Ha empezado el colegio, y con ello la rutina. Nos ha costado un poco fijarla, aunque creo que después de una semana está más o menos instaurada. Y hemos vuelto a los sábados de mercado y limpieza, y a los domingos de excursiones y paseos.
La temporada ha quedado inaugurada con una excursión a Betancuria y a la Vega de Río Palmas.
Me da vergüenza admitir, que hay muchos rincones de esta bendita isla que conozco poco. Siempre pongo rumbo norte, por lo que el sur, por momentos se me hace desconocido. Pero es algo a lo que me he propuesto poner remedio. En este primer domingo de excursión, pusimos rumbo a Betancuria, para allí hacer una pequeña parada (próximamente volveremos con más tiempo y con más información). La iglesia de allí me dejó con la boca abierta.
Siempre que entro a un edificio se me hace imposible no mirar hacia arriba. Voy siempre buscando el techo. En esta ocasión, el descubrimiento de los techos ha sido increíble. Son fascinantes.
La iglesia tiene un montón de historia para saber, pero como fue una visita imprevista, no íbamos preparados. Por eso, volveremos. Por eso, y para probar la cafetería Santa María.
Seguimos en carretera hasta llegar a la Iglesia de la Peña, en la Vega de Rio Palmas. Es la patrona de la isla, y próximamente se celebra la romería en su honor. Hace más 15 años que dejé de ir en romería, pero me gusta ir de vez en cuando fuera de esta fecha, lejos de aglomeraciones y algarabías. Es una iglesia pequeña, con también un montón de historia. Después de poner el pie en la entrada, y de encender un par de velas, dimos gracias, cualquier sitio y lugar es bueno para hacerlo.
Y luego, nos tomamos un café en una cafetería que tiene un típico patio canario, lleno de plantas y hasta palmeras. Aquí también se me hace necesario mirar hacia arriba. Aquí, el techo es el cielo.
En el camino de regreso, volvimos a hacer otra parada. Emma empieza a acusar los trayectos en carretera con un ligero mareo. Así que a cada tantos kilómetros paramos a coger aire y a estirar las piernas.
Esta última parada la hicimos en el mirador de Guise y Ayose. Desde donde se puede ver hasta casi MiNorte, y donde la luz del sol reflejada en el rojizo de la tierra, puede causarte un daño permanente en las retinas, por la belleza que se desprende.
En sitios como este, sabes que la tierra que llevas dentro, siempre te va a marcar. Es en estos momentos donde siento de verdad la raíz, mi raíz estará siempre aquí.
La rutina en ocasiones viene bien, así valoramos estas excursiones y los momentos de vacaciones aún más.
Me ha encantado descubrir contigo este rinconcito, con esos gigantes tan espectaculares, que grande está ya la peque!!! Está hermosa 🙂
Feliz semana !!
Como siempre tus post me llevan a esos lugares tan queridos.
Pero esta vez no siento tanta añoranza porque el próximo mes por fin después de tanto tiempo me voy para allá,pasare dos meses en los que pienso empaparme de toda la belleza que esa isla desprende.
Qué suerte tienes de vivir ahí.
Un fuerte abrazo desde la isla de enfrente.
Ay violeta, cuantos recuerdos de mi niñez y de mi adolescencia me has abierto… Tendré que llevar a Daniela… Cuando sea Daniela mas grande hacemos una excursión a la ermita de laspeñitas, donde dicen que apareció la virgen de la peña, te parece? Besos