De colores, milagros y otras cotidianeidades

Otra vez sábado, otra vez una semana pasada como una exhalación. La semana ha sido tan intensa, que siendo que necesito al menos 12h de sueño reparador, y otras 12h para asimilar acontecimientos. Y no es que haya pasado nada extraordinario, o sí.. todavía no lo sé.
Hoy leyendo esto, me he sentido identificada en esa necesidad de poner por escrito todo lo que está pasando, porque se trata de algo único e importante, y porque presiento que no voy a poder dejarle toda la tarea a la memoria, para cuando me haga falta hacer uso de los recuerdos, y poder revivir toda esta cotidianidad que vivimos. Cada momento del día, me parece único e irrepetible, y la necesidad de grabármelo en la memoria llega a resultar por momentos muy estresante.
Dentro de las muchas cosas que hago a diario, y que necesito para seguir sintiendo que todo sigue girando a la velocidad y sentido debido, están todas esas horas que paso en la cocina. Esta semana he sentido un irrefrenable deseo de comer espaguetis negros. Yo no sé si a todo el mundo le pasan estas cosas, pero a mí me pasan. De pronto un día, tengo deseos o antojos, de comer algo concreto, y la necesidad es tal, que se me hace imposible comer otra cosa para acallar esa voz interior que me lo pide a gritos. No me queda otra que salir corriendo al super y aprovisionarme de estos deseos caprichosos. Antes, no me hacía caso. Me desoía olímpicamente. Después de quedarme embarazada, y aún sin saberlo, me levanté un sábado por la mañana con el deseo de comer boquerones. De hecho, casi como poseída (ahora creo que lo estaba) me fui al Mercadona habitual y me compré un paquete entero. Me pasé el fin de semana comiendo casi exclusivamente boquerones. El lunes supe que estaba embarazada, y ya no me pude quitar de la cabeza, la ingesta brutal de ácido fólico y omega3, de la que había dado cuenta gracias a mi “antojo”. Desde entonces tengo la firme creencia de que lo que me pide el cuerpo es lo que necesita, y yo que soy así, de natural bien mandada, me escucho y me concedo. No sé que me podrán aportar esta pasta con tinta de sepia, pero por si acaso, un buen plato me comí, con salsa de setas y nata.
De postre tarta Lindz. Hace mil años que andaba a la búsqueda y captura de la receta de esta tarta. Y cuando la encontré me di cuenta de que no tenía suficiente mermelada de frambuesa, me dio igual, la hice de albaricoques. Una vez más tenía la necesidad imperiosa de comerla. Y sí, por fin puedo poner en mi recetario esta receta, porque queda muy muy buena.
La mejor compañía para esta tarta Lindz, ha sido el patrón de estos mitones. El primero está listo, y el resultado me ha gustado mucho. El fair isle lo tenía medio atragantado, pero he encontrado este video, que me ha ayudado mucho a dejar una labor más limpia por el revés. También es cierto que la práctica ayuda mucho a mejorar resultados. Tejidos en katia austral rosa y chocolate. Sigo en mi empeño en reducir stash, y parece que poco a poco voy consiguiéndolo.
Y ya terminando el capítulo de cotidianeidades, puedo pasar al tema milagritos. Por tercera vez en mi vida, me he vuelto a topar con Él. Él, es un señor un poco mayor que yo, que ha aparecido en mi vida dos veces. En ambas ocasiones ha sido como encontrarme con el Buda dorado ese que te reenvían por whatsapp mil veces prometiéndote el oro y el moro. Para mí, Él es mi Buda de la suerte. Y por eso sé, que ahora que ha vuelto a aparecer, los puntos ciegos que tenía mi existencia van a recibir luz. Tengo esperanza, tengo fé y tengo un Buda dorado… Solo queda esperar el milagrito.

6 opiniones en “De colores, milagros y otras cotidianeidades”

  1. Ay… Creo que necesito un buda dorado…
    Y necesito imperiosamente volver a la cotidianidad. Quizás volver no sea el verbo adecuado. "Llegar" probablemente sea mejor.
    Y necesito días de despertarme con sonrisas. Y que me preparen el desayuno. Y quedarme en la cama a disfrutar de no hacer nada. Y besos. Y abrazos sin discreción.

  2. Estaba tranquilamente mirando las visitas a Cosas que Pasan y me he encontrado con esta bonita historia.

    Me alegro que para tí la cotidianidad sea también momento de alegría. En estos días en los que todo va tan deprisa, nunca viene mal pararse a descansar y no perderse las mil y una pequeñas alegrías que te da la vida.

    Suerte con tu milagro

  3. Puedo decirte que a mi también se me antojan cosas… y yo no estaba ni estoy embarazada.
    Una vez se me antojó helado de chocolate, dirás pies es un antojo simple… no yo quería un sabor a chocolate concreto, que a los que nos gusta el chocolate sabemos que hay variantes, en fin me recorrí la provincia de Sevilla sin encontrarlo y por fin en El puerto Santa María -Cádiz- en una heladería cualquiera, porque no tenía nada mas especial que otra, entré, me pedí una tarrinita y Dioooos era ese el chocolate que buscaba, sorprendí al muchacho que atendía cuando volví a pedir la copa helada mas grande que tenía pero solo de Chocolate.
    Fui la mujer mas contenta del mundo esa tarde.

    🙂

    Besos!!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *