Tenemos en casa un libro que se llama “El viejo y la Margarita”.
Me encanta este libro. Y suelo leérselo a Emma con bastante frecuencia.
Es el tipo de cuento que va repitiendo lo de la página anterior.
El Viejo tiene una Margarita a la que no se cansa de contemplar y cuidar. Pero un día la flor le cuenta que está llena de pulgón. El Viejo se monta en la bicicleta y llega hasta la biblioteca para saber cómo puede limpiar a su Margarita de estos pulgones. Allí descubre que lo mejor para eliminar el pulgón son las mariquitas. Pero para eliminar una plaga de pulgón, necesitó una plaga de mariquitas.. y así sucesivamente.
El libro pasa mientras el viejo va descubriendo como ir deshaciéndose de la plaga anterior, ocasionando siempre, nuevas plagas.
Más o menos lo mismo me ha pasado a mí estas semanas.
Me gustan las rosas. Me gustan mucho.
Y siento en mi interior que mi vida no va a estar plena hasta que no tenga unos cuantos rosales.
Leo sobre estas fascinantes flores, y en todos lados dice: planta de EXTERIOR.
Lo que supone un grave problema para esta intención que tengo de tener una vida estupendosiosa.
Necesito un rosal en el que recrearme, pero no tengo ningún exterior en el que hacerlo.
Cada vez que voy al vivero, paso deprisita por la zona de los rosales, porque las ganas de traerme unos cuantos para casa son bastante incontrolables.
Pero hace unos meses fui al Lidl, y ahí estaban. En oferta. Fabulosos rosales Carcassonne.
Lo lógico hubiera sido leer dos veces la palabra Exterior que venía en negrita y bien grande, y pasar de largo. Pero no, yo lo miré levemente, vi el precio y lo metí en el carro.
Cuando llegué a casa, conté la cantidad de flores que tenía en promesa y se me hicieron los ojos chirivitas.
Lo puse en la mini terraza que tengo, con la ventana abierta. Sin duda alguna, esto es el exterior.
A los 15 días se le cayeron aproximadamente el 99% de las promesas de flores que traía, y 15 días más tarde, empezó a sufrir su otoño particular. No me quedó otro remedio que aceptar que tal vez, el exterior era otra cosa. No sé, una maceta enorme, o directamente plantado en el suelo, con la bajada de temperatura de la noche, y el solajero del medio día; y no esta especie de invernadero que se crea en la terraza.
Dispuesta ya a asumir que en este piso, no hay exterior y no voy a poder disfrutar de un rosal y en consecuencia no tener una vida plena, (vaya tragedia la mía), me acerqué al rosal, por si tenía algo que decirme. Fue en ese momento de acercamiento, en el que me di cuenta. Miles, qué digo miles.. millones de bichitos paseaban campantes por sus hojas, las pocas que le quedaban.
Me vi totalmente reflejada en el cuento, y me dispuse rápidamente a buscar soluciones.
Yo no fui a la biblioteca, yo fui a Tuiter. Allí encontré varias soluciones.
Primero usé un producto específico del vivero, que no hizo absolutamente nada.
Después usé una infusión al 10% de tabaco. Al cabo de unos días los pulgones se habían reproducido, las hojas eran menos, y si me acercaba mucho, tenía la sensación de oír: danos más de esta mierda.
¡Maldita sea! Eran pulgones fumadores.
Por último, y ya pensando que tendría que llevar al rosal al contenedor, usé una disolución de alcohol de romero al 10%. Y ¡ajá! Los pulgones eran fumadores pero no bebedores.
Después de una semana pulverizándolo con la solución, el pulgón quedó completamente eliminado, y a los pocos días ya noté cómo el rosal empezaba a coger fuerza.
Ha pasado un mes desde que logré el exterminio de la plaga, y estos días luce así. Una flor completa, y varios capullos.
Sigo siendo consciente de que esto no es el exterior, pero mientras tanto, disfrutaré de las rosas que me de.
Me han encantado los pulgones fumadores.
Yo aquí no puedo tener plantas apenas y mucho menos plantas con flores. Si no se mueren por el frío horrible que hace, se mueren por la calefacción.
Aunque en verano siempre compro alguna que se muere cuando el otoño pasa.
Me alegro de que te hayas librado de los pulgones.
Mi suegra me regaló una planta con flores hará tres años, planta que tuve siempre en exterior, y a pesar de la variación térmica de Madrid, ha sobrevivido. Hace poco vi unas iguales en Ikea, y vi que eran plantas de interior. Decir que la mía sigue en exterior, y cada año echa flores nuevas.
El rosal que tuve en la terraza se secó, creo que el exterior no le sentó bien 🙁