La rutina

Solo quedan unas horas para que todo vuelva a la temida rutina.
La rutina de levantarme cada mañana, hablar a ratos por teléfono, volver a estudiar, estar ocho horas en la oficina, quedar los miércoles con las chicas, acostarme pronto, tener comidas ordenadas, no tomar cafeína después de las doce….. La rutina, mi rutina….
La rutina de tener que tomar unas fotos en mis manos para convencerme de que existe otra cosa, de que esto que vivo ahora es pasajero, y de que en algún momento volveré a dormir acurrucada en tus brazos, volveré a despertarme con tu sonrisa, nos pelearemos por dejar la ventana abierta o cerrada….
Las vacaciones terminaron, tengo la piel muy bronceada, y aún se respira el olor a mar en mis manos.
Lo que queda ahora por delante, se convertirá en rutina pero no será ya, tengo un montón de cosas por hacer, quer iré distribuyendo a lo largo de estos meses que quedan para que acabe el año, será rutina para esas fechas, pero voy a hacerle una burla al tiempo, cuando todo esto sea rutina, tu volverás y entonces diré: “la fiesta está empezando ahora”, y la rutina no habrá tenido tiempo de instalarse.

Nosotros

Según la Real Academia de la Lengua Española:

(De nos y otros).
1. pron. person. Formas de nominativo de 1.ª persona plural en masculino y femenino. U. con preposición en los casos oblicuos. Por ficción, que el uso autoriza, algunos escritores se aplican el plural, diciendo nosotros, en vez de yo.

Plural mayestático:

Algunos escritores y periodistas usan habitualmente el plural de la primera persona para referirse a sí mismos, en lugar del singular: «Nosotros creemos…», «Nosotros pensamos…», en lugar de «Yo creo…», «Yo pienso…».
Se trata, en realidad, de una vieja costumbre, que aún conservan muchas personas, aunque ahora es muy común que se emplee el singular. A dicha costumbre se la llama «plural mayestático», por alusión al uso de la misma por los reyes, los emperadores y el papa. Los decretos y demás documentos de estos dignatarios comienzan con un «Nos», primera persona del plural, y lo mismo ocurre cada vez que se deben mencionar a sí mismos en las alocuciones orales u otros documentos.

Hay personas que no utilizan el pronombre “nosotros“, ni aunque en ello les vaya la vida. Puede ser porque se piensan en singular todo el tiempo, y que la posibilidad de que esa singularidad cambie, no les resulta factible. ¿Podré yo ser una de esas personas singulares?. ¿O aún puedo seguir siendo plural?.
Me parece que estoy en un camino en el que tengo que decidir por dónde he de seguir: Si empiezo a ser “Yo” o instalo el “Nosotros” en mi vocabulario.

Orégano, canela y clavo

Esta noche buscaré la Luna,
vestiré mi cuerpo con las ropas que siempre traigo,
las que no pesan, las que se adaptan a mi figura,
mostrando mi cuerpo tal cual es.
Mezclaré orégano, canela y un clavo.
Lo pondré todo en mi almirez,
cantando suavemente, comenzaré a moler.
Cuando se haya reducido a polvo fino,
añadiré miel.
Encenderé una vela rosa,
la untaré de la mezcla que canté.
Pensando en tu qué hacer.
Mi cuerpo se volverá campo,
mi mente se volverá nube,
mi conciencia partirá de mi ser.
Mi alma,
se quedará ausente, pendiente, latente.
Dormiré sin ropas, me quitaré hasta la piel,
cuando te sienta llegar,me dejaré hacer.
La Luna, me contará tu secreto,
me quedaré con tu esencia,
que te volverá a traer.
Mi pecho, será almohada,
mi cuerpo, refugio.
Te traeré cuando te necesite,
Vendrás cuando te haga falta.

Yo no quería..

Ayer, mientras volvía a mi trabajo, después de hacer numerosas gestiones en la calle, un individuo se saltó un Stop. Resultado: su coche y el mío se dieron un golpe frontal lateral.
El golpe, como casi siempre en estos casos, fue un increíble estruendo, y cuando asomé la cabeza por la ventanilla, pensé que me iba a encontrar el coche medio destrozado. No fue así, mi coche estaba como siempre. Hace algunos años que en ese mismo sitio recibió otro taponazo, con lo cual la zona ya estaba dañada y no se apreciaba nada nuevo. El otro coche no corrió la misma suerte.
Mi cara mostraba, cierta condescendencia hacia el pobre conductor que miraba asustado la abolladura que había en su Opel Corsa. Hasta que, el susodicho me mira y dice:
– Es que vas muy lanzada.
Mi cara se tornó roja. Mi ojos se inyectaron en sangre (lo cual es algo digno de ver por lo del colorido, mis ojos son verde-azules, y cuando me enfado pues se ponen rojos -rojos, con lo cual el muy llamativo el contraste de color), y el pelo de la nuca se me erizó, advirtiéndome que mi demonio se había despertado. Salí del coche como un toro de Miura. Yo no quería, pero es que me provocó.
INCISO: Tengo un demonio dentro de mí, al que obligo a dormir mucho, porque cada vez que está despierto y presencia una situación como esta, se vuelve incontrolable. Tiene lugar la transformación y yo pierdo toda autoridad sobre él. Puedo controlar mis actos para que no se despierte, pero no los de los demás. FIN DEL INCISO.
Por mi boca salieron una serie de frases encadenadas:
-¿Que voy lanzada?, ¿Que voy lanzada?. Pero si has sido tu el que se ha saltado el Stop, pedazo de animal!. Yo no puedo ir rápido porque me acabo de incorporar a esta calle, y ahí tienes mi coche, que se ha calado en segunda, y ahí tienes también los frenazos de las ruedas, para evitar el golpe. A ver, (me acerqué rápidamente a la ventanilla de su coche), tu coche está en tercera, y ni si quiera te ha dado tiempo de frenar….
No sé que más cosas le dije, pero estube allí dándole “mis razones” un buen rato.
Después de que acabara, me mira y me dice:
– Yo por mí, no tiene nada. ¿Lo dejamos así?.
– Claro que no tiene nada, más que nada porque tu no debes tener ni seguro, ni carnét, ni nada..
Y fue en este momento cuando me miró hablándome con los ojos. Casi creí entenderle que acababa de robar el coche y que venía huyendo, que ni si quiera tenía 18 años.

Las cosas sin hacer

Tengo algo pendiente, que me parece que ya no espera más.
No queda más remedio que empezar a afrontarlo.
Ya no vale retrasarlo más, porque empieza a ser molesto.
Es como un mosquito cojonero que ya no da tregua.
Así, que.. mañana mismo (si no ocurre nada) me pongo con ello.
Los meses que me esperan serán duros, pero todo con tal de quitarme esta losa, que me aplasta, de encima.

Palabras

Cada vez hay más silencio.
Se me están acabando las palabras. Soy la protagonista del “El orden alfabético”.
Cada vez tengo menos palabras que decir… tengo algunos adverbios, muy pocos sustantivos, casi ningún adjetivo, y un solo verbo…. Solo tengo una frase: “Te quiero un poco….”
Tengo miedo, mucho miedo. Presiento que esta frase también puede desaparecer.
¿Qué haré cuando no pueda emitir ningún sonido?. No podrán mirarme a los ojos para saber lo que quiero decir, no me haré entender….
Tengo miedo, mucho miedo.

Están por cualquier parte

¿Por qué en cualquier lado, hay un capullo que te hace sentir como una mierda?.

Me siento tan frustrada, que ni quiero ser educada.
Lo peor de todo es que yo como buena escorpio, no puedo sentarme y esperar a que se me pase. Desde que me colgó el teléfono, mi cuerpo empezó a producir veneno. Tendré grandes dosis de este líquido exterminador cuando lo tenga cara a cara, tiempo suficiente para maquinar un plan perfecto que me quite el mal humor/frustración/cabreo que me ha quedado hoy.
Sé que no son buenos sentimientos, pero, ¿cómo controlarlos?. ¿Es mejor el que recibe acusaciones en forma de insultos disfrazados, y asumirlos?. ¿Es mejor el que acepta que le ridiculicen?.
Yo es que no he entendido nunca muy bien, eso de poner la otra mejilla….

Una noche en blanco

Ayer por la tarde me sometí a una sesión de belleza, casera por supuesto. Primero el exfoliante, después una mascarilla nutritiva, luego un masaje con una crema especial. Terminando con una ducha reparadora. Crema hidratante, después y ya estoy lista para dormir toda la noche. Hasta que la desagradable alarma de mi despertador me indique que debo abrir mis ojos y enfrentarme al nuevo día.
El planteamiento en teoría era claro. Pero siempre, siempre, en la práctica ocurre algo.
Me metí en la cama, leí durante al menos media hora. Cuando ya el sueño me vencía, abrí la ventana, porque me encanta dormir con la ventana abierta y taparme. Y ahí fue cuando la teoría se fue al traste: Entró un mosquito.
Nunca podré entender como un bichito tan chico puede ser tan molesto.
Tengo un amigo que dice que emiten ese sonido tan característico para alterar tus nervios y que de esa forma la sangre fluya con más fuerza y ellos puedan extraerla mejor.
Todo empezó con el zumbido, que me hizo despertar. Tan solo eran las dos de la madrugada. Encendí la luz, me puse las gafas y me até una cinta a la cabeza al estilo Rambo: daba comienzo la caza. En vano. Ni si quiera lo avisté. Lo oía pero nada más.
Entonces contraatacó, y dejó a un lado los zumbidos para avalanzarse directamente sobre mi piel hidratada y nutrida. No tuvo compasión, me picó en los brazos, las manos, los pies, la cara….
A la hora que se sintió satisfecho, dejó de atacarme, pero siguió importunando con sus ruidos, para dejar constancia de que seguía por allí, por si se me ocurría salir de debajo de las sábanas.
Total, que todos mis esfuerzos por estar hoy radiante y sin ojeras, ha sido pura ilusión. Hoy tenía que ir a pedir mi hipoteca, y quería estar estupenda para poder desplegar mis encantos y conseguir las mejores condiciones bancarias. Me ha tocado ir hecha unos zorros, y…. la verdad creo que ha dado mejor resultado.

Una excusa

Ayer estuve en Urgencias. Mi abuelita, que ya es muy mayor, se cayó y tenía un golpe un poco feo en un brazo. Mi mamá no estaba en casa, así que al recibir la noticia fui hacia el hospital en representación de mi familia. Mi abuelo se quedó en su casa a la espera de noticias. Cuando llegué al hospital pude ver que realmente era más la importancia de la edad de la abuela que del golpe en sí. Ver su cara, su mirada interrogante, sin saber que estaba pasando realmente, su pregunta de qué quién me llamó, y la casi imposibilidad por su parte de andar normalmente, fue lo que me preocupó. Sé perfectamente la edad que tiene, y lo que eso supone, pero no me había dado cuenta de lo triste qué es.
El diagnóstico fue el codo roto, unos calmantes y a casa. Llamé a mi abuelo, para que estuviera tranquilo, para decirle que mi madre ya estaba allí y que en media hora estarían por su casa. Me contó, a su vez sus nuevas preocupaciones: se va a Las Palmas el martes con mi madre a un cirujano para que le extirpe “esto que me volvió a salir en la cara” (hace ya algunos años que le diagnosticaron cáncer de piel), y qué vamos a hacer con la abuela, ahora no se puede quedar sola.
Por la noche, cortando retacitos para un nuevo proyecto, me hice un corte.
Es puramente superficial, en el dedo gordo de la mano derecha, ni si quiera me dolió mucho. Luego empezó a molestar un poco más. Lo que a mi me sirvió como excusa para soltar la angustia que llevo acumulando desde la semana pasada. Lloré, lloré, lloré durante horas…
Por mi dedo, por mis abuelos, por la frustración del piso y del coche, por la irritabilidad de algunos que desemboca en mi, por lo sola que me siento por las noches…. Lloré, lloré, lloré por mi, y por todo lo que difiere mi vida con lo que soñé que sería.