Carnaval y que viva la purpurina

Cuando empiezas a decir a familiares y amigos que esperas una hija, siempre te contestan cosas como: qué bien, verás lo que va a cambiar tu vida ahora; me alegro, ahora vas a saber lo que es querer de verdad; oh! verás cuántas cosas se hacen por los hijos.
Y con esta última frase me quedo hoy: cuántas cosas se hacen por los hijos, o con los hijos, o teniendo a los hijos como excusa.
Hasta que Emma llegó a mi vida, yo huía de los Carnavales como alma que lleva el demonio. Me centraba únicamente en la Gala Drag, como buena cuenta da el archivo de este blog, y listo. El lunes de carnaval lo aprovechaba siempre para sacar la máquina de coser o las agujas y darme un buen festín nocturno de mis aficiones favoritas.
Peeeeeeero llegó Emma, y con ella sus propios intereses, y también una toma de conciencia de la realidad. Ella no soy yo, y yo no soy ella, aunque a veces estemos unidas como dos siamesas.
Y con esta cuestión de conciencia tengo una labor de análisis de cada situación, que bien podría diagnosticárseme un TOC.
Llegó febrero, se empezó a desarrollar el ambiente de purpurina en todas las esquinas. El kilo se llenó de telas de lentejuelas y plumas; los chinos de goma eva fosforescente y pistolas de siliconas de todos los tamaños; y los grupos de whatsapp, on fire!
En el cole se organizó un disfraz común para toda la etapa de infantil. Y 75 ratoncitos se dieron cita en un pasacalles alrededor del colegio. Los profesores idearon el disfraz, las madres nos hicimos con los materiales, y con un buen trabajo en cadena, se hicieron todos los accesorios del disfraz.
Pero, amigas, esto no es suficiente. Porque cuando de pronto te ves con un restillo de purpurina en la cara, y la pistola de silicona en la mano, pues como que te quedas con ganas de más. Y ahí están las madres más carnavaleras, para darte eso que estás pidiendo, casi sin saber qué es.
Y se hace un comentario: podríamos disfrazarnos todos para la cabalgata. Un buen grupito.
Y otra dice: oye! pues estaría muy bien, que hace mucho que no me disfrazo.
Y se añade: ay sí! qué divertido.
Y yo, ahí en medio, como si hubiera aterrizado en China, sin saber bien a qué se referían, pero totalmente contagiada por el espíritu del Carnaval.
Casi sin darme cuenta, había entregado el dinero, habían comprado las telas y demás materiales, y estaba todo organizado.
Con la disciplina de un campamento militar, se repartieron materiales y tareas, y un plisplas, estaba todo listo. No hay nada mejor que alguien con dones de mando para estas cosas.
Hicimos todo. Los tocados, los zapatos y los vestidos.
Como era un grupo bastante grande, cada uno aprovechó sus conocimientos y dones para cada tarea. Yo le quité el polvo a la máquina de coser y a las tijeras, y en una tarde me hice 5 trajes, y en otra 4. Y ya la noche del lunes de Carnaval los 6 bolsos.
Y llegó el día señalado. Y allí nos fuimos todos, con muchas ganas de pasarlo bien.
Y vaya que si lo pasamos bien. Es posible que esté sacando purpurina de casa hasta junio, pero fíjate, que ya no me importa.
Yo…. que era alérgica.

5 opiniones en “Carnaval y que viva la purpurina”

  1. ¡Cuánta verdad! cuando somos madres hacemos cosas por los hijos q no nos imaginábamos, lo mejor de todo es que no lo hacemos con gusto y lo disfrutamos 🙂

  2. Cómo te entiendo. Si te hubieran dicho hace unos años que ibas a ponerte algo así en la cabeza… y en público! Qué valor! Lo que se hace por un hijo/a no se hace por nadie (bueno, por una madre, también) Quedaron unos trols la mar de chulos!

  3. Las madres y los padres también, que yo nunca he sido muy "festero" y desde que nació mi hija hasta que ya pudo moverse de manera independiente con 15 o 16 años, me vi envuelto en la vorágina de la Hogueras de San Juan, la fiesta grande de Alicante.

    No quiero sacar cuentas del dinero que nos hemos gastado en trajes y accesorios porque tendría suficiente para ir a vuestra isla y traerme un coche concreto que me trae loco… 🙂

  4. Es lo que hay, nena… Yo, hay cosas de las que he conseguido mantenernos alejados y otras… a las que no me ha quedado más remedio que ceder…
    Es curioso, el carnaval a mi me lo trajo mi chico grande. Después de 15 años viviendo en GC es que empecé a salir en carnaval y lo que es peor… en Halloween!!!!
    Oye… y que también me gusta!!!!!

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