Me desperté de pronto. Me senté en la cama, y ni si quiera me calcé. Me levanté y como atraída por un imán me dirigí hacia la puerta. Todo estaba oscuro, solo se veía un rayo de luz por el agujero de la llave.
– Si miras, no podrás deshacerte de lo que veas. Si miras, no podrás volver atrás.
Era el momento, no podía arrepentirme ahora. Puede que fuera arriesgado, pero lo tenía que hacer.
Me metí algunos rizos que tenía delante de los ojos, detrás de las orejas. Pestañeé varias veces para poder aclarar mis ojos, me dí cuenta en ese momento que no tenía mis gafas, y que lo que podía ver, no sería nítido y claro.
Aún así merecería la pena.
Me agaché, y dirigí mi ojo derecho a la abertura que había en la puerta, por la que salía la luz y se oía ruido.
Me ví como en el fondo. Alrededor de mí había niños, cuyas caras me resultaban desconocidas. Tenía el pelo alborotado, y muchas canas. Yo tenía en las manos algo que no podía ver con claridad, aún así reconocí lo que era. Yo no he vivido esto.
De repente, cambió la luz, y me ví caminando por un aeropuerto que no he visitado. La visión que tuve de mi misma, me pareció muy igual que la que tengo ahora. Iba acelerada, y pude sentir los sentimientos que me embargaban en ese momento. Al llegar al mostrador hablé en inglés. A mi lado, había un hombre alto, fuerte. No pude verlo con claridad, sin embargo reconocí sus movimientos, sé quién era. Yo, no he vivido esto.
Otra vez de forma repentina, cambió el escenario. Ahora era la calle, y era un sitio que me resultaba familiar, en mis brazos llevaba algo envuelto. Mis sentimientos en ese momento eran muy angustiosos. También pude reconocer lo que pasaba. De nuevo el mismo hombre estaba al lado mío. Yo, no he vivido esto.
En un instante se quedó todo oscuro. Solo un poco de luz. Era de noche, me reía y hablaba con alguien. Otra vez la calle que conozco. En mis manos distinguía papeles, y ese mismo hombre me los cogía de las manos y los pegaba en la pared… Esto, sí que lo he vivido.
– Suficiente.
Y la puerta desapareció. Me encontré de cara a la pared de mi cuarto. Desorientada, confusa. Volví a la cama. Al acostarme las imágenes se reproducían en mi cabeza, sin embargo no eran borrosas como las había visto.
Eran claras, y podía distinguir hasta los detalles más pequeños.
¿Sería todo un sueño?