Hay días en los que uno se empeña en que todo va a salir bien. Te levantas, y de un plumazo borras el malhumor, e intentas olvidarte de que son las 6:15am, y que el trabajo es un coñazo, y lo calentita que está la cama…
Te olvidas de todo eso, y en su lugar piensas que el Sol ya ha salido, que el día irá bien, y que el trabajo dignifica… Esbozo una sonrisa, y camino hacia el baño. Los primeros movimientos son a oscuras. Enciendo la luz, y busco a tientas el bote de las lentillas… Con movimientos mecánicos me coloco la lentilla izquierda, y luego la derecha. Unos breves parpadeos para acomodarlas a mis ojos, y acostumbrarme a la visión real.
Entonces es cuando tengo una imagen real sobre mí misma. El pelo desgreñado, ojeras de color violáceo, legañas.. y una mueca que se supone es una sonrisa.
En un abrir y cerrar de ojos toda esa literatura de pensamiento positivo, se va muy lejos de mi mente, a un sitio de nombre poco noble.
No puedo luchar contra los elementos… No quiero reirme, no quiero ducharme, no quiero ir a trabajar…. Y de nuevo dejo que el malhumor acampe en mi persona, donde siempre quiere estar.
Y es que hay mañanas muy duras, sobre todo las de los lunes.