Es increíble como siendo de un lugar, llevando vividos más de 20 años en él, aún pase por sitios que creo que no conozco, o que de repente un día me resulten totalmente distintos a los recuerdos que tengo de esos mismos sitios.
Puede ser la luz, que cambia muchísimo con cada estación en esta isla, aunque probablemente sea yo. Dice Wayne Dyer, que cuando cambias la forma de ver las cosas, las cosas cambian. Seguramente esta será la respuesta a mis dudas.
Así me pasó con el paseo de la avenida que discurre por el barrio donde crecí. De repente esta semana me encontré por allí, teniendo que hacer tiempo para resolver otro trámite. Y así, como por sorpresa, me encontré completamente sorprendida por una avenida increíblemente bella. El día gris, lo temprano de la hora, y mis ojos nostálgicos, me descubrieron una postal marina en blanco y negro. Fue uno de esos momentos de comunión con los elementos. Gracias a que tenía mi cámara en el bolso, pude traerme un poquito de ese instante mágico.
El blanco, gris, negro de la foto se vio de frente con las flores de los viernes, que esta semana fue el jueves por el día de fiesta. El amarillo chillón de estas margaritas extrañas que llenan de luz toda nuestra casa, aunque las coloque en un rinconcito.
Y así, cuando parecía que todo estaba en armonía, que el trabajo estaba hecho, y que la vida como las cosas está colocada, llega la sorpresa.
En una conversación sin sustancia con Emma, mientras hablábamos de lo que había hecho en el patio del cole, ese mismo día, me dice que se asustó mucho porque en el patio, dos niños de cinco, se pusieron a pelearse, y que casi le dan un golpe porque se empujaron y uno cayó muy cerca de ella. Al preguntarle por qué siguió cerca del conflicto si podía irse, me suelta tan pancha: que ella esperó a que su más mejor amiga viniera a rescatarla, porque su más mejor amiga siempre la rescata en el cole.
Me quedé perpleja. Y noté cómo empezaba a subirme la presión arterial.
Me he volcado para intentar inculcarle que no hay que esperar por nadie, que cada uno es responsabilidad de cada uno, y que uno tiene que salvarse solo, que nadie nos va a rescatar.
Los pensamientos se me liaron como un remolino en la cabeza, y las frases se me atoraron en la garganta.. de aquí al síndrome de la princesa esperando por el príncipe no hay mas que una débil línea.
Intenté serenarme, porque también sé que tengo que ponerme en su cabeza, tengo que explicarle las cosas para que las entienda. Y de nada vale que me ofusque, ni que me enfade o que lamente. Tengo que conservar la calma, y tratar de explicar.
Porque de entrada parece una tontería, pero yo he sufrido mucho, pero mucho mucho, hasta que comprendí que la única que podría salvarme era yo, que los rescates son pérdidas de tiempo y energía, porque el mejor salvavidas está en tus manos.
No hay que poner tu existencia y tu felicidad en las manos de otro.
La compañía es siempre bienvenida para compartir lo que pase, bueno o malo, pero no puede ser la causante de la alegría o la tristeza.
Como pude, traté de hablar, de hacerle ver que es necesario que ella tome sus decisiones, ya sea en qué remo jugar en el patio, o el momento de irse de algún sitio que pueda entrañar un peligro o una situación hostil.
Y también me he puesto deberes yo. Porque es probable que también tenga responsabilidad en este hecho. Siempre he procurado consolar el llanto, compartir la felicidad, y proporcionar seguridad antes situaciones que acarreaban cierto desasosiego. Pero empiezo a creer, que llegados a este punto de los casi cuatro años, debo dejar algo de margen para que ella misma empiece a solventar las pequeñas crisis que se le presentan.
Está claro que todos aprendemos de nuestros errores y si bien los consejos de una madre son un tesoro, todos aprendemos y vivimos según nuestra vida y experiencias, y tu pequeña será igual, no crees?
Mil besos!!!
Y feliz día mamá 🙂
Yo también peco de sobreproteger a A. Tanto, que hasta me pide permiso para comerse una patata frita, cuando los demás niños ya han deborado más de la mitad del plato. Pero cuesta tanto dejarles caer cuando está en tus manos evitarlo!. Suerte que tengo a R, tercero de tres hermanos que no se llevan ni tres años, que es lo contrario de mí y se pasaba el día en urgencias cuando era pequeño. Es él quién se encarga de enseñarle a ir en bici,en patinete, a escalar árboles… y lo hacen cuando yo no les veo; para que no corra a advertirles CUIDADO!
tal vez esa sea una manera màs para crear su propia entidad, buscar en la Amistad un apoyo. a veces nos comemos demasiado la cabeza en este tema, mi hija tb era un poco follow the leader con su vecina, pero un dîa la escuché mandàndola a su casa porque no querîa jugar a lo que la otra le pretendîa obligor y ahî me dije… hay que dejarles hacer. les hemos dado suficientes recursos como para que se sepan desenvolver solas, aunque quieran tener amigas a su lado!