Todo empezó el jueves pasado cuando fui a buscar a Emma a clase de inglés. Es uno de los pocos trayectos que puedo hacer andando, cosa que agradezco e intento disfrutar. De pronto caí en la cuenta de este mimo que se abría paso entre la pared y el pavimento. Siempre me flipa la capacidad que tiene la naturaleza de imponerse, aunque tratemos de llenarlo todo de asfalto y hormigón.
Pero esta vez, mi atención no era captada por la naturaleza en sí, sino por lo apetecible que me pareció la planta. Supongo que en algún lado de mi cabeza se hizo una mala sinapsis, y me pareció apetecible porque me recordó a las acelgas, no sé, por pensar algo.
Afortunadamente, el resto de mis neuronas siguieron trabajando bien, y ni se me ocurrió tocarla, porque es una de las plantas silvestres más tóxicas que hay por estos lares, eso lo saben todas las cabras.
Pero, en mi cabeza ya quedó fijada la necesidad de verde, de hojas verdes, tallos, pencas, pequeños brotes,.. lo que fuera.
Y caí en la cuenta de que tengo una semana cabra. A mí me pasa, que de pronto me siento una auténtica cabra y solo me apetece verde. Que anda que no son bonitas las cabras que hay en la isla. Para muestra: dos fotos. Que se las he robado vilmente a mi primo de su Facebook. Porque ya sé que mi primo es un artista y saca unas fotos espectaculares hasta con el móvil, pero mucho tienen que ver que las modelos sean tan guapos. Cabras como ganado, porque los de las fotos, precisamente, son machos.
Cabra y ladrona, no sé qué más tengo hoy.
La cosa es que con esta, a estas alturas ya: necesidad, de hierba, me fui al mercado esta mañana y me he puesto las botas. Acelgas, apio, lechugas, brotes de remolacha, rúcula, espinacas.. Me di el paseo por el mercado babeando.
Llegué a casa y lo mezclé todo con unos tomates cumato-cherry, un aguacate, un huevo duro y un buen trozo de queso palmero. ¡Qué rico es el queso ahumado palmero!
El cuerpo una vez más, es sabio, y me pide aquello que más necesita, sobre todo después de estos días de catarros, resfriados, y poco sol.
Después de recoger la cocina, y de guardar todas mis hierbas, me he puesto a bordar uno de esos miles de esquemas que pululan por pinterest, como recuerdo de hoy.
La grinch que había antes en mí que decía constantemente que “el amor era un rollo”, se ha inmolado al entender que el amor es mucho más grande, y que abarca tantas cosas, personas, sitios..
Porque ¿qué iba a ser de nosotros sin amor?.. Como ya dijeron por ahí: el amor mueve el mundo, aunque la mitad de las veces no seamos capaces de verlo.
Así que no solo hoy, cada día: quieran y déjense querer.
Esas cabras son guapas, guapas, tu primo un crack y tu, como bien has dicho, una ladronzuela!!!! Pero por una buena causa, una Violeta Hood de la fotografía, vamos…
Me has dado antojo de ensalada verde, rica!!!!
PD: Primer día superado sin mayores incidencias ni dramas 😉
El verde es mi color y sabor favorito, ahora que llevamos unos días bastante fríos y solo apetecen cosas calentitas, estoy empezando a sentirme pesada y cansada… Y sí la cabra majorera se merece un monumento.
Las cabras son preciosas, nunca había visto ningunas con ese colorido.
Por cierto, la de la primera foto tiene una mirada que recuerda talmente a la que sale en El Día De La Bestia.
Hay Violeta, a mi en este segundo embarazo se me ha dormido el "gen cabra" y lo verde me da una pereza… Así estoy yo con esta barrigota.
Lo del queso palmero ahumado tendré que probarlo. Parece que el "gen ratón" si que está despierto.