Estoy en el medio. De repente, todo a mi alrededor empieza a girar, girar, girar….
No puedo moverme. Tampoco puedo gritar.
Estoy siendo la única espectadora de un tremendo accidente. No puedo hacer nada por detenerlo. No puedo evitar el caos.
¿Qué hacer cuando ves que el desastre es inevitable?. Aún sabiendo que la única damnificada serás tu. Aún presumiendo de tu instinto de supervivencia.
El tiempo juega en tu contra, y tu no haces nada. No puedes hacer nada.
Es como ir en el coche, y de pronto al final de la calle hay un muro, no frenas, no te detienes… aceleras, y cierras los ojos…
Tal vez sí que es evitable. Tal vez eres tú la que lo provoca. Tal vez sí puedes hacer algo.
¿Cómo será el mundo cuando todo pase?. ¿Cómo seré yo?
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Puñaladas traperas
Crees que los conoces. Crees que sabes cuándo y cómo te van a fallar. Por eso siempre estas en guardia.
Sin embargo, un día de repente, te sientes cansado. Hace mucho tiempo que no pasa nada.
Te acostumbras a este subsistir de guerra anodina. Cada vez duermes más. Cada vez duermes más tranquilo. Ya nunca pasa nada. Piensas: Tal vez se hayan dado cuenta de que las cosas son así, de que conmigo no es fácil luchar.
He conquistado mis posesiones con valentía, constancia, por eso son mías. Por eso ahora las cuido, y como hace tiempo que no pasa nada, puedo olvidar el miedo a perderlas.
Y entonces…. AHÍ ESTÁN!!!
Han aprovechado que dormias, o que ibas lejos a buscar sustento, o simplemente que miras hacia otro lado…
Son sucios enemigos, que no cumplen las leyes de la guerra, y se limitan a invadir posesiones, hurtarlas, robártelas de forma mezquina.
Pobres enemigos, no saben con quien se están midiendo.
Lo dejé todo por conquistar estas tierras, he pasado, sueño, frío, hambre, he peleado con uñas y dientes, ideado estrategias… y he sobrevivido.
¿A caso creen estas pobres alimañas que voy a ceder ahora?.
Ahora, ahora comienza la lucha!. Mi peor lado aún está por descubrirse.
Cuento con las arañas, que me advertirán de sus planes.
Cuento con la luna, que me indicará el tamaño de la batalla.
Cuento con los cuervos, que me ayudarán durante el ataque.
Y, cuento con mi armadura, la que nunca, nunca me volveré a quitar.
Nueces
Él era solo un niño,
de trenes sin destino,
buscaba su camino y de repente
algo cambió su vida en la estación.
Allí estaba ella,
única con pulseras,
con flores en el pelo y la sonrisa
comiéndole la cara con algodón.
Cuantos días, cuantos meses, cuantos años,
esperando que la vida lave todo el desengaño.
Cuantos días, cuantas nueces, veinte años,
separados no lograron apagar ese amor,
ese amor… ese amor
Segundo Akelarre del año
Hace tiempo que lo estamos organizando, y por fin hoy lo vamos a llevar a cabo.
Vamos a coger un barco, rumbo a la isla de los volcanes.
Habrá Luna llena.
Tendremos todos los elementos a nuestro alcance: agua, fuego, tierra y aire.
Utilizaremos el agua para dejar atrás todo lo que nos pesa, todo lo que no nos deja avanzar. Personalmente me quedaré en el agua hasta que mis dedos estén completamente arrugados, hasta que me sienta ligera como el viento, hasta que casi note que me han crecido aletas.
Recogeré un puñado de esa tierra negra, caliente, y concentraré en ella la tranquilidad que sentiré en ese momento, para poder tenerla como talismán cuando vuelva a mi sitio.
El fuego lo llevo en el cuerpo, y supongo que vendrá conmigo de regreso. Siempre en llamas, imposible apagarlo, imposible controlarlo.
Subiré a Timanfaya y respiraré fuerte. Le gritaré tu nombre al viento, y esperaré a que éste me regrese tu voz. Cerraré los ojos fuerte, y estoy segura de que te voy a oir, diciéndome tres palabras. Las palabras de mi salvación, la frase que se hacen madera en medio del hundimiento.
Puede que vuelva siendo la misma, puede que vuelva siendo otra, puede que vuelva siendo otras.
Puede que mi equipaje vuelva igual o puede que aumente.
Puede que mi vida sea destinta después de este akelarre, porque siempre sufro pequeñas transformaciones después de estas reuniones.
Bien alto
Lo voy a decir bien alto.
Lo voy a poner por escrito, para que no se me olvide, para poder venir, leerlo y recordarlo:
Juro que no vuelvo a hablar del tema,
Porque aunque no quiera todo terminó,
Cada quien mañana pegará la vuelta,
Hacia su destino sin decir adiós.
Juro que no vuelves a escuchar mi voz,
No importa que estalle todo mi interior,
Aunque yo no entienda ya esta situación,
Esta historia acaba porque nunca, comenzó.
Te doy la espalda empiezo a andar,
Pero no dejo, de pensar,
Prendo un recuerdo para evaporar tu amor,
Y más se inflama el corazón.
Juro que no vuelves a mirar mi cara,
Mis manos hurgando por tu pantalón,
No voy a causarte más de dos problemas,
Si es que alguna vez escuchas mi canción.
Es lo que soy
Me da pena ver cómo personas que creí conocidas no tienen la valentía que les imaginé.
Se esconden tras vasos de ron, y no afrontan lo que les pasa.
No sé si lo siento más por ellos o por mi. Puede que sea una tremenda egoísta, y la tristeza que siento no es más que desilusión por no encontrar lo que creí que había en su interior. Si fuera una buena persona estaría triste porque esas personas están malgastando la vida, metiéndose en caminos sin salida, caminos que solo llevan a una mañana de resaca y a la acumulación de frustraciones para el día siguiente. Pero no, yo siento rabia por haber depositado mi confianza en gente que no la merecía. Definitivamente además de ser egoista soy una soberbia…
Pero, ¿que se podría esperar, soy una bruja, no?
Sacar dinero de un cajero
¿Por qué la gente necesita más de cinco minutos para sacar dinero de un cajero?.
Los he contado, y nunca llegan a ser cinco minutos, pero es el tiempo máximo que se puede tardar en hacer una operación, pidiendo un extracto para consultar antes de sacar el importe en sí.
Así que no entiendo cómo hay gente que se pasa hasta veinte minutos delante de la pantallita del surtidor de dinero. ¿Alguien me lo puede explicar?, porque tal vez este aparato, es capaz de ofrecer otras cosas y yo no me he enterado. Como citas, arreglo de vacaciones, o incluso un consultor psicológico.
Tal vez estos sean como los nuevos confesionarios del S. XXI, y yo, sin sacarles el máximo partido, limitándome exclusivamente a sacar dinero de mi propia cuenta.
Para pensar…
“… Al final tenía la impresión de que me habían vuelto del revés y dejado a la vista todo mi paisaje interno privado, todo lo que hasta entonces había sido únicamente mío. Creo que era muy feliz; pero si aquello era la felicidad, nunca había sido feliz.”
Pertenece a un libro que se llama: Un amor dulce y peligroso (Nicci French). Ya sé que suena a novela rosa, y aún no estoy en disposición de negarlo porque no he acabado de leer.
Esta frase me llamó mucho la atención. La leí varias veces seguidas, sacándole la sustancia a cada palabra.
Sí, una vez, yo sentí que todo se me había dado vuelta, y que realmente me sentía feliz.
Creo que esta situación en mi vida fue la que me dio el baremo para saber cuando realmente soy feliz. Cierto es que, en esos momentos reía a la par que lloraba, era alegría vs. tristeza constantemente, pero realmente me sentía feliz, no sé si lo era, pero al menos yo así lo sentía.
¿Hará falta ver el mundo boca abajo para ser feliz?.
Calor, calor, calor
Me aso.
Me abraso.
Me estoy derrietiendo por momentos.
Me muero de calor!!!!
Y si yo que siempre tengo frío siento esto, no puedo imaginarme cómo se sienten los demás.
Ver o no ver
En estos últimos días he oído muchas conversaciones que no he entendido. No entiendo lo enredado de lo obvio, lo que me ha llevado a pensar, ¿cómo es de opaca la venda que llevamos en los ojos?.
¿No vemos porque no queremos ver? o ¿No vemos por protegernos?.
Me miro al espejo, y dejo que mi venda caiga. Me veo algunas canas, algunas arrugas, las últimas mentiras que me han dicho, que yo he obviado.
Veo los kilos de más, el moreno del verano, y tropiezo con mas mentiras…
Mentiras que dejo ir, que dejo escapar, ¿para qué recoger lo que me lanzas si solo conseguirán mortificarme?.
No las quiero ver, me coloco la venda y ya.. ya no veo lo que no me gusta.
Todos hacemos lo mismo, tamizamos la realidad para tomar solo lo que nos nos incomoda, lo que nos gusta, lo que hace que dibujemos sonrisas.
La línea que divide las cosas que no nos gustan de las que podrían afectar seriamente nuestra vida es muy fina, y mucha gente la cruza, y decide no ver nada. No ver lo que puede causar la infelicidad o la decepción mas grande, sin darse cuenta de que ese momento llegó en el preciso instante en que dieron con la verdad, aunque luego la hayan disfrazado.
¿Y quien soy yo para decirles cuando han de quitarse la venda?.