Pierde los temores y convierte
en mariposas las serpientes
que después de la tormenta
calma habrá.
No dudes siempre
navegar contra corriente
vuelve fuerte, si no pierdes
el faro que está al final,
nunca dejes cabos sin atar,
nunca dejes guerras sin luchar.
El Faro/Edgar Oceransky
Mis vacaciones han tenido una banda sonora particular, que solo sonaba en mi cabeza, porque afuera, lo que todo el mundo oía era verbena y reggaeton. Bueno no todo el mundo, hubo un gran grupo de personas que nos concentramos delante de Guineo, un sábado por la tarde, con el muelle como escenario, qué gran momento. Y bailamos, vaya si bailamos.
Pero lo que quería contar, es que no sé por qué, muchos días me levantaba con la canción de Oceransky en la cabeza. Y como la cosa parece que no pasaba, me dediqué a destripar la canción, y vaya, fue como una revelación. Ciertamente, tengo algunas guerras sin luchar, y algunos cabos sin atar, que he ido dejando de lado, porque la pereza y el miedo luchan a brazo partido por ganar el puesto de sensaciones, con solo pensar en la batalla.
Pero el tiempo vuela, y tarde o temprano voy a tener que afrontar lo que llevo tanto tiempo esquivando.
He aprovechado el tiempo en MiNorte para prepararme, como si fuera la instrucción de un soldado que pretende partir hacia filas. He hecho por mí, lo que mejor podía hacer: cargarme de energía.
He acumulado mucha vitamina D, me he dado largos baños de agua salada, he bebido mucho té, café, vino, vermú…y quintos, muchos quintos. He tejido un montón (próximamente los detalles), y he leído mis revistas favoritas. Podría decirse que es un entrenamiento bastante peculiar para intentar ganar cualquier combate, pero yo, que me conozco el terreno en el que voy a bregar, sé perfectamente que todas estas cosas equilibran mi cabeza, y que esa es la única arma que necesito para salir victoriosa de este trance.
Sé donde está el faro, y me siento fuerte, es el momento de empezar a atar cabos y de pelear guerras.
Vuelves a casa después de un bonito e inolvidable verano. Uno más que se acaba y queda en nuestra retina y memoria…
Pero el otoño vuelve, se acerca a poquitos y llegará con sus cosas bonitas de otoño…
Besos 🙂
Sabes que me pasaba algo así con el faro de Drexler??
Un día le escribí a Luis un texto sobre eso. Mi faro era el que unía mi ventana con la suya…
He intentado volver. No prometo continuidad. Pero al menos lo intentaré…
Es un placer pasarme por aquí. Eres de las pocas que siguen bregando a pesar de todo. De los años. De la vida.
Besos. Montones.