Ya tu sabes que este blog es mío, y voy a aprovechar la autoridad que me da mandar aquí, para ponerme en modo Paco Umbral y hablar de mi libro, y de cómo me llegó la inspiración.
Todo empezó en abril del 2021. Hacía ya cuatro meses que toda la operación Manual de Adviento había concluido. Fue toda una experiencia y un viajazo para mí. Y quería seguir en este mundillo.
Durante un montón de días me sentaba delante del ordenador, al alba, a teclear, como dice Isabel Allende. Mucho de eso que escribí fue a parar a la Papelera, física y virtual.
Un día, un poco desesperada, porque la Impostora estaba siendo muy poderosa en todo este trance y veía que me iba ganando la partida; me puse a revolver en mis libretas.
Llevo muchos años escribiendo, eso suponen un montón de libretas. De unos años para acá escribo mañana y noche, en libretas separadas. Antes, todo junto en una sola libreta.
Por la mañana me centro más en cómo me siento y en qué estoy pensando. Por la noche es un resumen del día, al estilo cuaderno de bitácora. Así estuve leyendo la del 2020, con el confinamiento y los miedos que tenía por aquellos días. Y también encontré la del 2007. ¡Vaya año mas mazmorro! Pero qué de inspiración tenía mi bolígrafo. Me hice un té y me puse a leer. Y fui capaz de volver a vivir muchas de las experiencias que guardé en esa libreta. Los olores, los sabores, las sensaciones. Probablemente fue la época más oscura de mi vida, pero también la más real.
Volví a leer los libros que leí en aquella época, y también vi las películas. Saber todo esto me fue muy fácil porque además de hablar de cómo me sentía, en cada página, hacía un relato preciso de qué llenaban mis días en aquel año. Aun en el 2007 no tenía separadas las libretas en la mañana y la noche, y escribía cada vez que tenía la necesidad de hacerlo. Casi a cada hora.
Haciendo una mezcla de estas dos libretas, y dejando libre a la musa, creo que fui capaz de construir una historia que me mantiene viva e ilusionada aún a día de hoy. Porque probablemente, la historia continue.