Lo he dicho tantas veces que corro el riesgo de aburrir, pero eso también forma parte de mi.
Cuando algo me pica la curiosidad, o cuando algo me interesa mucho, inicio un proceso de investigación que me resulta imposible de parar, ni tan siquiera controlar.
Eso me pasó con la fermentación.
Todo empezó hace un par de años cuando fui capaz de hacer masa madre, (que esta semana pasada cumplió dos años, y que sigo refrescando y usando cada vez que hago pan).
Luego seguí con el chucrut, el kimchi, y el ketchup.
Y entonces leí sobre el kéfir y la kombucha.
Me pateé todos los herbolarios de mi pueblo, intentando buscar a alguien que me cediera una colonia.
La búsqueda fue sin éxito, hasta hace un mes.
Mi herbolario de confianza, tomó nota de mi búsqueda, y cuando tuvo “los bichos”, me hizo la esperada llamada.
El kéfir no tiene ningún misterio. A los nódulos le añadimos leche (yo le pongo leche semidesnatada), lo dejo dentro del bote 24h, en uno de los armarios de la cocina. Pasado este tiempo, cuelo la leche kefirada, y vuelvo a repetir el mismo proceso de añadir la leche a los nódulos. Al principio la colonia era pequeña, y la leche resultante tenía poco espesor, aunque sí mucho sabor. Ahora consigo colar un vaso de consistencia igual a la de un yogur.
Llevo un mes tomando cada noche un vaso de esta leche kefirada. Unos días la tomo sola, y otros días lo meto en la batidora con un plátano.
Para preparar la kombucha, seguí el procedimiento que describe el blog de evamuerdelamanzana.
Después de la primera semana, colé todo el líquido obtenido, y lo embotellé. De momento sigo haciéndolo así, sin darle sabor en una segunda fermentación.
La kombucha la tomo cada mañana antes del desayuno, un vasito.
Después de un mes, tengo que decir que me siento mejor. Antes tenía siempre la sensación de estómago lleno, sobre todo por las mañanas, como si la digestión de la noche se hubiera parado.
Ahora no tengo esa sensación, y me levanto con el estómago vacío, y con ganas de desayunar.
También he notado, que la kombucha me da como un subido de energía, como cuando te tomas un café fuerte. Pero sin los efectos secundarios que me suele generar el café: ansiedad, temblor de manos, y finalmente irritabilidad.
Ahora ando a la búsqueda y captura de nódulos de kéfir de agua, para hacerme unos “vinos”.
Y como ya va llegando el fresco, estoy preparando mis botes para empezar a hacer chucrut.
Mi casa se convertirá en los próximos meses, en un gran almacén de fermentación.
Los remedios caseros, los de toda la vida cuando te funsionan son infalibles.
Cuando cuantas estas cosas de que te gusta tanto investigar y hasta que no lo consigues no te quedas tranquila me hace inventarte, imaginarte en tu cocina con todos los cacharros al fuetos y decenas de botes preparados para ser rellenados. Como una especie de echicera buenachona 🙂
Un besito y feliz semana!!!
Yo tengo de leche pero la preparo con leche de soja porque no puedo tomar leche, a veces he estado tentada a probar la kombucha, me la recomiendas entonces?