Aquí estoy, mi primer lunes con 43.
París era una fiesta
La primera vez que pisé París fue en 1996, y ya cuando me metí en el avión de regreso a casa, tuve la certeza de que volvería.
La segunda vez fue en 2009, y aunque tengo todo el viaje como en una nebulosa, porque mi cerebro ha decidido prescindir de esos recuerdos, si que tengo clara la misma certeza al regresar.
La tercera vez fue en 2016, y tengo ese viaje fresquito en el recuerdo y todas las emociones que experimentamos.
Acabamos de volver de mi cuarta vez en París.
No sé si me une algo físico, o místico y todavía sin descubrir, con esa ciudad. Pero la realidad es que desde que pongo un pie allí me siento florecer. Me invade la fé, y me creo que todo, absolutamente todo es posible. NotreDame me cambia la energía, y me deja sumida en un estado que me resulta muy difícil definir, pero que se le acerca bastante a lo que siento determinados días frente al Atlántico.
Sus calles, sus parques, y la majestuosidad de sus edificios me atrapan por completo.
Esta vez nos fuimos a patear París. Sitios típicos, y sitios reservados para los parisinos. Con un guía de excepción, y con una niña ávida de descubrimientos.
Yo me quedé enamorada, una vez más, del otoño y los árboles.. a Emma le encantan las pirámides del Louvre, y la Torre Eiffel. Se pasa el camino buscándola entre los tejados. Sorprendiéndose cada vez que la encuentra.
Paseamos por el Sena, y comimos los mejores macarons de París, que no son los de Ladurée como se dice por ahí.
Volvimos a EuroDisney, y volvimos a dejar a un lado los complejos y los prejuicios (míos sobre todo), y saltamos y brincamos como si las dos tuviéramos la misma edad. Tengo que reconocer que en esto Emma no tiene ningún mérito. Y volvimos a emocionarnos con el espectáculo nocturno.
De este viaje me traigo la capacidad de expresión que tiene Emma. Es capaz de verbalizar sentimientos y emociones, y de hacerlo sin dificultad. Nunca había reparado en ello con atención, pero en este viaje mi di cuenta de que tal vez esto puede no darse siempre, y de ahí derivarse algún que otro problema.
Nos volvimos a casa, y ya en el avión, decidimos que en cuanto llegáramos, lo primero que haríamos, sería poner la hucha para volver.
Música, punto y cheesecake
Es lunes, y primero de mes. Estoy flipada? Estoy flipada.
Vete para atrás, y lee, que lo he dicho un montón de veces. Me flipo con la hoja en blanco.
A estas horas, ya tengo tachada la mitad de la agenda de hoy. Cómo cambian las cosas cuando las acometo con ganas.
Aprovecho el descanso para venir aquí y dejar unas letras. Que hemos vivido otro fin de semana de esos de mucho hacer de todo.
El viernes tocó Guineo Colectivo, que si no lo has escuchado, no sé a qué estás esperando. Encima lo hizo en un escenario que tiene que ver con parte del trabajo que he hecho este verano. Es reconfortante ver que lo que hago no solo se queda en los papeles. Y ciertamente, el montaje quedó espectacular.
El concierto fue estupendo, como siempre. Los pies se te van solos, y ver a LaBajista ahí dándolo todo me llena de orgullo y satisfacción, como decía aquel.
Aprovechamos el paseo por el recinto para que MiMariposita se diera una vuelta por la fiesta. Siete años tiene, los mismos que ha estado sin ir a “los cochitos”. Aquí tengo un puesto de honor en la lista de malamadre. O eso me dice todo el mundo. Yo creo que ha vivido perfectamente y feliz, sin haber pasado por aquí.
Encontramos a una amiga suya, y sirvió de excusa para probar algunos, tampoco te creas que se flipó mucho. Mostró “interés colectivo” que suelo decir. No sé si esto sentará precedente, o pasará sin pena ni gloria. Espero, que más lo segundo que lo primero, por mi bien mental.
El resto del fin de semana entre otras obligaciones y paseos, hicimos una cheesecake de chocolate. Por deseo expreso de la pinche. He conseguido un molde pequeño, y con el libro de Alma Obregón de recetas, esto es coser y cantar, o cantar y cocinar, mejor dicho.
He visto lo entusiasmada que estaba Emma cocinando, y las ganas con las que se comió su trozo de tarta. Esto me ha dado una idea maravillosa, para conseguir que pruebe más comidas. No entiendo cómo no se me ha ocurrido antes.
Y ayer con silencio, calma y mucho bienestar, he terminado mis nuevos calcetines. Los he llamado Carabela Portuguesa. Los empecé hace unas semanas, y en tres días hice el primero y toda la pierna del segundo. Solo me quedaba el pie del segundo calcetín. Lo retomé, más pendiente de la serie que del patrón, y continué por donde no era. Me di cuenta al llegar a la puntera, y esta vez, y sin que sirva de precedente, no tiré de la hebra. He decidido salir de mi zona de confort, y abrazar mis errores. No sabes lo que me está costando, si te digo la verdad.
Es un gran patrón, y pese al fallo, estoy contentísima con el resultado y deseando estrenarlo.
El día de Isabel Pantoja
Ayer fue día de fiesta aquí, aunque realmente el día de la fiesta es hoy. Esas cosas que se hacen desde los despachos para quitar días laborales.
Se celebra el día de la Patrona de la isla. La Vírgen de la Peña. Que si nunca has oído hablar de ella, te invito a que le preguntes a Google. El sitio es bonito de ver. La tradición dice que hay que ir vestido de romero, y en romería. Subir una montaña, bajarla, y luego caminar en llano unos cuantos kilómetros. Durante todo el día van llegando romeros o ciclistas. Ayer más los últimos que los primeros.
Yo lo de las aglomeraciones lo llevo mal, pero el paseo no me lo pierdo. Así que vamos en coche, y por la mañana, cuando todavía no hay demasiada gente. Hasta que MiMariposita tenga ganas de ir andando, que cuando llegue ese momento, no me voy a poder librar.
Ayer fuimos, cumplimos con el resto de la tradición, y nos volvimos a casa.
Antes, pasamos por la finca de los primos y nos llevamos como 6kg de mangas, con permiso por supuesto, que eso de robar fruta está muy feo.
Estando allí, me reafirmé en la necesidad que tengo de tener jardín, árboles, huerto, y el abrir la ventana y ver tierra. Todavía queda un poco para eso, pero mi jubilación la tengo clara, en cómo y en dónde.
Ya en casa, como cada viernes: pasta y helado. Y siesta.
Normalmente no duermo siesta. Nunca. Y MiMariposita tampoco. A los 18 meses decidió que lo de la siesta era una pérdida de tiempo y nunca más. Así que a medio día en esta casa, unas leemos, o tejemos, y otras juegan sin descanso. Pero ayer, el paseo mañanero, el calor, la pasta… pues me dormí. Tranquila y plácidamente. Y qué bien sienta la siesta, la verdad.
Cuando me desperté tenía la merienda preparada, con todo lujo de detalles.
Realmente me doy cuenta de cómo ha pasado el tiempo por nosotras por estas cosas. Que yo me duerma una siesta y que ella venga a dejarme cosas al lado, mientras me respeta el sueño. Siete años nos han traído hasta aquí. Y creo que antes era tal vez más cansado, pero menos difícil.
Estos días me sorprendo ante preguntas a las que tengo que darle cuarenta vueltas antes de responder. Y creo que peor la mejoría. Ella tiene una curiosidad infinita, me pregunto de quién la habrá heredado (ironía), y aunque responder en plan Capitán Fantastic me parece ir muy lejos, sí que no quiero caer en mentiras, falsedades o inventos. Por eso me planteo cuarenta veces cada respuesta.
Y en medio de estas cuestiones me da por poner la tele en el ordenador, que la tele de verdad está completamente monopolizada, para empezar a tejer mientras me distraigo con ruido de fondo. Y pongo telecinco, y veo que Isabel Pantoja está hablando en directo. Y les veo las caras a los comentaristas. Y la oigo decir que la hija no la llama porque ella la va a regañar porque no le gusta cómo la hija maneja su vida. Sigue hablando. Desahogándose. Y yo ya no oigo a Isabel Pantoja, estoy oyendo a una madre que está triste, angustiada, y muy desesperada. Y encima no es algo que ella sola sepa, o en su círculo, sino que un tema público en el que todo el mundo opina.
Y no voy a entrar en si cobran o no cobran, en si se lo merecen o no.. no me importa nada de eso. Lo que me paraliza es que una madre sienta eso. Qué puede ir pasando a lo largo de la vida de una relación madre-hija para que se llegue a esto.
Entro en el debate interno horrible de que si haces las cosas de una manera consigues unos ciertos resultados, o si lo haces de otra, otros. Y de pronto caigo en la cuenta de que puede que todo eso de igual. Las cosas a veces no son como uno quiere/pretende, y nada puede hacerlas cambiar. Somos personas distintas, los hijos de los padres, cada uno tiene su carácter, su ego, su manera de funcionar. ¿Y si no nos entendemos?. Se me hace un nudo en la garganta y en la barriga. Me pasa una gota de sudor frío por la espalda imaginando a una Mariposita rebelde, inconsciente, con mala vida, y sin nada que hacer para evitarlo.
Isabel Pantoja termina de hablar. Le ha regalado 1hora y 20 minutos de supergloria al programa que probablemente sea el que peor la trata. No tengo muchas dudas de que esto tarde o temprano terminará añadiendo ceros a su cuenta bancaria. No me importa. Hoy, Isabel Pantoja, a mi me ha descubierto una posibilidad que hasta ahora no contemplaba, y es que aunque lo hagas muy bien o muy mal con los hijos, nada te garantiza los resultados que pretendes. Puede que ahora esté entendiendo lo que dice mi madre con mucha frecuencia: qué te queda, confiar en ellos (los hijos) y rezar. Pues va a ser eso.
Yo apago la tele, y me pongo a Fredi Leis, que estos días me hace mover los pies, y me despierta las mariposas, y tejo, tratando de entrar en el modo piloto automático, que Isabel Pantoja hoy me apagó.
Lunes de plantas y lentejas
El secreto del trigo transformado
He venido a actualizar mi pobre blog. Ya nadie lee blogs. Y ese es el principal motivo de que a mi me den ganas infinitas de venir aquí a vomitar letras. Me siento a salvo escribiendo para mi.
He puesto el spotify, y ha empezado a sonar Santiago Cruz, y me ha entrado la nostalgia. Santiago Cruz es el verano del 2010, MiTrinchera, MiCubano y su manera de devolverme el sueño y las ganas de vivir. Es Vecindario con viento, contar Perseidas sobre el techo de un Pathfinder, y es también una piedra. Dolorosa, angulosa, y con liquen tipo chicle. Casi no me la quito de encima, la verdad. Pero lo logré. Todo lo anterior me ayudó mucho. Y también Santiago Cruz.
Ya se va acabando el verano. Estamos en casa. MiMariposita ha cumplido 7 años, entre un montón de LOL y de música de Guineo Colectivo. Hemos bailado mucho, disfrutado de la playa otro tanto, y sobre todo hemos pasado largos ratos con LasNiñasdelGurú. Ha sido un verano de construir recuerdos. Sé que los veranos en NuestroNorte, formarán los recuerdos a los que ella quiera volver desde que sienta un poco de perdida. Creo firmemente en ello, y por eso me doy a este trabajo con la pasión de un artista.
También hemos aprovechado para leer, y hemos terminado el Príncipe Caspian. Para el próximo, mucho me temo que ya no me va a necesitar, y lo leerá sola. No te creas que no me da un poco de pena el asunto.
Ayer, para ir volviendo a la rutina de la forma menos dolorosa, saqué a Fefi de la nevera. Fefi es mi masa madre de centeno. La refresqué dos veces, y ella despertó con alegría. Creció hasta casi salir del bote. Hice un pan integral, tipo hogaza, que es con lo que desayuno cada mañana. Pero como todavía tenía un montón de masa madre, me decidí a hacer otro pan. Cuando ya tenía la masa madre separada y le había añadido lo que quedaba de la harina de espelta, y me fui a buscar más, comprobé con horror que no tenía.
En ese momento de pánico, respiré hondo, e invoqué la sabiduría de los panaderos que conozco. Sin dudar me fui a la nevera (sí, yo guardo todos estos ingredientes en la nevera) y cogí el gofio. Gofio de trigo LaPiña, que es el que usamos nosotras.
También saqué del congelador las naranjas confitadas que tengo para los roscones, y por un momento me sentí Alfredo Lingüini manejado por el Chef Remy. Lo que me viene muy al caso porque estoy leyendo La mujer habitada, y por el momento todo me parecen señales y mensajes.
Al caso, que me despisto.
La cosa es que completé mi pan de masa madre de centeno, agua y harina de espelta, con gofio. Le puse las naranjas picadas, semillas de amapolas y chips de chocolate; y su pizca de sal.
Lo amasé un poco, y lo dejé levar dos horas. Pasado ese tiempo, lo formé en forma de pan de molde, y lo dejé reposar otra hora más ya en el molde rectangular. Pasado ese tiempo lo metí en el horno, casi otra hora más a 220ºC.
Lo he dejado reposar toda la noche, y esta mañana cuando he ido a cortarlo, he notado el olor. Y me he llenado de confianza. Según iba partiendo rebanadas, salía el olor a naranja, mezclado con el del chocolate, y la acidez propia de la masa. He flipado mucho, la verdad.
Pero el golpe final me lo he llevado cuando lo he metido en la tostadora, y le he dado el primer mordisco. Ha sido apoteósico. Sin duda el mejor pan que he podido hacer en mi vida.
Hasta MiMariposita ha venido a la mesa al olor de la rebanada recién tostada. Nos hemos dedicado a saborearla en silencio, con cara de completa satisfacción.
Me he puesto a pensar en el libro que leo, y le encuentro toda la relación del mundo, las señales llegan casi sin tiempo a poder atenderlas a todas. Y hoy se me hace muy muy real el slogan de las chicas de somospolvorosa.
Este otoño va a ser la caña. Te lo digo yo. CONFÍA COÑO!
Ese momento del año
La nostalgia
Allá va primero de primaria
Feliz cumpleaños blogueril
Hace 14, a esta hora más o menos, se me cruzó por la mente la idea de abrir un blog.
Fue un pensamiento fugaz, pero que dejó una huella en forma de estela, que aún hoy recuerdo con alegría y cosquilleo en la barriga.
Vengo menos de lo que me gustaría, y tengo autocensuras que me limitan mucho las palabras. A veces sueño con soltar un “a la mierda con todo”. Pero luego encuentro cada una de las razones de esas mordazas, y se me pasa ese sentimiento kamikaze.
Ponerme delante del teclado y dejar respirar los dedos es mi terapia. No te creas que por no ver mis letras aquí, es que ya no escribo, nada más lejos. Ahora acumulo libretas, y gasto bolígrafos.
En estos catorce años han pasado muchas cosas. Ha pasado la vida.
Se han eliminado personas, unas las ha borrado la vida, a otras las he borrado yo (Gracias a Dios).
Soy mucho más feliz ahora, claro que sí. Y también mas segura, y más serena, y sobre todo más pasota. Ya no dudo de que saldremos adelante. No dudo de mis fortalezas, y mi mantra es: Todo pasa.
Mis miedos han mutado, y aunque he vencido algunos, otros siguen intactos. Sigo siendo gatufóbica, y la vida me ha regalado a una niña que es la amante de los gatos número 1.
Sigo tejiendo mucho, veo amor en cualquier esquina, encuentro magia en mi Atlántico sonoro, y la paz en una taza de CaféCafé.
Después de todas las entradas de desesperanza que hay por aquí, encontrarme así ahora, me reconcilia con la vida.
Benditos todos los muertos de mi armario, si cada uno de ellos contribuyó a que hoy estuviera aquí.
Brindo por las letras, por los posts de canciones, por los cafés virtuales, y por seguir encontrando la forma (a pesar de la censura) para llegar hasta aquí.