Perdiendo y encontrando

La semana se desarrolla agitada. La agenda bien apretada, y yo haciendo malabarismos para llegar a todas partes a tiempo.
El lunes tenía cita con la señorita que viene trimestralmente a venderme unas cremitas para el cutis, a cambio de una limpieza y tratamiento a fondo. Me miró, y me dijo: Ay! estás estresada!!.
Y fue en ese momento cuando caí en la cuenta: mi cara es como un libro abierto donde se puede leer, en cualquier idioma, mis sentimientos o estados de ánimo.. Eso me da rabia, y me pregunto dónde podría cursar la reclamación pertinente, ya que esta semana me siento especialmente reivindicativa. Si yo me volviera a inventar, esa expresividad me la colocaría en los pies, o en las orejas, o tal vez en las rodillas. Cuando no quisiera que me leyeran, directamente taparía estas partes de mi cuerpo, y mis estados de ánimo o sentimientos, volverían a ser solo míos.
El calor empieza a apretar, y hasta Troylo lo está notando. Últimamente ha trasladado su dormitorio al baño, supongo que es la estancia más fresca de la casa. Me llama la atención como se coloca para dormir, se hace literalmente un 8, aunque eso sí, la cabeza la descansa en la alfombra, que está bien mullidita. Estos días estamos disfrutando de la mútua compañía, y hemos encontrado un especial deleite en las tardes tranquilas de tejido y té de endrinas. En esos momentos se cuadra delante del ventilador, y mueve la cabeza según su necesidad para recibir aire.
El tejido va a buen ritmo, después del fiasco del felted bag. Cuando me faltaban unas vueltas para lanzarlo a la lavadora, Lamone me llamó para darme el aviso, de que esta lana no afieltraba!!!, menos mal que no la metí en la lavadora, me imagino la desilusión, al sacarlo de la máquina y encontrarme con un churro, en lugar de un bolso. Así que lo he metido en un cajón, de esos que tienen doble fondo, y que es donde meto las cosas, cuando quiero olvidarme de ellas.
De hecho, al abrirlo para guardar los resto del casi cadavérico bolso, descubrí varias cosas… Una de ellas era un objeto carnoso y cavernoso, con ciertas cicatrices, de color rojo sangre, y que tenía movimientos acompasados.. Lo tomé en las manos, hacía tiempo que no lo veía, tanto que ni recordaba que tenía uno. Y lo saqué del cajón, le dí unos masajitos para lustrarlo un poco, y lo coloqué en el bolso.
El lunes a las 9:30 de la mañana recordé por qué lo había guardado en el cajón de los olvidos, y a las 10:00 ya lo había vuelto a acomodar en el mismo sitio donde llevaba algún tiempo, de momento va a seguir ahí, aún no me pega con el resto de mis cosas.

3 opiniones en “Perdiendo y encontrando”

  1. Si es que hay cosas que tuvieron su momento en nuestras vidas y… ya no lo tienen. No pasa nada. A dormir el sueño de los justos y ya está.
    Me encanta la foto de Troylo. Qué inteligentes son estos bichejos…

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