Solo estamos a martes, y yo ya estoy agotada.
No sé qué pasa algunos días, que tengo la sensación de haber levantado yo sola el país, y apenas he hecho gran cosa. Lo curioso es que me suele pasar después de un fin de semana de hacer nada, y teóricamente debería estar descansada y con la energía a tope. Pero no.
La conclusión es que hacer nada también cansa.
Este fin de semana, hice cosas estupendas que me alegran el espíritu.
Hice mermelada de frutos rojos, que casi me la como a cucharadas, para evitarlo, también hice pan.
Me senté en mis dos sillas nuevas, mientras esperaba a que levara el pan.
No son nuevas, eso ya lo sabes, pero ahora lo parecen. Les di una manita de chalkpaint, y oye! qué descubrimiento. Ha sido totalmente terapéutico.
Cuando ya estaba el pan horneado, me preparé un buen almuerzo, para tener algo con lo que acompañar el pan.
He vuelto a hacer chucrut en vista de que las reservas van mermando. Esta vez con hinojo y alcaravea. Me parece que el proceso de fermentado es más rápido con el hinojo, a pesar de las bajas temperaturas.
La temperatura y el tiempo. Ese tema de tertulia inevitable. Que hartura.
¡¡Estamos en invierno!! Y lo normal es esto, coñoya!
Y como el aire está fresco y violento, nos hemos quedado en casa, echando unas partidas al juego de Emma, en el que siempre sale triunfante. No sé cómo lo hace que me gana en cualquier circunstancia.
Y la victoria suele dar hambre, y también deseos caprichosos. Pero como ganó todas las rondas, no me quedó otra que satisfacer sus deseos: tortilla para almorzar.
Estoy pensando, que tal vez, esto concretamente tiene poco de nada, y que el cansancio que acumulo, igual es más real que imaginario. La cosa es que no me queda otra que seguir acumulándolo en la bolsa que llevo colgada a la espalda, hasta encontrar otro sitio donde poder dejarlo descansar.
Y a todo eso le llamas tú no hacer nada??? 😉
Un no parar… y solo estamos a martes 🙂
Un abrazo!!