Dice la RAE que la valentía es un hecho o hazaña heroica ejecutada con valor.
Tendría ahora que buscar que es una hazaña heroica, y aquí es donde viene la cosa, porque me temo que esto es subjetivo y personal. Lo que para mí puede ser una heroicidad, para otro puede ser su día a día.
Desde hace años, me ronda la idea de ser valiente. De hecho, “valentía” fue mi palabra faro desde el 2017. Decidí que sería valiente, dentro de lo que para mí serían hazañas heroicas. Ese año dije NO a unas cuantas personas, a unos cuantos trabajos, a unas cuantas obligaciones… Para mi fueron hazañas heroicas, y me entrenaron en lo que yo considero que me dio valentía. Dije SI a baños en playas con olas, a paseos donde habían gatos, a intervenciones en público, y a colaboraciones con gente que no conocía. Dije SI a no tener todo bajo control, a fluir con lo que iba viniendo, a soñar con cosas que me daban dolor de barriga.
Ese año fue un gran entrenamiento para mí. Desde entonces, sigo entrenando mi valentía, a tal punto que ahora sin ser una kamikaze hago muchas cosas a las que antes les tenía miedo. Y esto, me ha servido para entrenar el ojo en ver la valentía del otro. Soy capaz de ver cuando se dejan las cosas sin hacer o lo que es peor, sin vivir, por pura ausencia de valentía. Y no quisiera, (me estoy entrenando en ello) pero me da lástima. Sobre todo, cuando las cosas que se quedan sin vivir tienen que ver conmigo, porque en algún momento, la cobardía del otro se choca con tu valentía, y ahí se acabó la vivencia.
Antes, me quedaba expectante, impulsante. Albergando siempre la esperanza de ver el momento en el que la cobardía dejaba paso a la valentía y de ahí: fuegos artificiales. Pero ya no. Cuando detecto la inmovilidad que da la cobardía ante un evento, me voy. Esto también ha sido un momento valiente para mí. Darme cuenta de que cada uno decide qué, cómo y cuándo va a enfrentar una hazaña heroica, que puede que me afecte, ha sido un momento de iluminación. Ser valiente para irme sin esperar más es mi forma de vivir la valentía.
Ya no espero. Ya no impulso. Mi mayor hazaña heroica ha sido aprender a irme. Desde entonces, sin vergüenza ni falsa humildad, cojo camino sabiéndome valiente.