Que la paciencia te acompañe

Llega la primavera, y a mí me ataca la astenia. No es algo nuevo, de hecho, desde hace unos años me preparo. Ya me conozco, y reconozco los síntomas.
Llega marzo, y poco a poco, yo voy apagándome. Es como ese pitido que va soltando el móvil cuando entra en 20% por cierto de batería, y pita. Y tu haces como que no lo oyes, y vuelve a pitar cuando va por el 10%.
Pues igual. Yo tengo un avisador interior. Cuando llega el 15 de marzo, dentro empieza a sonar la alarma.
Una alarma que me recuerda, que no debo tomarme muy en serio en las próximas semanas, que debo oírme lo justo,  y que mejor, ponga el piloto automático para superar este casi mes que tardo en ponerme otra vez al 90%.
Así, lo único a lo que me agarro es a acopiar toda la paciencia que pueda reunir para no desesperarme en este tiempo de baja batería.
La paciencia. Ay! la paciencia. Qué poco se cultiva y qué falta nos hace.
En casa, somos las dos impacientes. Yo creo que no tenemos el gen necesario para ser paciente. Y no nos queda otra que forzarlo.
En Reyes, a Emma le regalaron un kit de jardinera, de lo más completo. Desde los guantes a las semillas. Este fin de semana que tanto llovió y hasta casi nevó por aquí, fue un buen momento para volver a plantar unas semillas.
Ya las plantó recién abrió el regalo, pero digamos que se nos olvidó un detalle importante después de plantarlas, y las pobres semillas no vieron el agua. Esta vez, lo estamos haciendo un poco mejor, y las estamos regando.
Plantar estas semillas, ha sido un buen método para que Emma entienda qué es esperar, y qué es tener paciencia. Una palabra que le es muy difícil entender, porque cuando ella quiere/pide/siente algo, es ahora, ya. Y eso pensó, en el momento en que plantó las semillas. Siempre lo hace. Mete cualquier semilla en tierra, y se sienta a ver si crece.
Así que se me ha ocurrido involucrarla en otra tarea más, que requiere de paciencia: hacer pan.
Esta semana sacamos la masa madre de la nevera. Esperamos y la dejamos templar. La alimentamos, y esperamos, dos veces. Juntamos todos los ingredientes y esperamos. Amasamos y esperamos. Plegamos y esperamos. La metemos al horno y esperamos. La sacamos del horno y esperamos.
La cortamos y ya podemos comer.
Y después de esta clase magistral de lo que es la paciencia, Emma me mira seriamente, y me dice: mamá tener paciencia es esperar, y esperar es aburrido.
Voy a tener que esmerarme un poco más, si quiero que lo entienda.

5 opiniones en “Que la paciencia te acompañe”

  1. Emma tiene razón. Esperar es aburrido. El club de los impacientes necesita una motivación aún más espectacular que una rodaja de pan, aunque sea del pan más rico que puedo imaginar con esas fotos. Cuando la encuentres avisa que lo probaré también en casa.

  2. La paciencia un don que creo que no se si se llega a aprender porque los que son de naturaleza impaciente lo son toda la vida. ¿ No crees?
    Aunque está fenomenal eso de inculcarle estas maravillas a la peque… 🙂

    Besitos

  3. J hace pan desde chiquito y es muuuuuuuuuuuuuuy impaciente. Lo gracioso es que ahora, despues d 7 años, de vez en cuando me suelta algun q otro… "mami, hay q aprender a fener paciencia…" 😉

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