Todo empezó el año pasado por esta misma época, cuando LucíaBe, sacó el RedMonday. Ana Albiol hizo una review del labial y del esmalte de uñas. Y ahí conocí a Ana, y ahí mismo sufrí un crush total por ella. A tal punto que empecé a seguirla en redes, YouTube, Facebook e IG. Y el crush no ha hecho más que crecer en estos meses, casi el año. Porque, te iba a decir qué de cosas estupendas tiene Ana, pero lo mejor es que vayas a su canal de YouTube y la miras, y luego me dices.
Pero así a grandes rasgos, puedo decirte que Ana es una profesional del maquillaje, que comunica como pocas Youtubers, y que encima está muy interesada en que no solo nos veamos bien por fuera, sino que te impulsa a que te cultives por dentro, y a mí eso, pues me tocó. Porque si no lo sabes, te lo digo, soy una constante aprendiz de todo aquello que me puede aportar por dentro. Ya sea una práctica de yoga, una sesión de coaching, o una meditación guiada.
En otro momento te voy a contar todo lo que me ha pasado con mi cara, mi rosácea, y todo lo que me ha costado llegar a un punto de equilibrio con ella. Ahora mismo estoy en un punto muy bueno, y los brotes están controlados, casi.
Siempre he tenido muy interiorizado lo de cuidarme la cara, y maquillarme. Y desde el año pasado, por fin, puedo volver a salir con mi base de maquillaje y la pestaña pintada.
Después de ver los videos de Ana, compré su curso de automaquillaje, que habré visto unas cuantas veces. Y fue este febrero cuando Ana inició su Make up Experience 2017, y anunció que una de los sitios a donde iba a ir era Tenerife. Dos de mis neuronas colapsaron, y empezaron a aplaudir dando saltitos a la voz de: vamos! vamos! vamos!.
Y me marqué el día en la agenda en que salían las plazas de los cursos a la venta. Y entre un día y otro, se empieza a hacer patente una demanda interesante, del curso en Gran Canaria. A los pocos días, se hizo oficial, y el curso sería también en Las Palmas de Gran Canaria. Ahí lo tuve claro: quiero ir! quiero ir!.
El día en cuestión, salieron las plazas y yo llevaba dandole a “refrescar” la página, casi una hora antes. Ni siquiera sé bien qué angelito estuvo al lado mío, pero pude conseguir una plaza. De las 16 que se pusieron en Gran Canaria. No me lo podía creer.
Desde que conseguí la plaza, hasta el momento del curso, cada vez que lo pensaba me ponía nerviosa. Primero no podía creer la suerte que había tenido de coger una, y segundo, iba a ver a Ana en persona. Ya sé que esto es de muy friky-fan.. y mira, bien contenta que estoy con ello.
La cosa es que llegó junio, y llegó el día. El curso duró 5 horas prácticamente, en las que Ana no paró de hablar, y nosotras de escucharla. Ana es una apasionada del maquillaje, y se nota en cada una de sus palabras, y eso, es lo que hace que te llegue de verdad. Aprendí lo que creí que no iba a ser capaz de aprender, y me llevé unos tips maravillosos, que ya he puesto en práctica desde entonces.
Y ahora vamos a lo práctico. Probé allí la famosa Pure Radiant, la Hot Sand, y el Jungle Red. Todo de Nars, y ya lo tengo en la lista de mis próximas compras, cuando vaya agotando lo que tengo. Yo he usado siempre los productos de BobbiBrown. Me acuerdo de cuando solo lo encontraba en Madrid, y de la alegría tan grande cuando pusieron un stand en El Corte Inglés de Mesa y López. Recuerdo que allí había un maquillador, al que le he perdido la pista, pero que se llamaba Ángel Márquez, y que me maquilló un par de veces, con resultados maravillosos y que yo nunca pude reproducir.
Una de las cosas que me ha quedado clara a la hora de maquillarme es la necesidad de que la cara esté muy hidratada. Fíjate que yo me ponía mi crema, y esperaba a que se absorbiera bien, luego me ponía el primer, y volvía a repetir la misma operación. Con este curso he aprendido a poner la base encima de las cremas, y que la cara esté como húmeda. El resultado es espectacular.
Otra cosa que pude probar, y a la que hasta ahora no le había dado demasiada importancia: el rizador de pestañas, concretamente el de la marca Surratt. La diferencia es tan notable que merece la pena cada euro que vale. Esta semana, sin darle muchas vueltas lo he pedido, junto con una brocha tipo Yachiyo, que es versátil y muy necesaria.
Por primera vez en mi vida, me maquillé las cejas, y oye, pues sí que se nota, y marca diferencia. Y por primera vez también me hice un eye-liner. Que tendré que practicar hasta el infinito para poder hacerlo bien.
Otra cosa que aprendí, y que no me ponía por miedo a parecer Donatella Versace, es los polvos bronceadores, el iluminador y el colorete. Todo en su justa medida y en el punto exacto donde va. También pude comprobar la importancia del sellado del maquillaje con los polvos traslúcidos, a los que hasta ahora les tenía como manía, porque me parecía que me taponaban la cara.. Pero nada que ver, solo hay que elegir un buen polvo, y controlarlo… ¡como casi siempre, en la vida!.
Salí del curso y pude darle un abrazo rápido a mi amiga Adi, que me llevó corriendo para el aeropuerto, y cuando llegué a casa, aún tenía esa cara. La Pure Radiant aguanta perfectamente todo el día. Y da una cara muy natural, que me dejó totalmente flasheada. No me quedaba carmín ya, pero a quien le importa a las ocho de la noche. La única tristeza que tenía, era que me tenía que desmaquillar.
Me llevo un recuerdo maravilloso de esta experiencia, que repetiría sin dudarlo un segundo.
WWIPD 2017
Un año más, llega el día de tejer en público. El espíritu de este día es sacar las agujas a la calle, y no tejer escondida en casa, por el miedo a sentir el dedo acusador de: tejes!!! como una abuela.
Es una especie de día del Orgullo, pero del orgullo tejedor.
La cosa es que desde ayer, hay un virus extraño en esta casa, que nos pide estar cerca de un aseo. Así que dadas las circunstancias, en lugar de tejer en el exterior, voy a tejer en el interior, pero con público. Emma va a ser mi público hoy.
Después del almuerzo, pusimos Ratatouille y a darle al calcetín que tenía a medias. El momento tremendo lo puso Emma, al preguntarme cuándo iba a ser el momento en el que ella pudiera coger las agujas. Exploté instantáneamente ante su pregunta, me repuse rápidamente, y le dije que pronto, que cuando ella quiera. Ella, muy juiciosa, ha dicho que el próximo fin de semana, que éste está concentrada en la actuación de mañana. (Mañana actúa con su nueva clase de ballet)
Para ser honesta, tenía la bolsa de las labores perdida. No toco una aguja desde hace por lo menos mes y medio. Varios son los motivos, pero el fundamental ahora mismo, es que siento necesidad de leer. Y estoy devorando con fruición casi todo lo que tengo en el kindle.
A finales del año pasado, y rompiendo una de esas barreras ridículas que tengo en mi cabeza, me apunté a un club de lectura virtual. Gracias a él, leí una serie de títulos que no hubieran caído en mis manos de forma normal. Y la experiencia estuvo bien. Pero luego llegó el comienzo de año, y el trabajo se enloqueció, o bueno enloquecí yo, y me di cuenta de que no iba a poder cumplir con el compromiso que requería el club. Así que me desapunté. Pero me quedó el gustillo de la buena experiencia, y las ganas de retomarla, a ser posible en la vida 1.0
Y como el Universo tiene como premisa lo de Your wish is my command.. A finales de marzo, me propusieron formar parte de un club de lectura. Físico, y que se reúne una vez al mes. Formado por mujeres, que después de hablar del libro que hayan elegido, se van a cenar. Imagínate mi cara: libro y cena… ¿dónde me apunto?.
Hasta ahora, los libros elegidos, son relecturas para mí, pero que he disfrutado muchísimo. Y este es el libro para el mes de Junio. Aún no lo he empezado, porque justamente ayer terminé de leer La noche que no paró de llover. Que me enganchó desde la primera página, y que he disfrutado hasta la última.
Así que hoy, nos hemos hecho unos polos de batido de frutas, que ya empieza a hacer acto de presencia el calor, y vamos a seguir dándole a las agujas y a las letras… Alternándolo con la cantidad de canales nuevos que tenemos, que esta mañana vino el señor de movistar a instalarnos la fibra, y aún no hemos sido capaces de ver la cantidad de cosas disponibles que tenemos para visualizar.
Día de Canarias fuera de estándares
Hygge, Love, Sense8
El domingo pasado, tuve un día zen.
Mi coach (sí, ahora tengo una coach, ya te explicaré un día para qué), me trajo estas letras de regalo.
Y como si se hubiera desatado un encantamiento, desde que coloqué las letras sobre el mueble, se desparramó un aire de amor total por el piso.
Nos podemos poner todo lo incrédulos que quieras, pero la energía está ahí, a veces se puede hasta tocar.
Con ese ambiente tan propicio, una niña de excursión, y una madre con necesidad de silencio e introspección, me hice varios litros de té, otros tantos de gazpacho, y me coloqué delante del iPad con mi big square granny.
Esta colcha la empecé hace ya unos cuantos años, y surgió de la necesidad de ir quitando del medio un montón de restos de algodones. La cosa va así: voy haciendo cosas, y los algodones que me van sobrando, los pongo en una cesta. Cuando ya hay unos cuantos miniovillos, retomo la colcha y el ganchillo. Le doy como poseída hasta que se me acaban los restos. Entonces la meto en una bolsa bien cerrada para que no me de un super ataque de alergia cuando la vuelva a abrir.
En estos días tenía un montón de ovillos que emplear, así que el domingo me pareció una fabulosa tarea para acometer.
De mientras, hice una re-visión de la primera temporada de Sense8. La recomiendo, mucho, muy fuerte.
Es una serie bonita. Llena de amor. Llena de sentimientos.
Terminé la primera temporada, seguí con la segunda. Y me quedó un sentimiento de orfandad total. Así que el domingo y para aplacar un poco estos sentimientos, me dispuse a volver a verla. Y después de acabar la primera temporada, por segunda vez, me reafirmo en profesarle amor total a cada uno de los 8 personajes protagonistas.
Así fue mi domingo zen. No ha podido ser mas hygge.
XXX Feria de Artesanía
Abril y Mayo, aquí es pura feria. Bueno.. no tanto. Aunque nosotras, tenemos tres apuntadas en la agenda como citas ineludibles. Primero Feaga, luego La Feria del Libro, y por último la Feria de Artesanía.
Poco te puedo contar nuevo. Me gusta mucho el emplazamiento nuevo, y la gran cantidad de artesanos que acoge. Yo, de verdad te lo digo, qué arte hay por todos lados. Me asombra la capacidad de creación de las personas. Es asombroso y maravilloso.
Un año más pudimos ver a mi bisabuela, a la que Emma, de verla de año en año, ya la reconoce: mi tatarabuela!!!, y esta vez, al ver a la señora que estaba al lado, me preguntó curiosa quién era. Le expliqué que era la tía de Maba (así llama a mi madre, su abuela), y quedó satisfecha. La ubicó perfectamente, cuando le conté que era la señora que nos había regalado las cardas para la lana. Sí, tengo unas cardas de mi tía abuela Catalina, famosa por tejer en telar, y también por trabajar la lana de muchas maneras.. me gusta pensar que de alguna manera, en mi ADN tengo un poco del suyo.
Este año, había una muestra especial de sombrerería. Con la posibilidad de probarse unos pocos, y hacerse unas fotos. Ni que decir tiene que nos los probamos todos. No hay nada que me guste más que un sombrero, una pamela, hasta una boina.. Son maravillosos.
Hablamos un ratito con mi amiga Bianca, que sigue teniendo unos trabajos maravillosos, y me hice el propósito de buscar hueco y empezar a acabar algunos de mis UFO’s, que son muchos y muy variados. Es posible que en algún momento ponga rumbo sur, y me deje contagiar por la energía de ella misma y de sus alumnas, y coja impulso para poner la máquina de coser a pleno rendimiento.
También estuve un ratito hablando con otra quilter del sur de la isla: Junebell. Conocía algunos de sus trabajos por la red, y pude ver en directo la gran combinación de telas, y el marcado estilo tradicional que impera en sus trabajos. Me gustó mucho charlar con ella.
De último, compramos una cajita de galletas de gofio y plátano, clásicas en nuestra casa y los mercadillos tradicionales de la isla, y nos marcamos unos bailes al son de isas y seguidillas.
Ya en el coche de vuelta a casa, íbamos hablando de lo que nos había gustado más y lo que menos. Últimamente nuestras conversaciones no tienen desperdicio, y van dejando ver a una pequeña persona que va trazando su camino con su propio criterio. Ella quedó maravillada por los artesanos que elaboraban figuritas de cristal allí mismo, no tenía ni idea de que el cristal se fundiera, y se pudiera trabajar. Y entonces me doy cuenta de la cantidad de cosas que todavía le queda por aprender, y en las que yo no reparo porque me parecen obviedades.
Nos queda un camino fascinante por recorrer.
Sábado de feria y letras
Hoy nos levantamos temprano, y nos fuimos muy bien arregladas a la Feria del Libro de nuestro pueblo. Modesta, pero llena de literatura interesante.
La madre de esta casa estuvo despistada esta semana, echémosle la culpa al Decreto 113/2015 del 22 de mayo, que me ha tenido absorbida la atención y la razón, y aún será así, hasta la semana que viene, en fin.
Debido a este despiste, no apunté a LaMariposita a los talleres que habían, y que tenían toda la pinta de ser super divertidos. Así que fuimos en calidad de visitantes y no de participantes a la feria. Nos dimos una vuelta por todos los stands, aguantando con fuerza la cartera, porque qué tentación diosito.
El día estaba hoy como para coger una mesa en cualquier terraza, o mejor, tirar la toalla en cualquier playa, y quedarse ahí hasta la noche. Pero aquí LaMariposita, tenía miedo de que sus nuevos libros se le llenaran de arena o se le ensuciaran con el colacao de las cafeterías, y no hubo forma de convencerla.
Así que nos volvimos a casa, y cada una tomó posesión de su zona del sofá y de sus nuevas letras.
Seguro que esto lo he dicho muchas veces, pero una más no va a hacernos daño: qué placer y qué lagrimones, verla venir corriendo al sillón con su libro en mano, deseosa por ir juntando letras.
Yo creo que de todas las expectativas que he ido acumulando con los años desde que me reproduje, y que intento mantener raya, -ya sabes, las expectativas son una trampa-, la de ver a Emma leer, y disfrutar de las letras, ha sido siempre una constante. Y ahora verla hecha real, es maravilloso. No, espera, ma-ra-vi-llo-so.
Once again: MA-RA-VI-LLO-SO
Hoy la he imitado yo a ella, y he hecho lo mismo con uno de los libros que compré, el de Nicolás Castellano. Recuerdo las primeras veces que oí hablar de él, o mejor dicho, que lo oí hablar a él mismo. Sigue siendo un referente a la hora de hablar de inmigración. Así que cuando vi su libro, contando esta historia tan increíble, y que al mismo tiempo nos toca tan de cerca, no pude reprimir la compra. Bueno, en realidad, tampoco quise, reprimirla, digo.
Y poesía, mucha poesía. Porque la poesía, nunca es suficiente.
Menos mal, que la comida estaba lista antes de salir, porque se nos ha ido la mañana pasando las páginas de nuestros nuevos libros.
Se abrió la veda de las ensaladas, y aunque sé que hoy no es lunes, y que las lentejas se compen preferentemente los lunes en esta casa, hoy es un buen día para hacer una excepción. Ensalada de lentejas, y pan de masa madre y alcaravea. He tardado casi una hora en comer este platito. Cuestiones técnicas aparte, que te voy a contar próximamente.
Y en un rato, otra vez a la calle que tenemos cumpleaños, pero ahí te dejo una pista de lo que voy a hacer esta noche.
Si no has visto Sense8, puede ser un buen momento para empezarla. Me tragué la temporada primera en un fin de semana, y es probable que haga lo mismo con la segunda.
Feaga, 2017, once again
Este año se celebró la XXXI edición de Feaga, la feria agrícola ganadera más importante de las islas, al menos eso es lo que dice la gente del Cabildo. Seguro que es cierto, si ellos lo dicen.
Para Emma fue la III edición, y fue igual de divertida que los años anteriores.
En cada edición se exponen nuevos animales, nuevas tecnologías agrícolas, y también nuevos productos.
Si vas a Feaga, vete dispuesto a probar el queso que se hace en todas las islas, los tomates de Tiscamanita, el aceite que se hace aquí, y por supuesto en degustar los vinos isleños. También vas a encontrar un montón de artesanía, y dulces de todo tipo, típicos de las islas.
Y por supuesto, el pabellón estrella: los animales. Sigo teniendo un montón de sentimientos encontrados con los concursos de ordeñe, y sigo pensando que no sé si me gustaría ver las reglas de estos concursos. Pero bueno, de esto, ya te hablé aquí. Y sigo pensando lo mismo.
Este año, hemos tenido una larga y enredada conversación Emma y yo. Ella quería adoptar a todas y cada una de las especies que vimos allí, con especial atención a los baifitos, los corderos y las gallinas de talla pequeña. Cada vez me cuesta más hacerle entender que en nuestra casa no podemos tenerlos. No sé qué me voy a inventar cuando nos vayamos a LaCasa. Porque allí si que se pueden tener, pero como que a mí no me apetece demasiado, la verdad. Estoy empezando a tomarme en serio eso que me dice de que ella quiere ser veterinaria.
En la exposición de gallinas estuvimos largo rato. Nuestro proveedor de huevos eco habitual, tenía allí una gran muestra de todas las especies de gallinas que tiene. Emma pudo satisfacer todas sus curiosidades sobre pollitos, huevos y gallos cantores. Allí concertamos una cita para hacer una visita guiada a la granja avícola. Con parada en incubadoras incluida. Emma estaba emocionadísima.
Y este año, ¡ay! este año. He tenido que compartir mi amor carneril. Me enamoré de uno aquí, y este enamoramiento ha ido afianzándose año tras año. No lo puedo evitar. Tampoco quiero, en realidad.
¿Tu has visto que lana tiene ese carnero? Y ¿sabes qué es lo mejor?. El dueño es un primo de mi madre. Ya estoy sacando las cardas y poniéndolas a punto. Sé que ahora tengo una ayudante excepcional.
Este año, y como novedad, había lana. Con un importante mensaje.
Aquí MiMariposita, desde que la vio, se vino corriendo a ver qué era esa tremenda montaña. Y mientras yo hablaba con mi vieja amiga Granjera, Emma aprovechó para aprender a tratar la lana. Lavarla, carmenarla y finalmente cardarla.
Dice que este año, a parte de los baifitos y los corderos, lo que más le gustó fue lavar la lana. Y así de paso, me está apremiando para que vayamos a la granja de este pariente para ver los corderos y traernos la lana.
Llevo tiempo bromeando con Loli, desde que estamos suscritas a la Taproot, sobre irnos a Maine, quien dice Maine dice El Roque o Teror, a cultivar zanahorias y papas, y a esquilar corderos. Después de esta visita a Feaga, creo que estamos preparadas, y que además contamos con ayudantes de altísimo nivel.
Buscando la constante
Llevo varios días que estoy desubicada, como si no tuviera los chakras alineados, o como si me levantara cada día con el pie izquierdo. Una cosa rara, o no tanto, por aquí ya estuve antes. Debatiéndome siempre entre el debo, el quiero y el puedo.
Y con todo así, y algunos contratiempos de última hora, pues eso, que estoy fuera de plano.
Por momentos me creo que soy Alicia y que estoy bajando sin freno en caída libre, por el agujero del árbol, corriendo detrás de un conejo.
Lo que te digo: desubicada.
Cuando me encuentro así, me acuerdo de los protagonistas de Lost, ¿te acuerdas?. Y la solución a este desenfoque es buscar una constante.
Y como estamos en Semana Santa, la constante que primero ha venido a mi mente, son los Semlor.
Así que ayer sin demora, reuní los ingredientes y me puse manos a la obra.
Una de las maneras más fáciles de ir haciendo hogar de una casa, es machacar cardamomo. No sé por qué no hay un ambientador de cardamomo, yo lo consumiría locamente.
Metí en el mortero unas cuantas semillas, y a juntar ingredientes. Luego amasar, luego esperar.
Ya parecía que estaba medio ubicada, pero necesité de otra constante más. En este caso, recurrí a la música, una canción viejita, que me viene a la mente con una facilidad pasmosa casi cada domingo, y sin darme cuenta me descubro tarareándola sin descanso.
Y mientras tarareo y leo, los semlor van levando. Murakami hace camino.
Enciendo el horno, mientras preparo el mazapán y la nata montada. Y todo al horno.
Y empieza a oler, y el corazón se va poniendo en su sitio, con la contentura que da el deleite de saborear el dulce, la suave miga con sabor a cardamomo y el placer de saber que ha salido de mis manos.
Me doy una vuelta, y aún caliente, una niña viene y me roba uno. Y se lo come a mordiscos, porque a ella le gusta llenarse la boca de nata, y la nariz de azúcar glas.
Yo prefiero atorrijarlo. Llenar un bol de leche, y dejar el semla dentro. Esperar a que se atorrije, y comerlo a cucharadas.
Y sí, casi ya me siento en mi sitio, todo encaja, incluso yo.
Si quieres bailar, te llevo donde haga falta
El año pasado, Emma se puso en modo perreta para que la llevara a ballet. Se inició así un período de investigación y visita por todas las academias de ballet y danza, de nuestro pueblo.
Y así, dimos con la mejor profe de danza contemporánea del lugar. Nos hizo el favor de admitir a Emma en sus clases, ya que la edad mínima para entrar era 5 años, y no los había cumplido por entonces.
Empezó en ese momento una relación de admiración y cariño total hacia la profe, y un profundo gusto por el ballet.
Tengo que aclarar en este punto, que a mi el ballet: meeeee.
Es más, en todas esas afirmaciones que uno hace antes de reproducirse, o recién habiéndolo hecho, decía yo, que una hija mía a ballet no iría. Que ¿por qué decía eso?. Yo que sé. Porque no me gustaba el ballet, supongo.
Pero este ha sido el proceso, a medida que Emma alternaba el contemporáneo con el clásico, e iba aprendiendo el relevé, el plié, y otros… Yo los iba aprendiendo con ella. Y las dos íbamos dejándonos atrapar por el arte de la danza, cada una de una manera distinta.
Y llegó el momento en el que las dos, experimentamos un profundo crush con Sergei, al punto de que hemos visto el video el 50% de las visualizaciones que tiene ahora mismo.
Con este primer año de clases, Emma ha pisado 5 escenarios, teniendo un solo en 2 de ellos. Prueba superada con nota todas las veces.
Y como la vida te lleva por caminos raros como canta Kike González, cuando más centrada estaba Emma con las clases, la mejor profe de danza contemporánea de este lugar, tiene que dejar las clases, y su sustituta no llega ni a la sombra de lo que era la profe titular.
Así que nos vimos este principio de año, buscando clases alternativas. Y que no encontramos, y que la niña quiere bailar, y que la madre se frustra porque no encuentra dónde.
Me puse a tejer frenéticamente unos calentadores, en busca de ideas y soluciones. Calentadores que Emma llevaba pidiéndome desde el año pasado. Los tejí en dos tardes con medio ovillo de Katia Merino Classic, y siguiendo este patrón.
Pero siempre, siempre, hay soluciones. Y fíjate que esta vez, tengo que afirmar rotundamente que este pequeño problema que se ha presentado, ha sido una gran forma de atraer a nuestra vida un montón de cosas que nos estaban esperando. Ha sido como una carambola de esas de una partida de billar.
Encontramos las clases, a unos 15km. Lo que me supone a mí, ir quitándome todos esos miedos ridículos a no querer conducir. Las clases son de ballet clásico, puro y duro, lo que ha hecho que Emma se concentre, se supere, y se acostumbre a la disciplina y a no ser la protagonista de las clases. (una cura de ego totalmente recomendable a su tierna edad de 5 años). Pero es que encima, he empezado a salir de mi caparazón, supongo que motivada por la brisa marina que baña el lugar, y me he dado grandes paseos por la avenida que hay cerca, y me he dejado impresionar por el Atlántico, una vez más. Y más tarde, cambié los paseos por los cafés. Con un camarero que al segundo día ya me trae el café tal como lo quiero sin pedírselo, que me llama cielo, y que me deja tranquila mientras leo. Y días más tarde, compartí la mesa del café con otras personas, y no me sentí incómoda. La cosa es que he hecho nuevas amistades, y me he apuntado a un club de cenas y libros.
En un primer momento, esperaba las clases de ballet con cierta ansiedad, por ir enfrentando todo lo nuevo, ahora las espero con alegría y ganas. Y como me he propuesto seriamente celebrar todo lo que nos va pasando, he cocinado un pollo con arroz y salsa, que es la bomba, y que debería acompañar a toda celebración de cuestiones mundanas.
Si esto no es un gran avance en nuestras vidas, no sé yo lo que es.
Que la paciencia te acompañe
Llega la primavera, y a mí me ataca la astenia. No es algo nuevo, de hecho, desde hace unos años me preparo. Ya me conozco, y reconozco los síntomas.
Llega marzo, y poco a poco, yo voy apagándome. Es como ese pitido que va soltando el móvil cuando entra en 20% por cierto de batería, y pita. Y tu haces como que no lo oyes, y vuelve a pitar cuando va por el 10%.
Pues igual. Yo tengo un avisador interior. Cuando llega el 15 de marzo, dentro empieza a sonar la alarma.
Una alarma que me recuerda, que no debo tomarme muy en serio en las próximas semanas, que debo oírme lo justo, y que mejor, ponga el piloto automático para superar este casi mes que tardo en ponerme otra vez al 90%.
Así, lo único a lo que me agarro es a acopiar toda la paciencia que pueda reunir para no desesperarme en este tiempo de baja batería.
La paciencia. Ay! la paciencia. Qué poco se cultiva y qué falta nos hace.
En casa, somos las dos impacientes. Yo creo que no tenemos el gen necesario para ser paciente. Y no nos queda otra que forzarlo.
En Reyes, a Emma le regalaron un kit de jardinera, de lo más completo. Desde los guantes a las semillas. Este fin de semana que tanto llovió y hasta casi nevó por aquí, fue un buen momento para volver a plantar unas semillas.
Ya las plantó recién abrió el regalo, pero digamos que se nos olvidó un detalle importante después de plantarlas, y las pobres semillas no vieron el agua. Esta vez, lo estamos haciendo un poco mejor, y las estamos regando.
Plantar estas semillas, ha sido un buen método para que Emma entienda qué es esperar, y qué es tener paciencia. Una palabra que le es muy difícil entender, porque cuando ella quiere/pide/siente algo, es ahora, ya. Y eso pensó, en el momento en que plantó las semillas. Siempre lo hace. Mete cualquier semilla en tierra, y se sienta a ver si crece.
Así que se me ha ocurrido involucrarla en otra tarea más, que requiere de paciencia: hacer pan.
Esta semana sacamos la masa madre de la nevera. Esperamos y la dejamos templar. La alimentamos, y esperamos, dos veces. Juntamos todos los ingredientes y esperamos. Amasamos y esperamos. Plegamos y esperamos. La metemos al horno y esperamos. La sacamos del horno y esperamos.
La cortamos y ya podemos comer.
Y después de esta clase magistral de lo que es la paciencia, Emma me mira seriamente, y me dice: mamá tener paciencia es esperar, y esperar es aburrido.
Voy a tener que esmerarme un poco más, si quiero que lo entienda.