Vengo de una casa de una familia de pescadores. En casa siempre ha habido pescados, variados y diferentes. Yo creo que he podido comer cualquier tipo de guiso con pescado.
Mi padre fue pescador. Y digo fue, porque está jubilado, y siempre concibió esta actividad como su trabajo. Una vez que dejó la mar, no ha salido a pescar más. No era su hobby que luego convirtió en empresa. No, era su actividad empresarial. Primero con un barco de 22 metros de eslora, y luego con otro de 12. Tenía un montón de gente a su cargo que capitaneaba como lo hacía con el barco: con firmeza, y mucha mano izquierda.
Mi padre se dedicaba a pescar atunes. Que dices atún y te crees que solo hay un tipo. A casa traía bonito, atún listado, medregal, patudo, melva, peto… Y de todos nos alimentábamos.
El peto era uno que venía poco a casa. Supongo que era porque es un pescado que se pesca distinto a los otros.
Dice la academia de la lengua canaria que el peto es un pez de la familia de los atunes, de cuerpo alargado y fusiforme, de color azul por el lomo y más pálido por el vientre, y que alcanza hasta los dos metros de longitud.
Como te digo, en casa se preparaba de cualquier forma, pero la más habitual era en filetes para luego pasarlo por la plancha. No necesita más, para que disfrutes de todo su sabor.
Ahora he descubierto otra forma de degustarlo que me tiene enganchada. Lo mejor es que lo tengo muy cerca y a la mano. Cuando tengo necesidad de un mimo de nutrición, de esos de alimentarme por dentro y cuidarme, siempre voy a la Puipana a comerme un plato de peto ahumado. Porque hay días que mereces mimarte por dentro, despertando tus sentidos. Nutrirte con bocados que te exploten en el paladar y que te pongan contenta desde el principio. Que no tengas que medir la cantidad, porque el plato está servido en la medida justa de placer y saciedad. Se sirve como si fuera un carpaccio, y se acompaña de una ensalada de mango y aguacate, aliñada con lima y AOVE, que consigue el equilibro perfecto de sabores.
Salibando me tienes y eso que a mí el pescado ahumado no me…
Pero vaya, que yo voy sumando motivos para una visita a tu isla.
Bueno, desde que pongas un pie en la isla, ya sabes a donde te voy a llevar… y te digo, la carta entera, no tiene desperdicio 😉