La nostalgia


Esta mañana me levanté al alba, para hacer las cosas con calma, y dejar preparado el almuerzo. Es cierto que normalmente lo hago por la noche, pero un error en la agenda de descongelación de las materias primas no me permitió dejar el potaje hecho anoche. 
Sí potaje, porque una cosas es luchar contra el calor y otra la supervivencia. Y si hay que alimentar una niña ciertamente problemática para comer, y lidiar con las miles de cosas que tengo que hacer, mejor ir sobre seguro. Le sacas un plato de potaje con un poco de queso tierno, y sabes que está alimentada. Es como la leche con gofio del desayuno. En fin, que me pierdo.
Esta mañana mientras preparaba la verdura, en el momento de pelar la primera papa, me invadió la nostalgia. Me vino a la mente un recuerdo, la verdad es que me pasa siempre que pelo papas, pero normalmente estoy atenta, y con ágiles movimientos de despiste, consigo apartar dicho recuerdo rápido.
El recuerdo es como todos los que te muerden el corazón de pronto, con esa sorpresa y dolor de lo inesperado, un movimiento rápido y certero, y te queda el cuerpo como si hubiera recibido un zarpazo.
No soy capaz de saber cuántos años tendría, pero calculo que sobre 10 o 12, fue en Antigua, en casa de mi tía connombredepaísbajo. En su casa eran ocho a comer cada día, seis niños con uno o dos años de diferencia entre cada uno. Una casa donde se comía lo que se cultivaba, y se trabajaba de sol a sol. Me encantaba ir a casa de mía tía connombredepaísbajo, mi tía hacía el mejor caldo de papas del mundo, con cilantro y huevo. Pelaba papas, un montón de papas. Y las iba depositando en uno de esos cubos de hierro galvanizado que ahora están tan de moda. El recuerdo es justo esta imagen. La cocina de mi tía, ella sentada a la mesa, frente al cubo, mientras pelaba papas.
Cuando iba de visita, y veía el cubo en la mesa de la cocina, hacía todo lo posible por quedarme a comer, y sentarme a su vera mientras llenaba el cubo de papas peladas y partidas. 
Mi tía connombredepaísbajo hablaba poco, pero se reía mucho. Se asombraba por casi todo, y crió seis hijos que hace dos años dejó huérfanos de madre. La mayor parte del tiempo no me acuerdo de que ya no está. Entonces se me cruza una papa que pelar por el camino, y la certeza de su ausencia duele más que si me hubiera cortado el dedo mientras mondaba la papa. 
Esta mañana dejé que la nostalgia de su recuerdo se instalara en mí, y he pasado todo el día con una penita en el centro del cuerpo que no he podido evitar.
Esta tarde, le planté cara, y aunque lo que realmente me pedía esta tristeza era hacer un caldo de papas, encendí el horno, e hice unas medias noches. Las hice pensando en que iban a ser un fail, pero para mí sorpresa, han sido un éxito total, y casi ha caído la bandeja entre la cena y la merienda. Seguí la receta de la Sr.Webos en thermomix.
Y de vuelta al sofá, en esta larga tarde de últimos de junio, nos hemos puesto a leer, últimamente viene siendo muy habitual. Se apaga la tele y cada una coge su libro, antes de iniciar la rutina de noche. 
En un momento que he levantado los ojos de mi lectura, he visto a Emma tan concentrada en su libro, y he pensado en lo mucho Emma habría disfrutado en casa de mí tía  connombredepaísbajo.

5 opiniones en “La nostalgia”

  1. Qué maravilla!
    Levantarse para ir por último dia de curso, al instituto, y leer tanta belleza, contagiadora de nostalgia y de tantas cosas…
    Todo un lujo!
    Gracias!

  2. … lo leí al alba, recién publicado, y lo comenté ese mismo día pero…no debí hacerlo bien y no te llegó; hoy lo releo y sigo disfrutándolo!
    Merci.
    Bisous.

  3. ¡Vaya suerte has tenido de disfrutar de tu tía connombredepaísbajo! A veces es duro acordarse de los que ya no están, pero es necesario para mantenerlos vivos, es curioso como la cocina nos hace revivir recuerdos de la infancia. Esas mujeres de antes con mil hijos por criar estaban hechas de hierro

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