El domingo pasado, nos fuimos de excursión al Oasis Park.
El Oasis Park, es una especie de parque zoológico, que hay en el sur de la isla.
La filosofía del centro es la de recrear los hábitats naturales de las especie que aloja, aunque la realidad es que ninguno de los animales que están allí han vivido nunca en la sabana africana. Todos lo animales provienen de otros zoológicos, o han nacido y criado aquí.
Es cierto, que mientras paseas por el parque, no tienes sensación de barreras. Es decir, los animales están detrás de rejas, pero los espacios son tan grandes, que las barreras quedan semiocultas.
Hay una gran variedad de animales, y a algunos les puedes dar de comer, como a las jirafas, o a los elefantes.
Tienen, también, una granja de camellos. Hasta ahora no le había prestado especial atención a este animal, y eso que por las dos partes de mi familia ha sido un animal fundamental en la vida que llevaban. Mi abuelo materno, crió varios ejemplares, que utilizaban para transporte. Y mi abuelo paterno hizo lo mismo, con la salvedad, que cuenta la historia familiar, que mi padre se crió con un pequeño camello. Mi abuela paterna, tuvo seis hijos. Cada dos años uno, y así hasta seis. Les daba de mamar hasta que aparecía el siguiente bebé. De hecho, sé también que dio de mamar a mi padre y a un sobrino a la vez. No sé cuantas veces habré imaginado la conversación sobre lactancia y parto con ella, porque también era “partera”. Pues bien, mi padre, debió quedarse con ganas de seguir mamando, y no se le ocurrió otra cosa que mamar de la camella junto a su compañero de juegos, el pequeño guelfo. Me ha costado creer esta historia muchísimo, porque ¿cómo es posible que un niño de un par de años se metiera entre las patas de la camella y ésta no le diera un golpe?. Pero no, toda la familia tiene fresca la imagen de mi padre bebiendo la leche de la camella, que él mismo ordeñaba directamente, lo cual me indica que no fue solo una vez.
Este domingo pude comprobar que realmente los camellos no son tan hostiles como yo pensaba. De hecho, me han parecido super amigables. A las crías se las puede alimentar con biberón. Y se dejan observar y tocar sin problema, aunque esto último yo no quise comprobarlo.
Realmente, me quedé encantada con ellos, tienen una cara simpatiquísima.
Aledaño al zoo, hay un vivero de plantas, el único jardín botánico de la isla, y los domingos un ecomercado.
Dentro, hay tres restaurantes, y también merenderos para que puedas comer si decides llevar la comida tu.
Emma soportó la excursión de día completo, muy bien, caminó ella sola todo el tiempo, cargando su propia mochila. No hizo gran calor, porque las plantas refrescan muchísimo el ambiente.
Realmente, se pasaron las horas muy rápido, y salvo un solo detalle, que tengo que solventar (yo y mis fobias gatunas), todo fue genial.
Es un destino estupendo para pasar el día con niños. Y con esta excursión, hemos dado el pistoletazo para las excursiones domingueras.
Cuantos años hace que no voy al ZOO!!!!
Me encantan las girafas, lo veo un animal tan GRAAAAANDE, como si fuera de otro planeta, con ese cuello, esos colores…
Sin duda estas excursiones son las que se quedan en el recuerdo por muchos años que pasen.
Besos!!!
Que ganas tengo de conocer tu isla !!!!!
Un abrazo,
Doy fe de que ese vivero es genial! nosotros solíamos ir todos los años a pasear y comprar alguna plantita. Dentro de poco nos tocará entrar en la "parte animal" del recinto jajaja
Me encantó la historia de tu padre y la leche de camella. Que pena no poder compartir toda la sabiduría de tu abuela… me quedo yo también con la curiosidad de conocer sus historias y experiencias. Ni Call the Midwife, ni nada!!!! Partos en la salvaje Fuerteventura de principios de siglo, eso si es una aventura y no los muelles londinenses
qué chulada de parque de animales, qué suerte poder estar tan cerca de ellos!
El zoo también es una apuesta segura con mis hijos…por muy pequeñito q sea…tienen una atracción increible por los animalitos.
¡Me alegro q lo pasarais fenomenal!