Abril y Mayo, aquí es pura feria. Bueno.. no tanto. Aunque nosotras, tenemos tres apuntadas en la agenda como citas ineludibles. Primero Feaga, luego La Feria del Libro, y por último la Feria de Artesanía.
Poco te puedo contar nuevo. Me gusta mucho el emplazamiento nuevo, y la gran cantidad de artesanos que acoge. Yo, de verdad te lo digo, qué arte hay por todos lados. Me asombra la capacidad de creación de las personas. Es asombroso y maravilloso.
Un año más pudimos ver a mi bisabuela, a la que Emma, de verla de año en año, ya la reconoce: mi tatarabuela!!!, y esta vez, al ver a la señora que estaba al lado, me preguntó curiosa quién era. Le expliqué que era la tía de Maba (así llama a mi madre, su abuela), y quedó satisfecha. La ubicó perfectamente, cuando le conté que era la señora que nos había regalado las cardas para la lana. Sí, tengo unas cardas de mi tía abuela Catalina, famosa por tejer en telar, y también por trabajar la lana de muchas maneras.. me gusta pensar que de alguna manera, en mi ADN tengo un poco del suyo.
Este año, había una muestra especial de sombrerería. Con la posibilidad de probarse unos pocos, y hacerse unas fotos. Ni que decir tiene que nos los probamos todos. No hay nada que me guste más que un sombrero, una pamela, hasta una boina.. Son maravillosos.
Hablamos un ratito con mi amiga Bianca, que sigue teniendo unos trabajos maravillosos, y me hice el propósito de buscar hueco y empezar a acabar algunos de mis UFO’s, que son muchos y muy variados. Es posible que en algún momento ponga rumbo sur, y me deje contagiar por la energía de ella misma y de sus alumnas, y coja impulso para poner la máquina de coser a pleno rendimiento.
También estuve un ratito hablando con otra quilter del sur de la isla: Junebell. Conocía algunos de sus trabajos por la red, y pude ver en directo la gran combinación de telas, y el marcado estilo tradicional que impera en sus trabajos. Me gustó mucho charlar con ella.
De último, compramos una cajita de galletas de gofio y plátano, clásicas en nuestra casa y los mercadillos tradicionales de la isla, y nos marcamos unos bailes al son de isas y seguidillas.
Ya en el coche de vuelta a casa, íbamos hablando de lo que nos había gustado más y lo que menos. Últimamente nuestras conversaciones no tienen desperdicio, y van dejando ver a una pequeña persona que va trazando su camino con su propio criterio. Ella quedó maravillada por los artesanos que elaboraban figuritas de cristal allí mismo, no tenía ni idea de que el cristal se fundiera, y se pudiera trabajar. Y entonces me doy cuenta de la cantidad de cosas que todavía le queda por aprender, y en las que yo no reparo porque me parecen obviedades.
Nos queda un camino fascinante por recorrer.
Ay…. esas conversaciones en el coche… son de las más suculentas… probablemente porque no se pueden escapar y tampoco evaden la charla.
Yo hay veces que flipo con Jorge. Con su vocabulario. Con sus ideas. Con sus reflexiones.
Cómo nos hacen crecer…
Definitivamente… tenemos que ponerlos juntos…