendo sutilmente por varios sitios, hasta que encuentro el lugar adecuado. Me lo pienso un poco antes de ubicar cualquier cosa, pero es más que posible que ahí se quede por siempre jamás. Así, a grandes rasgos, se podría decir que tengo un TOC bastante acentuado, y bueno, no voy a ser yo quien lo niegue rotundamente.
Soy de esas personas que de forma espontánea no tiende al caos. Qué le voy a hacer.
Ya sé que está de moda ser un “desastrillo”, tender al caos, y no ser organizada. Es muy cool, en estos días.
Así que he asumido que de momento estoy old fashioned. Mi agenda tiene entradas diarias y prácticamente todos mis movimientos están cuidadosamente planeados, desde las cosas relacionadas con el trabajo a los menús diarios.
La cosa es que, a veces, me doy cuenta de que cuando las cosas no son como suelen ser, me quedo desubicada. Hace unos días, llegué a clase de yoga, y la profe había cambiado totalmente la distribución de la sala. Me quedé parada, intentando reprimir las ganas de volver a ponerlo todo como estaba. Respiré hondo y me dispuse a la práctica con cierta ansiedad.
Me vine a casa pensando que igual la rigidez me está ganando terreno, así que he tomado cartas en el asunto. Pequeños actos, grandes consecuencias.
Me he comprado el conocidísimo “Destroza este diario“. No sabes lo que me cuesta. Romper y destrozar por gusto es un esfuerzo titánico para alguien como yo. Sin embargo, después de destrozar algunas páginas, soy capaz de ver el lado positivo, incluso de encontrar satisfacción. Me ha servido para darme cuenta de lo mucho que tengo recortada la espontaneidad, y por extensión la creatividad.
Otra cosa que he hecho es un asado, un martes. Porque en mi cabeza los asados se hacen los domingos, como que las lentejas se comen los lunes. ¿Por qué? pues ni idea, pero así esta fijado en mi cerebelo.
Y ya para rematar, he hecho un roscón de reyes en febrero! En plenos carnavales.. Vamos, un despiporre.

6 opiniones en “Rigidez mental y el horno encendido”

  1. Y te quiero como eres, porque sin personas como tu el mundo no sería bonito.
    pd: te vas a divertir con el diario, lo tengo parado hace años pero me has recordado que hay que salir de las rutinas.

  2. Ojo que desorden y rutina no son incompatibles. Yo soy un verdadero desastre en eso de tener "un sitio para cada cosa, cada cosa en su sitio" y aunque puedo vivir (y trabajar) con todo desordenado a mi alrededor, soy una amante de las rutinas. Me fastidian mucho los días con acontecimientos espaciales. Voy toda la semana estresada autorecordandomelo y luego soy de las que se acuerda en el último minuto que tenía cita al dentista.Todo lo contrario que tú, vaya.
    Te canvio un poquito de caos por un poquito de orden cuando quieras

  3. Pues chica, yo de esas personas desordenadas y caóticas que va llorando por los rincones deseando ser más organizada. Estoy en ello, poco a poco. Yo planeo mucho mi agenda, también los menús, hago listas, reparto tareas… y luego no sigo absolutamente nada! Y no veas qué frustración! No sé por qué, siempre se me pone todo del revés. Pero ya te digo, poco a poco cada vez voy consiguiendo el orden en mi vida.

  4. Ese roscón a destiempo es fantástico!!!

    No hay nada como comer estas maravillas pasteleras en la época que no es habital para saborearlas con mas ganas…

    Me encanta tu mundo amiga !!!

    Mil besos!!!

    🙂

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *